Juan José González, en cierta forma, creía en el perdón.
Su novio, Oscar David Espínola, 46 años más joven que él, ya le había robado en ocasiones anteriores en su departamento del cuarto piso en la calle Corrientes al 5200, Villa Crespo. Sin embargo, aseguraron amigas de Juan José a la Justicia, se lo dejó pasar. Así, Oscar volvió. Juan José, peluquero, de 67 años, que atendía en un pequeño local de la calle San Blas, era generoso. El domicilio que Oscar había registrado en la AFIP era la casa de su novio. El peluquero también era descuidado con su información personal. Una clienta era quien manejaba sus claves bancarias. Solía hablar en voz alta de los beneficios del ANSES que cobraba, de la plata que tenía.
Su relación con Oscar, alias “El Chino”, era tormentosa, marcada por la manipulación. Juan José tenía una amiga muy cercana, Susana Beatriz, hija de una amiga de su madre, con la que se había criado. Se contaban sus cosas. Eran, declaró Susana tiempo después, “como hermanos”. Tomaron un último café el 4 de noviembre en el restaurant Punta Serrano de Villa Crespo, a cuatro cuadras del departamento de Juan José. Lo vio afligido a su amigo. “El Chino”, como siempre, era el problema.
Era una relación ocasional que había comenzado a fines de 2022, que iba y venía, como Espínola mismo. González aseguraba que su novio bebía demasiado y consumía drogas. Sin embargo, al parecer lo amaba: le aseguró que quería casarse con él, para dejarle todo lo que tenía. Vivía en el departamento de la calle Corrientes hace 38 años. Lo había decorado tal como a él le gustaba. Tal vez, algún día seria de su novio.
Sin embargo, peleaban con frecuencia. “El Chino” se iba a la villa Fraga o al paredón del cementerio de la Chacarita, en busca de transas que le vendieran algo, en las ranchadas de marginales, para reaparecer tiempo después. El peluquero lo iba a buscar, arrepentido, para que por favor volviera.
Susana aseguró ante la Justicia que el último contacto de Juan José en WhatsApp ocurrió el 5 de noviembre de 2023, por la tarde, algo que fue ratificado por la empresa de telefonía celular a cargo del aparato. Dos días más tarde, “El Chino” fue visto en un local de hamburguesas de la cuadra. Las fechas coinciden con la autopsia, con la data de muerte marcada por el Cuerpo Médico Forense luego de que abrieran el cadáver descompuesto de Juan José para hallar un bollo de trapo en su garganta que lo asfixió hasta morir.
“El Chino” fue finalmente detenido ayer martes, tras una extensa investigación de la fiscal Mónica Cuñarro y la División Investigaciones de la Comuna 15 de la Policía de la Ciudad. Lo encontraron en la zona de Puente Pacífico, tras volver de Derqui, de donde iba y venía. Sonrió cuando se lo llevaban, tal vez, ante la chance de terminar preso de por vida.
El crimen, cree la fiscal Cuñarro, fue por codicia. Espínola lo mató para robarle.
La pista principal para esta hipótesis fue aportada por el portero del edificio. El 4 de noviembre se cruzó con González, que le aseguró que había tomado un préstamo en el ANSES de 400 mil pesos para colocarlos en un plazo fijo, uno de dos que tenía a su nombre, junto con dos cajas de ahorro.
Días después, el portero oyó la voz de “El Chino” en el departamento, conocido en la cuadra por mendigar en los locales.
En medio de su investigación, Cuñarro descubrió que, efectivamente, González había denunciado a Espínola el 6 de abril de 2023, en una causa radicada en el Juzgado N57. En esa oportunidad, acusó a Espínola de haberle robado numerosas prendas de vestir y dinero en efectivo del interior del departamento. Señaló que, en noviembre de 2022, su pareja le pidió si lo podía alojar en el departamento para lograr abandonar su adicción a las drogas. También, le pidió su dirección para poder tomar un préstamo en el banco Provincia. Habían viajado juntos a Mar del Plata para pasar diez días de vacaciones dos meses antes de esa denuncia. Juan José, como siempre, pagó los boletos de tren.
La tela en la garganta no fue la única que hallaron los forenses. El cuerpo de la víctima estaba atado de manos, echado sobre la cama, algo que llevó a inferir que Espínola no habría actuado solo.
Había otro detalle llamativo en la escena, un pequeño anotador, con una nota de puño y letra, que decía:
“JUAN JOSÉ TE AMO, YO, OSCAR ESPÍNOLA”.