Gloria Aurora P., de 78 años, abuela de dos nietos, en guerra con los vecinos de su edificio de Floresta, que la acusan de hacerles la vida imposible, hoy cobra una jubilación y una pensión, disponibles cada mes en un banco estatal. El único ingreso en blanco en su vida lo tuvo en la cárcel, cuando trabajó presa en un penal federal por tareas menores, años atrás, cuando la arrestaron a los 66, más allá de la edad jubilatoria.
El juego con nombre de araña que Gloria solía jugar es más propio de chicas jóvenes, de 19, 20, 21, que eligen a hombres 20 años mayores como blancos a través de apps de citas o encuentros casuales en bares, para luego hacerles creer que les gustan, que son lindos y deseables, que todavía les queda resto. Así, los drogan y los desvalijan. Pero a Gloria Aurora, en cierta forma, nunca le importó la diferencia de edad.
El 20 de agosto de 2007, concretó una cita con un señor de Mataderos 13 años mayor, hoy ya muerto, dedicado en ese entonces al negocio de las bombas de agua, días después de conocerlo en la calle. Lo encontró en la esquina de Alberti y Pola. Así, el señor la llevó a su casa, donde Gloria le preparó el té.
Se lo llenó de Alplax en vez de azúcar.
Así, procedió a revolverle las pertenencias mientras el hombre balbuceaba en el piso, dopado, incoherente. Le quitó, por ejemplo, su anillo de sello. Se tomó su tiempo, Gloria. A las 21:30, seguía allí. El hijo del dueño llegó para ver a su padre a esa hora. Sorprendido por esta señora desconocida, exigió explicaciones. Le abrió la cartera. El anillo de sello de su padre estaba allí. Luego, llamó a la Policía Federal. Además del anillo, le encontraron las llaves de la casa del hombre y dos frascos con pastillas del psicofármaco.
Gloria terminó arrestada, salió en los diarios. El Tribunal N°1 la condenó a tres años y nueve meses. Su defensa intentó apelar en Cámara, sin éxito.
Este año, Gloria está regresó, con los mismos modos y la misma dosis.
El 7 de abril último, la Policía de la Ciudad la detuvo por el delito de tentativa de hurto calificado por un ataque a un hombre de 83 años, con una causa en su contra a cargo de la jueza Elizabeth Paisán.
El hombre fue encontrado en la confitería El Molino en la esquina de Terrada y Elpidio González, casi inconsciente en un sillón. Apenas llegó a decir que había tomado un café con “una mujer” poco antes. Así, una empleada del lugar lo acompañó al hospital Álvarez, donde lo pudieron identificar por un certificado de vacunación que llegaba entre sus pertenencias.
También tenía un teléfono, que comenzó a sonar. Era uno de sus vecinos que, curiosamente, aseguró que había visto a una desconocida en su departamento. Así, despacharon un patrullero de la fuerza porteña al lugar.
Gloria fue arrestada de vuelta, con casi 20 pastillas de Alplax en su cartera.
En las últimas horas, la Policía de la Ciudad la detuvo otra vez, por su modus operandi de siempre: esta vez, la víctima fue un hombre, sino una mujer de casi su misma edad, 78 años.
El hecho ocurrió el 20 de agosto pasado en Ramón Falcón y Oliden, zona de Liniers, cuando la víctima estaba en la puerta de su casa. Gloria, según la acusación en su contra, pasaba caminando por el lugar y le pidió un vaso de agua para tomar una pastilla. La dueña del domicilio relató que, en esas circunstancias, también bebió agua. Luego, ya no recordó.
Al despertar, notó que le faltaban varios perfumes, 100 mil pesos y una cadena de oro.
El caso quedó a cargo del fiscal Anselmo Castelli y, en una coincidencia de turnos, la jueza Elizabeth Paisán. Así, fue demorada en un primer momento en septiembre, luego liberada. Ahora, la magistrada ordenó su arresto para que permanezca en una celda. La Comisaría 10C de la Policía porteña se encargó de esposarla en su casa.