Rosalía Paniagua, la empleada domestica acusada del asesinato del empresario Roberto Wolfenson en el county La Delfina de Pilar, seguirá detenida. En las ultimas horas, el juez de garantías Nicolás Ceballos le dictó la prisión preventiva acusada de robo calificado por el uso de arma utilizada en forma impropia en concurso real con homicidio criminis causae. Es decir, que, al menos según la acusación, mató a Wolfenson para ocultar el delito de robo.
Según la acusación del fiscal Germán Camafreitas, que fue ratificada por el magistrado Ceballos, Paniagua asesinó a su jefe Wolfenson el jueves 22 de febrero. “La aquí imputada, se apoderó ilegítimamente de un aparato celular, un parlante tipo bluetooth, un par de auriculares misma marca, un cuchillo de cocina, un candelabro de bronce macizo y un par de guantes de limpieza de color rojo, propiedad del nombrado Wolfenson”
El texto continúa: “Asimismo, con el claro fin de procurar su impunidad, aprovechando su calidad de empleada doméstica, dentro de la habitación de huésped ubicada en la planta alta de la finca mencionada, mediante la utilización de un elemento en forma de lazo, y mediante golpes, la aquí imputada Paniagua lo colocó alrededor del cuello del señor Roberto Eduardo Wolfenson Band y provocó su asfixia hasta su muerte, para luego darse a la fuga con los objetos de valor sustraídos”.
A fines del mes pasado, Paniagua decidió hablar en su declaración indagatoria. Dio una versión de los hechos sumamente curiosa. Contó que el día del crimen, ocurrido el jueves 22 de febrero, la víctima estaba en la casa junto a otro hombre manteniendo una supuesta relación homosexual y que ese amante fue el asesino. Contó, también, que ella fue presuntamente golpeada, maniatada y obligada a llevarse el celular de la víctima y otros objetos de valor que luego fueron encontrados en su casa.
Sin embargo, para el fiscal, la mujer se apoderó ilegítimamente de todos los elementos mencionados en la acusación.
Con respecto a esto, el juez Ceballos, en su escrito de 70 fijas al que accedió Infobae, asegura que “la versión de descargo ensayada por Paniagua, no logra desvirtuar el cuadro cargoso advertido y colectado hasta el momento, tendiente a cimentar la hipótesis del caso ensayada por parte del Ministerio Público Fiscal”.
Cronología del crimen del ingeniero
El ingeniero electrónico, ya jubilado y experto en baterías de litio, trabajaba como ejecutivo para una importante empresa; había sido visto por última vez con vida el día anterior a que hallaran su cuerpo: cerca de las 14 de ese jueves 22 de febrero.
Wolfenson faltó a su clase de gimnasia de las 19 de ese mismo jueves sin dar aviso. Cuando sus amigos le escribieron al teléfono, los mensajes no llegaban. Tampoco atendió ninguna llamada durante el resto de esa misma jornada. Muchos menos el viernes. Otro dato: cuando el cuerpo fue encontrado, estaba vestido con la ropa que tenía puesta el jueves por la mañana.
Todos estos indicios llevaron a los fiscales Camafreitas y Alejandro Musso, con la coordinación del fiscal general John Broyad, a creer que el homicidio fue cometido ese 22 de febrero. Sin embargo, la autopsia reveló que la data de muerte estaba ubicada entre las 13 y las 16 del viernes del hallazgo. Para los investigadores, este dato no es determinante, ya que no siempre es preciso el horario de una muerte.
Pero no es la única prueba en su contra. Los investigadores hallaron una serie de cámaras de seguridad que comprometen a Paniagua por sus actitudes sospechosas. Pero en una en particular se la observa manipulando el celular de la víctima, a pocos minutos del momento en el que se cree que cometió el asesinato.
Según la reconstrucción de la Justicia, la empleada doméstica participó del crimen que se habría cometido en el mediodía del jueves 22 de febrero. Luego, salió del barrio privado a las 13.53 sin que, curiosamente, nadie le revisara la mochila. En su interior, se sospecha, llevaba el parlante y, al menos, un candelabro de 1 kilo típico de la comunidad judía, valuado en unos $600 mil pesos. Posteriormente, la mujer se tomó el colectivo 228F hasta la estación de Derqui. Esto quedó registrado en el movimiento de las antenas.
Una vez en las inmediaciones de la estación, una cámara de seguridad privada la filmó hablando con una mujer rubia. Para los investigadores, estaba tratando de venderle un celular, pero no lo consiguió. Se cree que el aparato era el teléfono de Wolfenson.