El sábado por la tarde, en el barrio de Villa Banana, se registró el asesinato de un hombre identificado como Miguel Ángel Arellano, de 33 años, quien fue atacado por dos individuos a bordo de una motocicleta. El incidente ocurrió aproximadamente a las 19 horas en la intersección de la calle Pascual Rosas al 2700, cerca del Centro Municipal de Distrito Oeste Felipe Moré.
Arellano fue abordado por los motociclistas, quienes le dispararon en dos ocasiones en la cabeza y una vez en la espalda, usando un arma de calibre aún no determinado. Las autoridades no han esclarecido las razones detrás del homicidio.
Informes preliminares del Ministerio Público de la Acusación indican que el ataque se realizó a corta distancia y sin intercambio de palabras previo. Arellano falleció en el lugar a causa de las heridas.
La escena del crimen fue asegurada por efectivos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, quienes se encontraban patrullando la zona, parte de un despliegue de fuerzas federales en Rosario.
Según informó el diario La Capital, testigos del hecho reportaron que los responsables del homicidio se movilizaban en una moto CG Titán de color negro, y uno de ellos vestía una camiseta del club Newell’s. Los agentes aeroportuarios confirmaron que la víctima presentaba disparos en la cabeza y en la espalda, y notificaron a la policía provincial, que recibió múltiples llamadas al servicio de emergencias 911 por parte de vecinos.
Unidades policiales arribaron al sitio para custodiar el área hasta la llegada del Gabinete Criminalístico de la Policía de Investigaciones, que se encargó de las primeras pericias. La investigación del caso fue asignada a Gisela Paolicelli, fiscal de la Unidad de Homicidios, quien ordenó la recopilación de grabaciones de cámaras de seguridad, toma de testimonios y búsqueda de evidencia forense.
El cuerpo de Arellano fue trasladado al Instituto Médico Legal para autopsia, donde se confirmó su identidad. Se reveló además que, aunque Arellano tenía antecedentes por robos, no hay evidencia directa que vincule estos hechos con el motivo del asesinato, dejando a los investigadores con especulaciones sobre las causas del ataque.
En Rosario, una ciudad marcada últimamente por la violencia de grupos criminales, se registró, a principios del mes pasado, un nuevo ataque que culminó en la muerte de un joven trabajador.
El 10 de marzo, Bruno Bussanich, de 25 años, empleado de la estación de servicio Puma Cita ubicada en las intersecciones de las calles Mendoza y Rojas, fue asesinado a tiros en la cabeza. La policía, alertada por informes de un hombre hallado muerto en el sitio, confirmó que la víctima fue atacada con un arma de fuego.
Investigaciones preliminares indican que los perpetradores se desplazaban en un Fiat Duna rojo. En la escena del crimen se encontró una nota con amenazas dirigidas al gobernador Maximiliano Pullaro y su ministro de Seguridad. La misiva, atribuida a grupos delictivos locales, declara una guerra no por territorios, sino directamente contra las figuras gubernamentales mencionadas, responsabilizándolas por la muerte de inocentes debido al endurecimiento de medidas en las prisiones.
Este incidente, junto con otros asesinatos recientes, parece responder a las advertencias de las organizaciones criminales sobre la continuación de violencia hacia civiles inocentes como protesta contra las restricciones carcelarias. Las amenazas contra Pullaro y su administración no son nuevas, incrementándose desde que asumió el cargo en diciembre y reforzó la seguridad en las cárceles.
Luego de varias semanas de investigación, las autoridades detuvieron a un joven de 15 años sospechoso de estar involucrado en el homicidio de Bussanich, tras un operativo en el barrio Zona Cero y a pesar de su edad, que lo hace inimputable según el Código Penal argentino, el adolescente ahora está bajo la custodia de la justicia juvenil.
Y la captura fue posible gracias a la denuncia de una vecina, quien identificó al menor a cambio de una recompensa previamente ofrecida. Además, se reveló que cambió su apariencia, tiñéndose el cabello, en un intento por eludir la identificación por parte de las autoridades, quienes lo reconocieron a través de imágenes de cámaras de seguridad en la estación de servicio.