A dos meses del crimen, la Policía Bonaerense detuvo a un hombre por tener entre sus pertenencias y hacer uso del celular de la mujer que fue encontrada muerta en su casa de Lanús a fines de mayo.
Todo sucedió el martes 28 de mayo, cuando Graciela Beatriz Viana fue hallada sin vida sobre su cama por su hermano, José Luis Ojeda, quien llegó al domicilio de la víctima. Estaba preocupado porque no tenía noticias de ella.
Viana estaba vestida sobre la cama, con marchas en el cuello, una herida de arma blanca en el pecho y con espuma en la boca. Del lugar, solo faltaba un equipo de música y el celular de la víctima.
Ahora, dos meses después del crimen, la DDI de Lomas de Zamora detuvo a un hombre de 38 años por tener el dispositivo móvil que pertenecía a la mujer y hacer uso de él. De acuerdo con la información a la que pudo acceder el medio local Diario Conurbano, las autoridades llegaron hasta él tras realizar un rastreo del celular de Graciela. La orden la dio el fiscal Martín Rodríguez, de la UFI 6 de Lanús.
Así, tras realizar un cruce de llamadas y antenas, la Justicia determinó que ese dispositivo móvil se utilizaba habitualmente en una vivienda ubicada en Villa Centenario, Lomas de Zamora.
Aunque no trascendió la identidad del detenido, se sabe que vive en Villa Fiorito y trabaja como cartonero en la casa de los padres —lugar donde finalmente fue detenido—, ya que hay un depósito de cartón.
El fiscal Rodríguez entiende que está comprobado que el hombre compró el celular sabiendo que era robado, pero se cree que no estaría vinculado directamente al crimen. Por el momento, quedó detenido por el delito de “encubrimiento agravado”.
El crimen de Graciela Beatriz Viana
La última comunicación que tuvo con su hermano fue la noche del 27 de mayo. “Habíamos quedado que iba a buscar a su sobrina a mi casa para llevarla al colegio. Ella me ayudaba cuando yo no podía por el trabajo”, detalló Ojeda. “El martes, mi nena me llama y me dice que no iba a ir porque lloviznaba, pero que la vaya a buscar a las 13 para ir a un taller. Le escribí a mi hermana, pero no le llegó el mensaje: quedó un solo tilde. La llamé y me mandaba al contestador. Pensé que se había quedado sin batería o dormida. Ella vivía sola y mi otra hermana tampoco sabía nada de ella”, agregó en un diálogo con Infobae días después del crimen.
Como no tenía noticias, se acercó hasta su casa, llamó desde el portón, pero estaba abierto. Luego, ingresó al domicilio y vio que la puerta estaba arrimada. “Entro y, desde la puerta, llamo fuerte porque el televisor estaba prendido a todo volumen”, siguió su relato.
“No quería molestar por si estaba con alguien, por eso me fui acercando despacio a la pieza, siempre llamando. La luz de la tele iluminaba el cuarto. La veo a ella acostada en la cama. “Despertate, que son las dos de la tarde”, le dije. Ella estaba en posición fetal, hacia la pared. Estaba tapada hasta el cuello. Adentro mío yo sabía que algo pasaba. Sentía una energía rara. También sentía un fuerte olor a cerveza”, reveló.
Así, el hermano encendió la luz. La frazada no se movía. Su hermana no respiraba. Había espuma en su boca, con la piel visiblemente pálida. El estado de la escena sorprendió a José por su prolijidad. No había una gota de sangre, en el piso ni en la pared. Las medias estaban impecables y las ojotas al lado de la cama, como si se hubiera acostado a dormir. Nada estaba revuelto.
En ese momento, precisó que había dos o tres sospechosos, que serían cercanas a ella, pero no brindó las identidades. Con respecto a la hipótesis del crimen, se limitó a decir que “hubo una discusión”. Mientras tanto, la Justicia continúa con su trabajo.