Tras una intensa investigación de la Unidad Fiscal Especializada en la Investigación de Delitos vinculados a Estupefacientes (UFEIDE), a cargo de la fiscal Cecilia Amil Martín, la Policía de la Ciudad de Buenos Aires -con el aporte de “Demon”, uno de los perros detectores de narcóticos- desbarató una banda que vendía drogas al narcomenudeo en los alrededores de Plaza Miserere, en el barrio porteño de Once.
Fuentes policiales indicaron a Infobae que la investigación se inició a partir de la denuncia de vecinos del lugar que referían que varias personas vendían drogas en pequeñas cantidades, en una propiedad ubicada en la calle Adolfo Alsina al 3000.
Por eso, la UFEIDE delegó tareas de investigación en la División Investigaciones Antidrogas Zona IV de la Policía porteña, cuyos agentes pudieron constatar que efectivamente allí se comercializaba droga. Con la información, la Justicia ordenó un allanamiento, donde fueron detenidas cuatro personas.
Se trata de Inaudis Perera Silva (62), apodado “El Cubano”, Jerison Santos Reyes (27), Génesis Gabriela Cabrera Deis (29), ambos de origen dominicano, y Mariano Palacio, un hombre de nacionalidad argentina de 41 años.
El operativo permitió la incautación de más de 400 gramos de cocaína, integrados por medio ladrillo de 362 gramos, cuatro trozos de 30,9 gramos, una bola de 6,9 y 30 envoltorios con 7,7 gramos.
También se decomisó dinero y más de 10 teléfonos celulares. Además, tenían en su poder 425.800 pesos. Por tal motivo, se imputó a las cuatro personas por el delito de tenencia de estupefacientes.
Las fuentes consultadas por este medio señalaron que en un procedimiento de juicio abreviado, se dispuso la pena de tres años de prisión en suspenso para dos de los imputados, mientras que los restantes fueron dados en libertad con medidas restrictivas. En el caso también intervino el Juzgado en lo Penal Contravencional y de Faltas N° 13, a cargo de la jueza Maria Lorena Moral.
Narcomenudeo en la Ciudad y el Conurbano
Un estudio de la UCA publicado la semana pasada advirtió que 3 de cada 10 familias saben dónde se vende la droga en su barrio. De acuerdo con el Observatorio de la Deuda Social Argentina de esa institución, “los datos recabados revelan una situación generalizada que afecta principalmente a las poblaciones más vulnerables, la cual se ve agravada por la falta de políticas públicas efectivas y la normalización del consumo”.
“Las causas del consumo son multifactoriales, incluyendo la búsqueda de identidad, expresión cultural o alivio temporal ante el estrés, la ansiedad o la depresión; causando un fuerte daño no solo en el individuo consumidor, sino en toda la familia”, detalla.
Al mismo tiempo, el estudio “destaca la importancia de abordar con urgencia este complejo problema desde dos ángulos: la oferta y la demanda, para poder lograr soluciones adecuadas”. De acuerdo al informe, se observa un aumento sostenido de la venta de drogas en los barrios en los últimos años.
Esta situación solo ocurre en el 18,7% de los hogares de CABA en el año 2023, pero sucede en el 35,6% de los hogares del conurbano bonaerense. Por otro lado, la ausencia de vigilancia policial incrementa el riesgo de venta a un 41,5%.
No obstante, en barrios que perciben presencia de vigilancia policial, el número se reduce a un 25,6%.
La percepción de venta de drogas sube al 62% en villas de emergencia y al 70,5% en barrios de viviendas sociales. Los resultados, para el equipo técnico que realizó el trabajo, muestran un aumento en la percepción de venta y/o tráfico de drogas, conforme aumenta la vulnerabilidad socioeconómica.
En hogares de clase media alta, este riesgo es del 15,4% , mientras que alcanza a la mitad de los hogares del nivel socioeconómico muy bajo (47,4%). Esto no significa que no exista un problema en estratos más altos, sino que es menor su prevalencia, así como también su visibilidad.
La universidad, asimismo, presentó los datos desagregados por los principales aglomerados urbanos del país. El problema aparece con mayor prevalencia en los barrios con baja vigilancia policial del conurbano (43,6%) y del Gran Rosario (41,4%).
Este riesgo también aumenta en niveles socioeconómicos más bajos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (38%).