Investigan la muerte de un sospechoso que quiso robar en la casa de un sargento del Ejército y falleció en un patrullero

La versión oficial indica que, cuando lo subieron al móvil, empezó a patear las puertas y darle cabezazos a la reja de separación. Abrieron una causa para esclarecer las causas del deceso. Interviene una fiscalía especializada en violencia institucional

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El sospechoso murió dentro del patrullero de la Policía Bonaerense (Foto de archivo)
El sospechoso murió dentro del patrullero de la Policía Bonaerense (Foto de archivo)

Un sospechoso intentó entrar a robar a la casa de un militar en la localidad de San Antonio de Padua, partido de Merlo, y tras ser detenido murió arriba del patrullero. Con la mirada puesta en cómo actuaron la Policía y el propio oficial del Ejército asaltado, la Justicia busca esclarecer las circunstancias por las que el ladrón perdió la vida, para lo que se abrió una causa por “averiguación de causales de muerte”.

La víctima del intento de robo es un sargento que cumple funciones como secretario del Subjefe del Estado Mayor General del Ejército, el general Carlos Alberto Carugno. Este sábado por la noche escuchó ruidos y a través de las cámaras de seguridad que tiene instaladas en su casa pudo ver que le estaban robando, por lo que llamó al 911.

Al lugar llegó una camioneta Nissan de la Policía Bonaerense, perteneciente al Comando de Patrullas de Merlo. Según indicaron fuentes con acceso a la causa a Infobae, el sospechoso se mostró “violento y desaforado” cuando intentaron reducirlo. Aún no está claro si el hombre había quedado atrapado entre las rejas del perímetro cuando intentó saltar, o si logró ingresar al domicilio y el sargento evitó que escapara de alguna manera.

De acuerdo a la versión oficial, su actitud coincidía con la de alguien que estaba “bajo algún efecto de sustancia”. Como no había manera de calmarlo, el sargento le arrojó gas pimienta en la cara. Así habrían conseguido reducirlo y, finalmente, se procedió a su detención.

El ladrón no tenía documentos y se negó a identificarse. Era un joven de 25 a 30 años, morocho, con 1.75 de estatura, y pelo corto y de color castaño oscuro. Una vez en el patrullero, el detenido habría comenzado a patear las puertas y darle cabezazos a la reja que separa los asientos del móvil, siempre según la descripción que hicieron las fuentes policiales.

Cuando llegaron a la comisaría 2ª de Merlo, el subcomisario que estaba a cargo de la dependencia ordenó que no lo bajen de la camioneta Nissan y que directamente lo trasladen al centro de salud más cercano. “El masculino estaba sin respuesta con signos de somnolencia o similar”, consta en las primeras actuaciones policiales. Llegó muerto al Hospital Eva Perón.

Determinar qué pasó entre el estado de euforia que tenía en la casa del sargento y la “somnolencia” que presentó cuando llegó a la comisaría es el objetivo principal de la causa por averiguaciones que está en manos del Juan Cruz Bamonte, de la fiscalía especializada en violencia institucional de Morón.

Al estar involucrada la Policía Bonaerense, por orden del fiscal se hizo cargo de las pericias la Gendarmería Nacional. También tomó intervención la Auditoría General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad bonaerense, que hasta el cierre de esta nota no había tomado medidas contra los dos efectivos involucrados. Uno es un oficial y el otro tiene rango de subteniente.

En el patrullero la Gendarmería encontró manchas que podrían ser de sangre. Se tomaron muestras con un hisopado y serán analizadas en laboratorio. También se incautó el gas pimienta del militar y un celular. El vehículo policial, en tanto, no quedó secuestrado.

En el rastrillaje que hicieron en el lugar de los hechos también hallaron una campera Nike de color blanco con manchas de sangre y una zapatilla negra. Son dos prendas del delincuente fallecido. La fiscalía ya tiene las pruebas en su poder, al igual que los registros de las cámaras de seguridad de la casa del sargento.

Infobae consultó con fuentes del Ejército Argentino, desde donde consideraron que se trató de “un acto privado” e indicaron que desde la Fuerza no proveen a los uniformados con gas pimienta, por lo que se trataría de un elemento de defensa personal del sargento.

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