J. Morán, de 23 años, nacido en Perú, fue detenido en la madrugada de hoy por la Policía de la Ciudad, en el marco de un operativo de saturación en la Villa 31. Lo encontraron, según la acusación en su contra, menudeando pasta base. Lo cuidaba un típico campana con una pistola calibre 22 al cinto que, según fuentes policiales, intentó agredir a los policías que se lo llevaron.
Así, se les formó una causa a ambos, a cargo de la Unidad de Flagrancia Este del fiscal porteño Federico Tropea.
Lo llamativo aquí es el territorio. J. fue detenido en el cruce de la calle Flor de Otoño y un pasaje sin nombre en la zona del Playón Este, el final del viejo pasillo de los zombies del asentamiento de Retiro. También llama la atención el apellido: J.J es nuevo en la historia policial del linaje. Su familia controló el pasillo de los zombies y el comercio de droga en el Playón Este durante más de una década: fueron combatidos por fiscales como el fallecido Jorge di Lello y su equipo, allanados una y otra vez, presos y condenados.
J., descubrieron los detectives del caso, es el sobrino del jefe del clan, el capo más sanguinario en la historia de la Villa 31 y uno de los más temibles de todo el país, César Morán de la Cruz, alias “Mata por Gusto”, alias “El Loco César”, condenado a 15 años por asesinato, con su banda que fue vinculada a muchos crímenes más.
El poder de la banda fue esmerilado en los últimos años, gracias a las sucesivas redadas y procesos judiciales, lo mismo que le ocurrió a otras bandas, como la de “Ruti” Mariños, otro histórico de la Villa 31, que compartió el poder en la zona con Morán de la Cruz, no sin algunos roces.
Así, el rol de jefe en Retiro, más o menos quedó vacante, con los barrios de la Villa disputados por jugadores menores. “El Loco” hoy continúa preso, enviado años atrás al penal de Resistencia, Chaco. Antes, había sido encarcelado en Devoto, donde fue allanado y se le encontró una flota de celulares con las que les daba órdenes a sus dealers y pistoleros congregados en un célebre aguantadero y centro de torturas, llamado La Casa del Pueblo, cuyo casero era un hombre con la cabeza cubierta de viejos tajos, conocido de Morán de la Cruz en Perú, con un pitbull a sus pies.
Juan Honorio Inga Arredondo, alias “Piedrita, condenado a 20 años de cárcel por dos homicidios, venganzas de la banda, es otro sobrino de César que se convirtió en su sicario estrella, con víctimas como Mónica Palma, que habría sido pareja del capo, muerta por, aparentemente, quedarse con un vuelto indebido.
Las mujeres de César son una clave en su historia. Margarita Morales Huincho fue detenida en 2021 por una vieja causa por homicidio con fecha de 2017, en la que también fue imputado César.
En los registros de Comodoro Py, Margarita aparece como vinculada a un negocio paralelo de la banda: los préstamos usureros. Los investigadores de la Justicia federal, acostumbrados a seguir a la banda de Morán de la Cruz, con una histórica causa principal en la Fiscalía Federal N°1 que fue del fallecido Jorge Di Lello, la ubican entre las encargadas de llamar a los deudores para que paguen.
Sin embargo, otra fuentes aseguran que la víctima por la cual pidieron el arresto de Margarita murió baleado por un ajuste de cuentas netamente vinculado a una deuda de drogas. En la casa donde cayó se encontraron se hallaron cuatro kilos de cocaína, medio de pasta base y marihuana, además de un chaleco antibalas, una pistola calibre .22 con silenciador, municiones y un juego de esposas.
Hubo algunas escenas de esplendor, por así decirlo. El hijo de César, Bladimir, supo tener un jacuzzi en su búnker del Playón, entre paredes sin revoque, con una envidiable colección de zapatillas. Se fue de la Villa para nunca volver a ser visto por las autoridades tras ser allanado en 2017. Otra mujer ligada al universo de César fue condenada a tres años en suspenso por viajar a Perú con 49 mil dólares metidos en el corset.