A menos de un año de que se haya dictado cadena perpetua para los responsables del crimen del personal trainer en Rosario, la Justicia redujo las penas de los condenados, dentro de los que se encuentra su ex mujer e instigadora del crimen.
Los beneficiados son el tirador Maximiliano Rodrigo Panero, la ex novia de la víctima Priscila Vanesa Denoya y Santiago Caio Soso, quien era en ese momento pareja de Denoya. Todos ellos fueron imputados por el asesinato del personal trainer Marcos Guenchul, ejecutado de un tiro en la nuca el 23 de julio de 2019 en Rosario.
En noviembre del año pasado, la Cámara de Apelaciones en lo Penal revocó parcialmente el fallo de primera instancia y condenó a perpetua a los tres acusados. Tras el juicio oral, Denoya había sido absuelta, pero luego la encontraron culpable del delito de amenazas coactivas. A su vez, dos de los camaritas interpretaron que todos los acusados formaron parte de un plan criminal que buscó darle muerte al hombre de 32 años.
Meses después, la Cámara Penal redujo las penas que recaían sobre los tres condenados por homicidio. De esta manera, Denoya deberá cumplir con solo 4 años por ser considerada instigadora de amenazas, mientras que Soso —quien condujo el vehículo el día del asesinato— y Panero —la persona que efectuó el disparo— fueron beneficiados con una calificación menos gravosa, por la que recibieron 20 y 22 años de cárcel, de acuerdo con la información a la que pudo acceder el medio local Rosario3.
En los argumentos utilizados por los camaristas en este fallo de apelación horizontal, consideraron “no existen pruebas ni indiciarias ni directas ni objetivas que permitan arribar con grado de certeza a afirmar que Panero era un sicario; que se haya efectuado un disparo mortal como parte de un plan urdido de antemano y mucho menos que ese acto improvisado y desprolijo comprenda también la coautoría funcional de Denoya”.
La resolución lleva la firma de Bibiana Alonso, Gustavo Salvador y Tomás Orso, quienes rechazaron que se haya tratado de un “homicidio concertado” al plantear que “sería de extrema torpeza para Soso haber ido con su propio auto a llevar al sicario y permanecer allí mientras ejecutaba a Guenchul. Al igual que para Panero, quien en una torpe maniobra, habría hecho caminar a Guenchul hacia su ejecución, haciéndose ver por el chofer de la línea K para luego prácticamente frente al mismo darle muerte, asegurando su impunidad”.
En ese sentido, continuaron: “Si planificaron con tiempo un homicidio, ¿por qué lo hicieron de ese modo (especialmente Soso), sin resguardos y sometiéndose a ser captados por las cámaras del lugar? Y lo que es más, ¿podemos seriamente afirmar que si una persona contrata a alguien experto en matar (eso es un sicario) lo va a acompañar mientras es filmado por las cámaras del lugar?”.
El crimen pasadas las 22.30, cuando el entrenador de 32 años salió de su trabajo en el gimnasio y caminó hacia la parada de colectivo para ir a la casa de su novia. Segundos antes, fue abordado por un hombre que, a punta de pistola, lo obligó a caminar unos 30 metros antes de efectuarle dos disparos a quemarropa, de los cuales uno impactó en Guenchul. El asesino huyó con la mochila de la víctima, por lo que en un primer momento se creyó que se había tratado de un homicidio en ocasión de robo.
Sin embargo, se descubrió que fue mucho más que eso tras la declaración de Soso. No estaba dispuesto a ser el único en asumir la responsabilidad. Dijo que su cómplice había sido Panero, un maquinista de 40 años con quien tuvieron la intención únicamente de asustar a Guenchul para que “no molestara” más a Priscila.
La hipótesis principal del homicidio, para los fiscales Adrián Spelta y Gisela Paolicelli, fue que todo fue un ataque planificado por Priscila Denoya y Soso, por entonces su novio, en el marco de un conflicto que mantenía la mujer con Guenchul por la tenencia de la hija que tienen en común. En el juicio de primera instancia, los jueces Facundo Becerra, Mariano Aliau y Carlos Leiva absolvieron a Denoya por el beneficio de la duda.