R. S. se salvó de ser atacado en banda ayer por la tarde, cuando una turba de padres de la Escuela N°11 de Presidente Perón en la que trabajaba como portero se congregó para darle una golpiza. Un patrullero de la Policía Bonaerense se lo llevaba en medio de gritos. “¡Violín!”, “¡hijo de puta!”, le lanzaban. Allí, los padres le explicaron a la Bonaerense que el portero, de 63 años, “les acaricia las manos a las menores cuando entregaba algún elemento, las piropeaba y las observaba desde el baño”.
Poco después, el portero se sentó ante el fiscal Juan Cruz Condomí Alcorta. Declaró al ser indagado: dijo ser inocente, que todo era mentira.
La turba en el colegio disparó una causa en su contra a cargo de Condomí Alcorta, que compiló las denuncias en su contra y lo imputó. El delito del que se lo acusa es el de abuso sexual agravado por ser las víctimas menores de 13 años y por ser encargado de su guarda, su guardián, un trabajador de la escuela que debería protegerlas. Algunas de las presuntas víctimas tienen 8 años de edad.
Los padres declararon en la fiscalía tras la escena en la puerta de la Escuela N°11. La madre de una niña de ocho años afirmó que su hija “no tenía ganas de concurrir al colegio ya que se sentía incómoda, porque tiene miedo de ir al baño, y siente que la miran”, afirma un documento de la causa. Tras mostrarle una foto de R.S., la menor aseguró que el hombre “siempre estaba cerca del baño”.
La madre de otra supuesta víctima, esta vez de siete años, afirmó que su hija le relató que el portero “siempre se escondía detrás de las columnas del patio, que la miraba y le tiraba besos, la saludaba, y le guiñaba el ojo cuando ingresaba al baño”. En otra oportunidad, “el portero se habría acercado a la niña y le habría acariciado la mano, lo que la hizo sentir incómoda”.
Ahora, comienza un extenso proceso para determinar si las denuncias son ciertas, principalmente con declaraciones de cámara Gesell a las alumnas. Los casos de este tipo suelen ser complejos, con un efecto bola de nieve en las declaraciones y padres que podrían forzar una respuesta en sus hijos ante la presión.
El caso de M.B, docente de música de una jardín de infantes de Villa Lugano, es una experiencia testigo. A comienzos de diciembre de 2018, 70 padres del Jardín de Infantes N°10 de Villa Lugano llegaron al asfalto de la General Paz para cortar el tránsito. No lo hicieron una, sino tres veces. Habían amenazado incluso con apedrear el propio jardín a donde iban sus hijos cada día .
A M.B lo acusaron de abusar no de uno, sino de 14 chicos. El Juzgado N°9, con el juez Martín Peluso y una investigación a cargo del secretario Diego Villanueva, determinó que esos abusos nunca habían ocurrido. En las cámaras Gesell, según el fallo, ningún chico refirió nada que se le pareciera a un abuso sexual o una situación violenta.