Carlos Jorge Sala, el sacerdote de 61 años que fue baleado con una escopeta el pasado 5 de octubre a la vera de la ruta 90 en la localidad santafesina de Santa Teresa, murió en las últimas horas en el hospital de Villa Constitución, al que había sido trasladado tras el ataque que le produjo serias lesiones en el pecho y el abdomen. Según llegó a declarar el hombre antes de recibir atención médica, dos delincuentes lo abordaron con intención de robo cuando bajó de su Chevrolet Onix para orinar en un camino de ripio, pero la policía constató que dentro del auto el párroco de la iglesia San Miguel Arcángel llevaba aún un maletín con dinero.
La agonía del cura duró casi un mes y concluyó el último sábado, cuando falleció. Julio Isaac, director del centro de salud en el que se encontraba, informó que apenas fue hospitalizado, Sala fue intervenido quirúrgicamente por las heridas de arma de fuego que presentaba.
El sacerdote se fue, pero permanece el misterio por el confuso hecho con el que concluyó su vida.
Aquel 5 de octubre, herido, Sala llegó hasta una estación de servicio Shell ubicada sobre la ruta 18, donde pidió auxilio a los playeros, según consta en las actuaciones del personal de la Comisaría 4ª de la Unidad Regional VI, del departamento santafesino de Constitución.
De acuerdo a los testimonios recolectados por la Policía provincial, el hombre llegó lúcido a la estación, con la ropa ensangrentada y a punto de desvanecerse. Uno de los agentes que se hizo presente en el lugar entrevistó al cura, quien comentó que transitaba con su auto por la ruta 90 rumbo a Rosario, cuando detuvo la marcha cerca del acceso a Santa Teresa.
Sala afirmó que al bajar del vehículo fue abordado por dos sospechosos encapuchados que lo tiraron al suelo y forcejearon para robarle. No obstante, indicó que logró volver a su auto para irse del lugar. No pudo recordar en qué momento lo balearon.
Consultado sobre si llevaba dinero, el párroco dijo que tenía 80 mil pesos que había recolectado como donaciones. La Policía, por instrucción de la fiscal Analía Saravalli, del Ministerio Público de la Acusación, secuestró un maletín gris del interior del auto y una bandolera, donde estaban la billetera de la víctima y una medicación en pastillas sobre la que no se brindaron precisiones.
También por pedido de la fiscal, se hizo presente el gabinete criminalístico para relevar la escena del ataque. Allí, peritos forenses secuestraron dos perdigones de plomo que estaban alojados en una parte del motor del Onix.
El jubilado que asesinó a balazos a su nieto en Bahía Blanca fue condenado a 4 años de prisión
Domingo Faustino Verna, el militar retirado de 78 años que mató a su nieto a balazos en Bahía Blanca, conoció este miércoles su pena de 4 años de prisión, a una semana de ser encontrado culpable por un juzgado popular del delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego, en exceso de legítima defensa.
La decisión estuvo en manos del juez técnico del Tribunal en lo Criminal N°1, Hugo de Rosa. Verna continuará en libertad, tal como llegó a juicio, por su avanzada edad.
Durante el juicio, el fiscal Jorge Viego, titular de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N°5, pidió una condena de tres años de prisión en suspenso; mientras que el abogado de la madre de la víctima, Ignacio Yazyi, exigió seis años de prisión. Por último, los defensores Ariel Zara y Juan Sebastián González solicitaron que reciba un año en suspenso.
Dos semanas atrás, un jurado popular decidió -con el voto unánime de sus 12 integrantes- que Verna era culpable de asesinar de cinco disparos a su nieto de 29 años, un joven que tenía trastornos psiquiátricos, en la puerta de su casa. La secuencia quedó registrada por una cámara de seguridad de la vivienda, ubicada en la calle Cobián al 600.
En sus últimas palabras ante el Tribunal, el jubilado aseguró que “daría su vida para que Brian volviera”, según reportó La Nueva. De acuerdo a su abogado, González “no podía permitir que la vida de Marta, su mujer, corriera peligro”.
La autopsia determinó que Brian Verna Batalla, la víctima, recibió cinco tiros que impactaron en el estómago, pecho, cuello, mejilla y hombro. En el expediente figura el testimonio de la abuela de la víctima. La mujer declaró que, tras los disparos, al acercarse a su esposo, Verna le expresó “maté a la lacra”.