Vanesa Alejandra Lachmañuk y Ayelén Alejandra Benítez Medina fueron encontradas muertas el miércoles por la noche, flotando sobre el agua. Policías de la Bonaerense en botes y canoas las vieron sobre la superficie del rio Matanza. Estaban a cinco kilómetros una de la otra, en el mundo de descampados y bosques que une a Laferrere, Ciudad Evita y Ezeiza. controlado hace más de una década por los cowboys del paco bonaerense, mayormente traficantes paraguayos y sus soldaditos.
Ambas habían desaparecido en la zona cercana a la calle Risso Patrón en Laferrere el 28 de agosto, la DDI matancera había ido a buscarlas con sus familias, pero los traficantes que eran los supuestos responsables de la desaparición repelieron a la Bonaerense a tiros. Hubo dos intentos más de irrumpir en el lugar con tropas de asalto como el Grupo Jaguar de las TOE, o los efectivos de la UTOI.
Así, cayó a comienzos de esta semana el presunto jerarca dealer de la zona, Lucas Romero, “El Colo”, un argentino, ex operario de una fábrica de neumáticos, junto con otros dos dealers, hombres oriundos de Paraguay. Solo faltaba encontrar a Vanesa y Ayelén. Sus cuerpos fueron hallados un día después del arresto del presunto narco. Sus familias, contenidas por personal de la Sub Secretaria de Asistencia a la Víctima del Ministerio de Seguridad de la provincia, las reconocieron en la Morgue. A Vanesa, por su rostro. A Ayelén, por sus ropas. Vanesa tenía 28. Ayelén, apenas 14.
Detectives del caso sospechan que eran compradoras de la banda de “El Colo”, víctimas de un negocio dealer en la triple frontera matancera, donde cae un transa y sube otro, en medio de los árboles y el agua y la oscuridad sin ley. El fiscal Carlos Adrián Arribas, de la UFI de Homicidios de La Matanza, a cargo de esclarecer el doble crimen, continúa con diversas tareas.
Mientras tanto, hay una historia.
La historia fue relatada por uno de los implicados en el caso ante los investigadores cuando lo detuvieron, una escena caótica en una cueva de pasta base.
Allí, el hombre aseguró que “las pibas” se pusieron “la gorra”. “Fueron a pegar y no tenían plata”, aseguró: “Dejaron el celular. Al rato volvieron, querían fiado. Les dijeron que no. Entonces, empezó el quilombo”. Entonces, un hombre que, convenientemente, no es el detenido, disparó y las mató.
El fiscal Arribas y la Bonaerense no creen del todo en esta narrativa, que exculpa a los tres detenidos hasta ahora. Por lo pronto, se ordenaron una serie de pericias balísticas para determinar su veracidad. Pasta base ciertamente había en las cuevas del “Colo”: en uno de los puntos allanados se encontraron 600 gramos, además de marihuana y un par de pistolas.
Cuándo fueron asesinadas es otro punto que queda por establecerse. Hay una pista. Consta en la causa el relato de un carrero del barrio que el 29 de agosto encontró un par de zapatillas rojas tiradas entre la basura la zona. Aprovechó y se las quedó. Al día siguiente, un amigo suyo, primo de Vanesa, las reconoció: le pertenecían a la mujer asesinada.