Natalia Sandberg es médica genetista y encargada desde hace 17 años del Registro Nacional de Huellas Genéticas de la Dirección Nacional de Policía Científica del Ministerio del Interior de Uruguay. Su amplia trayectoria en el campo de la investigación y la genética, sumadas a su empatía con la familia de Lola Chomnalez, asesinada en diciembre de 2014 en la playa de Barra de Valizas, la convirtieron en una pieza fundamental para hallar el femicida de la adolescente argentina y que este miércoles fue condenado a 27 años y medio de prisión.
La convicción de resolver un caso que parecía estancarse fue su motor para idear una estrategia de cotejo de ADN que permitió que la Policía del Departamento de Rocha detuviera a Leonardo David Sena, el asesino. Se trató de un trabajo inédito, sin precedentes.
“Nuestro trabajo es hacer búsquedas puntuales, confrontaciones puntuales entre criminales y hechos de casos sin resolver. Lo inédito fue tratar de maximizar ese software que tenemos y buscarle otras patas a la investigación con búsquedas de familiaridad, parentesco y genealogía forense. No me basé en nadie para empezar a gestionar esto”, explicó en 2022 en medio de una conferencia de prensa.
Y agregó: “Comenté con colegas que tenía en otras partes del mundo y me apoyaron. Para ellos tampoco tenía precedentes. Me apoyaron y me dieron la confianza científica para poder hacer estos hallazgos”.
Cuál fue su trabajo
Durante la investigación del crimen de Lola, se encontró un perfil de ADN que correspondía a un hombre. En primera instancia, Sandberg cotejó la muestra con el banco de datos del Registro Nacional de Huellas Genéticas, donde está la información de todas las personas que tienen antecedentes penales, pero el resultado fue negativo.
Fue algo que la funcionaria repitió recurrentemente, ya que el banco de datos se actualiza a diario. Pero durante los primeros años, fue casi inútil. Y fue en ese contexto que la profesional decidió discriminar la línea paterna de la materna de la composición del material genético.
Así, cuando cotejó la muestra con la línea paterna, el resultado, otra vez, no fue el esperado. Todo parecía estancarse nuevamente. Pero no se rindió: propuso avanzar por el lado materno y descubrió, luego de compararlo con todo el banco de datos, que el ADN del supuesto agresor de Lola coincidía con el de un hombre que estaba preso por otra causa, pero solo tenía vínculo por su madre.
El detenido tenía un “mapa genético” muy parecido al encontrado en las pertenencias de Chomnalez. A partir de allí, se abrió un nuevo camino. Con ese hallazgo, la Policía Científica logró ubicar a la mamá de ese recluso. La Justicia autorizó la extracción de una muestra de la mujer y descubrieron así que aquel preso era medio hermano del hombre que había manipulado la mochila y el DNI de la adolescente argentina.
Otro dato no menor: la madre del sospechoso también declaró ante la Policía que había tenido 11 hijos, y entre ellos aportó el nombre de Leonardo David Sena. Dijo que desde chico él vivió con una familia en la zona de La Paloma o Rocha, porque lo había dado en adopción. Ya con una identidad y un lugar algo delimitado, el cerco comenzó a hacerse más pequeño.
Sin embargo, no podían dar con él. De hecho, no tenían la certeza de que fuera la persona que estaba buscando porque de los 11 hijos, ocho eran hombres. De esos, sabían que tres tenían antecedentes penales, pero también contaban con la certeza de que no habían matado a Lola porque sus ADN estaba en el registro y no coincidían con los rastros.
El objetivo entonces se centró en cinco, pero los investigadores se enfocaron en uno solo. El de Sena, que ya que tenía antecedentes por violación y violencia. El motivo de que su huella genética no haya sido encontrada en el banco de datos de Policía Científica es porque este registro se creó en 2012, y los delitos los había cometido en 2003 y 2009.
Hasta ese momento, no sabían dónde estaba el sospechoso. Sin embargo, surgió otro giro inesperado. Irónicamente, Sena denunció haber sido víctima de un robo en la ciudad de Chuy, en la frontera con Brasil, lo que permitió ubicarlo: brindó todos sus datos personales.
Con esa información, la Justicia ordenó el allanamiento de su vivienda. El sospechoso dijo no saber por qué lo buscaban y se negó a realizar la prueba de ADN. Fue por eso que, con la orden del juez, los policías se llevaron un cepillo de dientes y así lo cotejaron con las muestras genéticas del crimen de Lola. El resultado coincidió con los rastros hallados en las pertenencias de la adolescente y, finalmente, quedó detenido y ahora condenado.
La genetista
Según su perfil de LinkedIn, Sandberg es magíster en Ciencias Biológicas y está cursando otra maestría en Neurofisiología. Durante su tiempo como funcionaria fue capacitada por el FBI en Estados Unidos y participó en la elaboración del proyecto para la creación de una base de datos genética de la población criminal de su país.
Sobre el trabajo para esclarecer el caso de Lola Chomnalez, allá por 2022, cuando se conoció el arresto de Sena, la profesional aseguró que se mantuvo “un hermetismo total porque fue muy delicado”.
“La idea era no estar avivando a nadie de que esto se estaba llevando a cabo. Mi motivación fue la familia. Ver el caso me conmovió muchísimo”, había resaltado por entonces. En ese sentido, reiteró que el expediente la movilizó desde el punto de vista sentimental y de buscar “todas las maneras habidas y por haber” que estuvieran a su alcance para aportar en el caso.
“Fue muy emocionante. Lo dejamos todo. Mi sueño siempre fue mirar a la cara a los padres y decirles que lo dejamos todo”, había contado.