El titular de la Fiscalía Federal N°1 de Bahía Blanca, Santiago Ulpiano Martínez, pidió la elevación a juicio contra el instructor de canes Marcos Herrero, que intervino como perito en la causa de la desaparición y posterior muerte de Facundo Astudillo Castro, quien fue visto por última vez el 30 de abril de 2020.
A criterio del fiscal Martínez, Herrero fue acusado del delito de falso testimonio reiterado en siete oportunidades, agravado por haber sido cometido en una causa criminal contra los inculpados. Al respecto, el funcionario público sostuvo que “procuró incorporar a la causa conclusiones mendaces y pruebas plantadas, con el claro objeto de incriminar a los miembros de las fuerzas policiales en la desaparición de Astudillo”.
En ese sentido, el fiscal indicó que el perito inducía a sus perros a que adoptaran determinados comportamientos para luego impartirle una interpretación incriminante, asegurando que habían hallado olores de Astudillo Castro.
En ese sentido, sospecha Martínez que el mismo instructor “habría sido quien colocó los elementos de prueba en las escenas rastrilladas (un amuleto en forma de sandía y dos piedras turmalinas), todo lo cual vulneró gravemente el sistema judicial al ponerse en marcha el andamiaje judicial a fin de investigar y reprimir un delito inexistente”.
Sobre ese episodio, el fiscal explicó que, ya de por sí, era contradictorio que el imputado hubiera encontrado dos piedras turmalinas, cuando Astudillo sólo portaba una como colgante. Asimismo, señaló que en el caso se corroboró que ambas rocas no pertenecían al mismo cristal y que, a través de un testimonio, se supo que la turmalina que Astudillo llevaba en su collar era de color violeta y no negra.
En cuanto al amuleto con forma de sandía, Martínez advirtió: “Tres testigos diferentes -muy cercanos a Facundo Astudillo, entre ellos su ex pareja, con quien convivió- manifestaron no haberlo visto nunca, lo que permite suponer que no lo portaba consigo habitualmente”.
El fiscal sostuvo que las diligencias de Herrero no sólo fueron “en contra de las reglas técnicas y científicas que rigen las tareas de búsquedas con canes”. Y agregó: “También desafían la lógica y el sentido común”. En tal sentido, destacó que la técnica utilizada por el perito en el caso fue “drásticamente derribada por sus colegas”.
En ese punto, citó a uno de los especialistas convocados al proceso, quien en su declaración testimonial precisó que “un único perro no puede ser utilizado para buscar drogas, explosivos, seres vivos y/o cadáveres, como el imputado presenta a su can ‘Yatel’”; y puso de relieve que “no hay posibilidad de que la esencia de Facundo Astudillo Castro permaneciera en los objetos encontrados, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido hasta su hallazgo”, pues “luego de 36 horas es muy difícil que se perciban los rastros odoríferos de la persona”.
El fiscal cree que la conducta que le reprocha es idéntica a la que le valió una condena de ocho meses de prisión en Mendoza, de ejecución condicional, por el delito de encubrimiento simple. Al respecto, el fiscal sostuvo: “Nos encontramos ante un modus operandi claro y reiterado en el tiempo por una misma persona”.
Las siete intervenciones irregulares del instructor de canes
En el requerimiento de elevación a juicio, la fiscalía abordó las siete intervenciones de Herrero que presentaron “irregularidades de carácter técnico y científico, distanciándose de cualquier práctica válida en el campo de la cinotecnia y de la búsqueda de rastros con la ayuda de perros adiestrados”:
- La primera ocurrió el 22 de julio de 2020, cuando intervino como guía del can “Yatel”, en el momento que se llevó a cabo el registro de los vehículos policiales. Allí, el perito indicó que, tras la toma de olor a partir de una prenda que pertenecía a Astudillo Castro, el can efectuó marcaciones sobre posibles esencias y manchas hemáticas en ambos móviles.
- El 31 de julio de ese año, en el marco del allanamiento que se practicó en el Puesto de Vigilancia de Teniente Origone, como guía del mismo perro, el acusado dijo haber detectado en el sector antiguo trasero de la dependencia policial, en lo que habría sido un calabozo, una bolsa transparente que contenía en su interior un paquete de cigarrillos en estado de descomposición con dos mitades que unidas componían un objeto símil a una esfera con dibujo de sandía, que contenía en su interior un dije de una vaquita de San Antonio de color verde. Para la fiscalía, esos fueron colocados en la escena.
- El 7 de agosto siguiente, en un rastrillaje en el que participó con sus dos canes, “Duke” y “Yatel”, el imputado refirió que el primero habría realizado una marcación pasiva que denotaría la presencia de posible esencia perteneciente a Astudillo Castro, mientras que el segundo, habría marcado un cactus en la zona trasera de una vivienda. Los elementos hallados resultaron material óseo, que luego de un peritaje se concluyó que correspondían a animales.
- El 2 de septiembre, en un procedimiento de levantamiento de rastros de un patrullero, el imputado destacó una marcación positiva del perro sobre la butaca trasera en relación a alguna esencia perteneciente a Astudillo Castro.
- El 18 de septiembre, cuando se realizaron tareas sobre otro vehículo: uno de sus perros realizó el rastreo luego de tomar el olor de una prenda de vestir que pertenecería al desaparecido. El perito destacó la marcación activa del can por reconocimiento de aroma en el asiento delantero del lado del acompañante, así como en el sector del baúl, precisamente respecto de varios fragmentos similares a vidrios traslúcidos, algunos con superficie color negro, y de un elemento de color negro de tamaño pequeño, en principio, pertenecientes a la víctima.
- El 18 de febrero del 2021, durante otro allanamiento, en el puesto de vigilancia de Teniente Origone, su can “Yatel” habría identificado, nuevamente en el sector del calabozo, el umbral de olor de la víctima y marcado un elemento color negro.
- El 22 de marzo del 2021 se llevó a cabo una inspección con intervención del perito junto con el perro, el que luego de una toma de olor de una prenda que pertenecería a la víctima, efectuó una marcación activa en la caja y la compuerta de ese vehículo, que según consta en el acta labrada en la oportunidad se correspondería con un patrón de olor de Facundo Astudillo Castro.
El caso
Facundo Astudillo Castro desapareció el 30 de abril de 2020. Tras varios días de búsqueda, su cuerpo apareció esqueletizado en el cangrejal del estuario de Bahía Blanca el 15 de agosto. Facundo había salido a dedo desde Pedro Luro hacia Bahía Blanca -debía recorrer unos 120 kilómetros- para visitar a su ex novia.
En ese momento, regía el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) dispuesto frente a la pandemia de COVID-19. La norma prohibía la circulación en la vía pública, salvo al personal denominado “esencial”, y establecía la intervención de las fuerzas de seguridad para que hicieran cesar la acción de quien la violara.
El joven había pasado la noche del 29 de abril en la casa de un amigo y en la mañana del 30, a las 5, inició el viaje a pie por la Ruta Nacional N° 3. Tras recorrer los primeros 30 kilómetros del trayecto, Facundo arribó a Mayor Buratovich, donde llegó gracias a un automovilista que lo acercó. El joven tuvo allí su primer encuentro con una autoridad policial alrededor de las 10.
A partir de ese momento, la investigación se abre en una serie en incógnitas; la evidencia forense obtenida en diferentes procedimientos, los datos técnicos que se desprenden de dispositivos de telefonía celular y las declaraciones testimoniales relevadas no son suficientes para conformar un relato uniforme y cronológico del derrotero de Facundo, según publicó fiscales.gob.ar, el sitio oficial del Ministerio Público Fiscal.