Ayer jueves por la mañana, el Tribunal Federal N°3 de San Martín condenó al influencer y ex estrella de Youtube Marcos Cabrera Rodríguez, más conocido como Yao Cabrera, a cuatro años de cárcel por reducción a la servidumbre.
Una editora de video que había contratado para seguir su vida caótica y constantemente viralizada lo había denunciado en 2020 por tratos inhumanos. Según documentos de la causa, le prometió un salario y proporcionarle vivienda y comida. Sin embargo, en este período, mientras residían con otras personas en el inmueble en el lote 125 del barrio San Marcos de Escobar, Cabrera Rodríguez la sometió a precarias condiciones laborales” como jornadas laborales de 24 horas sin descanso, con amenazas de multas y platos de comida podrida. La víctima tenía 21 años en ese entonces.
La editora de video se presentó como querellante en la causa. Así, logró que Cabrera sea procesado en 2022, aunque sin prisión preventiva, algo que la querella de la víctima protestó fuertemente con sucesivas apelaciones. El hoy condenado -que asegura ante la Justicia es ser influencer- seguirá libre, de acuerdo al fallo de la jueza Nada Flores Vega, hasta que la condena quede firme. Deberá indemnizar a su víctima con seis millones de pesos. La historia para Cabrera puede ponerse peor: la magistrada ordenó que se remitan testimonios a la UIF, la ANSES y la PROCELAC para investigar posibles delitos financieros y previsionales. Cabrera, para empezar, nunca figuró como empleador en blanco de la editora, de acuerdo a los registros a los que accedió Infobae.
Se esperan en los próximos días los fundamentos de la condena. Mientras tanto, documentos de la causa a los que accedió Infobae revelan parte de las pruebas que llevaron a la pena de ayer.
Está, para empezar, la denuncia de la víctima misma. Las escenas que retrata en la “Mansión” de Cabrera son decadentes.
Qué denunció la víctima de Yao Cabrera
La damnificada aseguró que Cabrera y “otras personas de su equipo la contactaron para ofrecerle trabajo como diseñadora gráfica, a cambio de un sueldo y vivienda dentro de lo que denominaban la “Mansión WIFI””, en el country San Marco de Escobar, donde Cabrera producía su contenido, asevera un documento del TOF N°3 al que accedió Infobae.
Así, “comenzó con un trabajo de edición, pero que luego le dijeron que también debía actuar en las “novelas” que preparaban para publicar en las redes sociales; que como se encontraba sin empleo y con problemas de vivienda, aceptó el trabajo”, continúa el texto. Repitió el trabajo poco después. No le pagarían con dinero, sino con “seguidores” para sus redes sociales.
Un problema familiar la llevó a quedarse sin casa definitivamente. Contactó a Cabrera, que la invitó a la “Mansión WIFI” en Escobar donde le daría techo y comida a cambio de editar videos.
Durante la primera noche la hicieron dormir en el suelo hasta el día siguiente, “cuando un integrante del grupo le tendió una cama”. La víctima describió “el ambiente imperante en ese domicilio como repulsivo”, con horarios enloquecedores: debía despertarse alrededor de las 9 de la mañana y no podía descansar hasta la 1 o 2 de la mañana siguiente. Solo le dejaban salir los días domingo.
Para comer, Cabrera le daba arroz con tomate de lata. De merienda, un té y tres galletitas de agua. A veces no había nada qué cenar. A veces la comida estaba descompuesta, lo que la llevaba a fuertes malestares. No tenía dinero para comprar comida, ya que no le pagaban. Si comía de más, le reprochaban que dejaría sin comida al resto del grupo. La comida estaba etiquetada para los ocupantes de la “Mansión”. Si comía algo que no le correspondía, le aplicaban una multa y la humillaban en ronda.
“Muerta de hambre”, le decían. Luego, la obligaban a limpiar inodoros tapados, bajo amenazas de echarla a la calle. Peor aún, Cabrera le decía que debía comportarse como “su esclava”. “No podía hacer nada sin su consentimiento”, asegura la transcripción. Cabrera le había prometido pagarle diez mil pesos. Luego, nada. Debía conformarse con la casa y la comida podrida.
Su salud reflejó la humillación constante. Estos eventos “le generaron problemas graves de asma, que empeoraban por las largas jornadas laborales sin descanso, con deficiente hidratación y nutrición, lo que terminó con un ataque de asma seguido por uno de epilepsia, por lo que debió ser atendida por una ambulancia y fue diagnosticada con bronquitis aguda y principio de epilepsia”-
La víctima atravesó una pericia del Cuerpo Médico Forense. Los resultados avalaron su testimonio. Los peritos afirmaron que “se hallaba en una marcada situación de vulnerabilidad y que ha estado expuesta a situaciones de violencia y sumisión “que han dejado una impronta dañosa, así como la emergencia de síntomas específicos e inespecíficos derivados de dicha situación…”; que las situaciones denunciadas “han resultado disruptivas para su psiquismo dejando improntas que aparecen en desmedro de sus capacidades”.
Así, concluyeron que “presenta indicadores de estrés postraumático”.