El 9 de marzo de 2018, el barrio San Martín de la Villa 31 conoció el olor inconfundible de la carne humana mientras arde. La columna de humo podía verse del otro lado del paredón que divide esa parte del asentamiento de Retiro de las vías del tren del mismo nombre. Allí, en la manzana 103 de la Villa, tres cuerpos se incendiaban en un carrito de dos ruedas, de los que se usan para juntar cartón. Quienes encendieron el fuego usaron todo lo que tenían a mano para iniciarlo: telas, maderas, trozos de alfombra y caucho, bañados con alcohol etílico.
Los oficiales del cuerpo de Prevención Barrial de la Policía de la Ciudad llegaron allí a las 3:40 AM de ese día, para respirar el espectáculo, a diez minutos a pie de la Casa Rosada.
Las víctimas, casi carbonizadas, fueron identificadas tiempo después, tras sus autopsias en la Morgue Judicial del Cuerpo Médico Forense. Se trataba de Robinson Pachau Quille, Gerson Fernando Mendoza Silva y una mujer, muy posiblemente, Liz de la Cruz Barrientos, todos ellos oriundos de Perú. Pachau Quille y Liz de la Cruz eran pareja entre sí, tenían un restaurantcito en el barrio San Martín.
También, tenían problemas con cierta gente.
La modalidad del crimen era desconcertante. El sicariato del negocio narco, común en esa parte de la Villa 31, con la memoria todavía fresca de los asesinatos cometidos por el temible ejecutor “Piedrita” Arredondo, mata y listo, no incendia los restos de sus víctimas a la vista de todos, a menos que quiera enviar un mensaje. Sin embargo, la marca narco era obvia, desde los primeros testimonios. Así, la causa pasó de una fiscalía de instrucción a la Fiscalía Federal N°1, en ese entonces bajo Jorge di Lello, hoy fallecido, que en ese momento concentraba las investigaciones de las bandas de la 31, con tareas dirigidas por el secretario Javier de Elío, un experto en el mapa de la violencia en Retiro.
Esta semana, cinco años después, la Fiscalía Federal N°1 bajo Ramiro González pidió la elevación a juicio de Giancarlo Paredes Crisóstomo, de 31 años, oriundo de Perú, vecino de la Villa, hoy preso en el penal de Ezeiza, el principal acusado en el más macabro crimen de la historia de su barrio.
El motivo, según varios testigos que declararon: deudas, deber plata del negocio narco.
Según el documento de la elevación a juicio, las tres víctimas fueron capturadas el 7 de marzo y mantenidas cautivas en el asentamiento, posiblemente en el restaurant de la pareja. “Allí fueron torturados y luego les dispararon, haciendo uso al menos de la pistola semiautomática de simple y doble acción, calibre 9X19mm, marca Bersa, modelo Thunder N° 540068, produciéndoles la muerte; luego de ello los cuerpos sin vida fueron cargados en un carro cartonero y trasladados, hasta la Manzana 103″, continúa el documento.
Paredes no habría actuado solo: se cree que tuvo otro cómplice para supuestamente matar a la pareja y al cocinero, con la ayuda de cuatro sospechosos para cargar los cuerpos.
El motivo del asesinato “habría estado relacionado con la propiedad que la pareja compuesta por Pachau Quille y De la Cruz Barrientos tenían en Villa 31, donde habían instalado un restaurante que planeaban alquilar, comercio en el cual trabajaba como cocinero Mendoza Silva”, siguió el fiscal González. Pachau Quille y Liz habían comprado el restaurant en 2015, sin embargo, no pudieron venderlo. Ante su familia, en un viaje a Perú, aseguraron tener problemas con “quien manda en la villa de Retiro, que además está preso”, el notorio capo César Morán de la Cruz.
La Fiscalía Federal N°1 tuvo motivos para sospechar que César Morán ordenó los crímenes. Sin embargo, no pudo acreditarlo por el momento. En enero de 2018, seis meses antes de los crímenes, descubrieron que alguien había entrado al restaurant para ocuparlo y cambiar la cerradura. La pareja, lejos de acobardarse, denunció la usurpación en la Justicia.
Giancarlo, alias “El Contador”, descubriría después la fiscalía, era el supuesto recaudador de la venta de droga de la banda de César. La ejecución de las tres víctimas pudo haber ocurrido en dos lugares: en el restaurant u otro aguantadero, llamado “La Carnicería”, ubicado en la manzana 105, que fue allanado en el caso. Allí, se secuestraron escopetas, nueve panes de cocaína, trece armas de puño y 16 celulares, además de un chaleco de la PFA.
El cocinero Gerson, por otra parte, tenía su pasado con la banda de Morán de la Cruz: había sido imputado en una causa junto al capo y su hijo Bladimir por incendiarle la casa a una mujer del asentamiento en 2015 para extorsionarla, mientras la mujer estaba allí dentro con su bebé. Su vieja filiación no lo salvó.
Once días después del triple crimen, insólitamente, llegó un mail anónimo a la PROCUNAR, el área de la Procuración que investiga delitos narco. El informante no solo delataba a Giancarlo, sino que también lo acusaba de coimear a un policía de la zona, que le daba protección. Luego, dio la dirección donde Paredes se escondía. “Espero lo capturen a esta lacra porque si no seguirá matando gente”, se esperanzó el delator. Finalmente, “El Contador” fue capturado en Perú en mayo de 2021. Lo buscaba también el Juzgado N°31 por otro crimen en la Villa cometido en 2017, una ejecución de cinco tiros en el cráneo.
Tras ser extraditado, se negó a declarar por el triple crimen. Le abrieron el teléfono. Encontraron una serie de chats con su pareja en los días previos al 9 de marzo. “Esperá que tengo que hacer algo. Te amo mucho amor”, le dijo el 8 de marzo de 2018, a las 5:30 AM.
-Ya ven amor, le respondió su pareja.
-No, no. Aun no.