“Los vamos a matar a todos. Ahora vamos por tus hijos #Policia”. La amenaza escrita en rojo y hallada en una de las paredes de la casa de Susana Beatriz Montoya, en Córdoba, aumentó la inquietud en torno a su homicidio. La mujer de 74 años era la viuda de Ricardo Fermín Albareda, un subcomisario que fue torturado y asesinado luego de haber sido desaparecido en 1979. El hijo de ambos, Fernando, es militante de HIJOS y había sufrido, el 9 de diciembre pasado, intimidaciones similares.
“Te vamos a juntar con tu papito“; “sos hijo de terrorista”; “se te terminaron los amigos”; “no vayas más a la escuela ni a la jefatura. Vas a morir” fueron los mensajes que encontró el hijo de la víctima, a pocos días de la asunción del nuevo gobierno nacional. Se trataba de carteles escritos con una fibra negra que estaban pegados en la puerta de su vivienda. Debajo de los papeles habían dejado seis balas calibre 22 largo. Esa causa, caratulada como amenazas calificadas y en manos de la Fiscalía Distrito 4 Turno 3 de la ciudad de Córdoba, no tuvo avances significativos, según confiaron a Infobae desde la agrupación que integra.
En tanto, en torno al crimen de Montoya hay un fuerte hermetismo a pedido del fiscal Juan Pablo Klinger para evitar que se entorpezca la investigación. Incluso en el Ministerio de Seguridad de la provincia anunciaron a este medio que su titular, Juan Pablo Quinteros, no haría declaraciones al respecto.
Aunque, por el momento, no se descarta ninguna hipótesis, como la del robo, la advertencia en la pared generó gran preocupación.
Por ese motivo, organismos de Derechos Humanos de Córdoba analizan qué pasos seguir y deslizaron la posibilidad de exigir una respuesta política del gobernador Martín Llaryora. “Aquí se pasó una línea irreversible”, indicó una fuente de HIJOS a este medio. “Exigimos el esclarecimiento del hecho y la protección del compañero y su familia”, agregó.
“Las amenazas que cobardemente dejaron, fueron para toda su familia donde firmaba ‘#Policía’. Exigimos a la Justicia de Córdoba y al Poder Ejecutivo la urgente investigación y esclarecimiento del hecho, como también de las amenazas sufridas a todos los integrantes de su familia denunciadas con anterioridad. Los discursos odiantes que permanentemente circulan en nuestra sociedad son el peligro latente de cuando verdaderamente pasan a la acción”, comunicaron por la tarde del domingo organismos de Derechos Humanos de Córdoba, desde donde exigieron “seguridad y protección efectiva ya al compañero Fernando Albareda y a toda su familia”.
“La historia de esta familia es tremenda. Al padre de Fernando lo torturaron de la peor manera posible”, indicaron miembros de HIJOS, conmocionados por el asesinato de Montoya. Incluso, una nota de elmundo.es dio cuenta los tormentos a los que fue sometido Ricardo Fermín Albareda, quien militaba en el ERP, al repasar la confesión de un ex guardia del centro clandestino de detención “El Embudo”, ante el Tribunal Oral Federal 1 de Córdoba, que presenció los vejámenes.
“Le cortó los testículos, se los metió en la boca y le cosió los labios”, rememoró en el debate oral Ramón Calderón sobre la tortura que su jefe, Raúl Pedro Telleldín, ex jefe del Departamento de Informaciones (D2) de la Policía de Córdoba, aplicó sobre Albareda, quien murió tras desangrarse por dos horas.
El caso
El parte de prensa que dio cuenta del homicidio fue emitido a las 10.50 de este sábado. “Encontraron sin vida a una mujer en una vivienda”, decía a secas el comunicado. Luego, se amplió: “En un domicilio ubicado en calle Miguel Andrés Camino al 4800 de B° Ampliación Poeta Lugones, fue hallada una mujer de 74 años sin signos vitales. Un servicio de emergencias acudió al lugar y constató su deceso. Se investigan las circunstancias en las que sucedió este episodio. Interviene en la causa la Fiscalía de Instrucción de Distrito IV turno 3º, a cargo del Dr. Juan Pablo Klinger”.
Con el paso de las horas, se conocieron los escalofriantes detalles que rodearon al crimen. Se supo que fue Fernando Albareda quien, alarmado debido a que su madre no respondía los llamados, acudió a la casa. “Sólo atiné a llamar a la Policía. Salté la tapia de la casa vecina y vi que estaba muerta, ya morada”, contó consternado a La Voz. De acuerdo a su relato, ingresó a la propiedad y notó desorden, pero no pudo identificar si había algún faltante de valor.