Luego de la usurpación del terreno donde residía Gil Pereg, “el hombre gato”, quien perpetró los homicidios de su madre y su tía antes de fallecer el pasado 7 de julio, uno de sus hermanos inició acciones legales para recuperar la propiedad.
Fernando Sevilla, abogado que representa los intereses familiares, ofreció detalles sobre el predio registrado a nombre de Pyrhia Saroussy, una de las víctimas.
“El viernes recibí la información de que 15 familias estaban organizándose para instalarse y habían comenzado a limpiar el terreno”, declaró Sevilla y añadió que “rápidamente, la Policía llevó a cabo un operativo significativo para desalojar a los invasores, dado que estas propiedades suelen ser focos de actividades delictivas”.
Sevilla además y según informó el portal Mdz, señaló: “Lo curioso es que estas personas estaban organizadas, con asesoramiento legal y apoyo de diferentes grupos que creían que el terreno pasaría a manos del municipio o del estado. Hemos presentado las denuncias correspondientes en la Fiscalía y estamos evaluando iniciar acciones penales contra los intrusos identificados”.
Y respecto a los usurpadores, el abogado confirmó que “se logró identificar a unas cinco personas, algunas con antecedentes penales e incluso propiedades a su nombre. Esto llamó la atención a nuestro equipo legal, ya que poseían viviendas, bienes muebles e incluso motocicletas”.
Destacando la sofisticación de la organización, Sevilla comentó: “Me llamó la atención su nivel de coordinación. Violentaron el acceso sellado; desde entonces, hemos destinado personal para asegurar puertas y rejas. Ocasionalmente, violentaban, pero en este caso ingresaron por la fuerza y empezaron a traer materiales. Es notable la estructura de estas personas, incluidos menores de edad y materiales para establecer una estructura organizada”.
Cabe recordar que el viernes último, un grupo numeroso de personas usurpó el predio donde residía Gilad Gil Pereg, el ingeniero electrónico israelí conocido como el “hombre gato”, apenas cuatro días después de su fallecimiento el pasado 7 de julio en el hospital penitenciario El Sauce. Allí, intentaron reanimarlo sin éxito mediante maniobras de RCP. Pereg, de 42 años, cumplía una condena de prisión perpetua por el homicidio a tiros y golpes de su madre y su tía.
El terreno, situado en la calle Roca al 6000, había quedado abandonado desde su detención hace más de cinco años, y comenzó a ser ocupado tras conocerse su muerte. Según medios locales, entre 10 y 20 familias ingresaron al lugar, donde el criminal había intentado instalar canchas de fútbol y pádel en condiciones de extrema precariedad.
El incendio de la maleza por parte de los ocupantes alertó a los vecinos, quienes alertaron a las autoridades locales. La presencia policial confirmó la preparación del terreno para la instalación de carpas y viviendas rudimentarias, aunque la Municipalidad de Guaymallén, dispuesta a colaborar con el desalojo, señaló que la ocupación inicialmente se presentó como “pacífica”. Por otro lado, la Justicia no intervendrá debido a la falta de denunciantes.
El predio, de más de seis mil metros cuadrados, está cercado por paredes, rejas y un cerco electrificado, con tres habitaciones a medio construir en su interior. Este terreno es el lugar donde Pereg cometió los crímenes de Pyrhia Saroussy y Lily Pereg, y donde vivía rodeado de desorden y DVDs de pornografía junto a varios felinos.
Conocido por su comportamiento similar al de un gato durante su encarcelamiento, se descarta que Pereg haya sido víctima de homicidio dada la naturaleza de su muerte en un entorno penitenciario, pero se espera una investigación exhaustiva con la realización de una autopsia. La fiscal Andrea Lazo está a cargo del expediente bajo la calificación de “averiguación de causales de muerte”.
Pereg fue condenado en noviembre de 2021 a prisión perpetua por los asesinatos de su tía y su madre, cuyos cuerpos fueron descubiertos en enero de 2019 enterrados en el mismo predio. Durante el juicio, se reveló que los cuerpos presentaban múltiples heridas de bala y traumáticas, infligidas incluso después de la muerte, complicando la identificación de las víctimas debido al avanzado estado de descomposición.
La defensa del ingeniero buscó que fuera declarado inimputable, argumentando licantropía, una condición que, según el destacado psiquiatra forense Mariano Castex, llevaba a Pereg a creerse un animal y no ser consciente de sus actos.