Luego de que tres menores fueron detenidos por pedido del fiscal Javier Di Santo, un cuarto menor se entregó a la Justicia tras haberle confesado a su madre que había estado involucrado en el crimen del remisero Facundo Pereyra (46) en Río Cuarto. “No lo larguen de acá a dos meses”, pidió la mujer al contar el calvario que sufre por no poder ayudar a su hijo a salir de las adicciones y de la delincuencia.
El lunes por la mañana, otro menor de 14 años fue detenido al reconocer que había estado presente en el momento que el conductor fue atacado el domingo a la noche en el barrio 400 Viviendas. “Mami, yo no te dije nada, pero yo estuve ahí. Yo estuve ahí, pero yo no hice nada”, le confesó el menor de edad a su madre al ser testigo de cómo fueron detenidos sus tres cómplices.
Previa a la confesión, la mujer enfatizó que no se trataba de la primera vez que tuvo que denunciar a su hijo ante la Justicia. “Denuncié que mi hijo andaba con armas, que robaba, que se drogaba, que no me hacía más caso, que yo no podía más con él”, recordó al mencionar que había recurrido a la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf), pero que no obtuvo respuestas.
Tras reconocer que la situación estaba fuera de sus manos, pidió a las autoridades que “no lo larguen de acá a dos meses porque mi hijo va a seguir igual en las drogas, en las calles, con las armas y yo quiero que mi hijo se cure”. De la misma manera, explicó que no cuenta con los medios económicos para poder solventar el tratamiento correspondiente, debido a que hace tiempo que dejó de trabajar por encontrarse en un estado depresivo.
“Con todo el dolor en el alma dije todo lo que mi hijo hacía y nadie me ayudó. Mi hijo siguió en las calles, con la mala junta, armado, robando motos y no sé qué otras cosas más”, lamentó la madre del cuarto detenido durante una entrevista para el noticiero Telediario. De hecho, admitió que la madrugada del domingo el joven regresó a la casa bajo el efecto de las sustancias y señaló que “lo andaban buscando en el barrio para pegarle un tiro”.
“En este barrio, lamentablemente, los chicos tienen que andar armados porque acá se manejan con armas de fuego. Todos los problemas los arreglan con tiros y violencia”, denunció al reconocer que su hijo solía circular armado y que, de hecho, portaba un arma cuando volvió esa noche. Incluso, consideró que “si no le pedía al fiscal Di Santo que me lo internaran, a mi hijo me lo mataban acá en el barrio”, debido a que fueron varias las ocasiones en las que fueron a buscarlo a su casa para asesinarlo por otros conflictos.
Seguido del pedido de ayuda, la mujer se solidarizó con la familia del remisero al mencionar: “Lamento mucho lo que le pasó a esa familia y pido perdón en nombre de todos los chicos”. Además, desmintió las versiones que circularon en las redes sociales sobre ella y su hijo al remarcar que “se dicen muchas cosas malas sobre mi y sobre mi hijo, pero no saben lo que uno tiene que vivir día a día”.
El régimen de minoridad vigente ampara al menor de 14 años, por lo que será considerado inimputable al igual que los otros adolescentes de 14 y 15 años. Según ElDoce.tv, los tres serán resguardados por las autoridades del Senaf, mientras que el joven de 16 años fue el único en ser trasladado al Complejo Esperanza de Córdoba tras ser imputado por el delito de “homicidio en ocasión de robo”.
De acuerdo a los investigadores, los menores de edad podrían haber sido pasajeros de Pereyra y lo atacaron luego de que llegaran a la intersección entre las calles Goudard y 12 de Agosto. La principal hipótesis apuntaría a que la motivación del crimen fue un robo, debido a que la víctima fue encontrada sin su teléfono celular y la recaudación de la jornada.
A pesar de que la víctima todavía contaba con signos vitales cuando fue trasladado hacia el Hospital San Antonio de Padua, no pudo aportar una declaración, debido a que se encontraba desvanecido. Aunque confirmaron que tenía una herida de bala en la zona intercostal derecha, el comisario de Río Cuarto, Agustín Torres, informó que aún resta dar con el paradero del arma homicida durante una conferencia de prensa.
El remisero era padre de tres hijos, trabajaba en una empresa trasladando a personas con discapacidad y había sumado el trabajo como chofer para incrementar sus ingresos. El crimen de Pereyra renovó los reclamos de seguridad por parte del gremio de remiseros, una queja de la que él mismo había sido parte en otras ocasiones.