Francisco Javier Uribe Urdaneta vivió una vida sencilla, sin sobresaltos, al menos según su perfil de Facebook. Nacido el 30 de marzo de 1985 en Machiques, Venezuela, era trompetista en un conjunto de mariachi. Salía de excursiones con su familia, de camping en parques nacionales de su país. Ahora, Francisco Javier tiene una marca al menos complicada sobre su cabeza: la Justicia argentina lo busca con una circular roja de Interpol por ser un supuesto miembro de la organización que con un troyano ingresó de forma online a las cuentas de entidades como el Círculo de la Policía Bonaerense, el Colegio Saint George’s en Quilmes para vaciarlas y transformar el dinero en criptomonedas.
La organización está acusada de cometer uno de los mayores fraudes digitales de la historia reciente: el daño se estima en 1500 millones de pesos, irónicamente, un millón y medio de dólares.
El reparto de la torta es grande: hay al menos 54 imputados -33 de ellos mulas bancarias- en siete fiscalías de la provincia de Buenos Aires, encabezadas por el Departamento de Ciberdelitos y Tecnologías Aplicadas de la Secretaria de Política Criminal de la Procuración General bonaerense, con unidades en Bahía Blanca, Junín, San Isidro, La Plata, Junín, Quilmes, con funcionarios como Martín Almirón, Alejandro Musso, Rodolfo de Lucía.
Hoy, la División Delitos Tecnológicos de la Policía Federal allanó 54 objetivos, con otro ocho golpeados por la Policía Bonaerense. Se detuvo a cuatro sospechosos con pedidos de captura, entre ellos un joven argentino de 27 años dedicado al negocio financiero, analista y programador según él mismo, ex empleado de un importante banco y de una de las principales firmas de medios de pago del mercado. sospechado de ser el cabecilla, el administrador de las wallets, las billeteras y cuentas cripto para esconder la plata. Los detectives de la PFA -bajo la Superintendencia de las Investigaciones Federales- lograron recuperar 18 millones en moneda argentina de las billeteras digitales analizadas, así como efectivo en pesos y dólares.
Uribe es una pieza en el puzzle, una de tantas. El problema es que nadie sabe dónde está.
Un comunicado del Ministerio de Seguridad de la Nación aseguró que se encuentra en Estados Unidos. Sin embargo, otras autoridades hablan de un rumbo incierto. Su hoja de ruta migratoria asegura que estuvo en Argentina y que luego salió a Ecuador. De allí, se le perdió el rastro.
En concreto, Uribe está acusado en su circular roja, tramitada por el área de Interpol de la PFA, de golpear a una pequeña empresa del Conurbano, una droguería. Junto a dos cómplices, entró a dos cuentas del Banco Provincia de la empresa entre el 7 y el 9 de diciembre pasado para realizar pagos y así vaciarla.
Mediante una triangulación de compras, Uribe y los dos compatriotas habrían cambiado el dinero a USDT, una stablecoin, que se mantiene, poco más, poco menos, atada al valor del dólar.
Empresas líderes del rubro como Binance y Lemon colaboraron en la investigación. La pista latinoamericana, mientras tanto, se extiende. Hay otras ocho circulares rojas emitidas por Interpol a ciudadanos residentes en Venezuela, Ecuador, México, Colombia, Brasil y Estados Unidos. Cómo se conformó esta red es otra incógnita, en una investigación que continúa con nuevas pruebas. La Federal incautó 71 celulares en la jornada de hoy que podrán ser peritados.