El 15 de marzo pasado, Gendarmería halló poco más de 314 kilos de cocaína dentro de la cabina de un móvil de los Bomberos de Aguas Blancas, provincia de Salta. Ocurrió cuando los agentes detuvieron la marcha del vehículo en un control de ruta en Orán. La droga estaba distribuida en 12 cajas con 25 paquetes embalados con una cinta de color amarillo. Al abrir los paquetes, los gendarmes vieron que llevaban la marca de un delfín.
El envoltorio era muy similar al hallado en paquetes que fueron secuestrados cuatro días más tarde en un micro de larga distancia también por gendarmes, en el mismo puesto de control. Esa vez, se encontraron 31 kilos de cocaína en 30 paquetes amarillos dentro de tres mochilas, abandonadas entre los asientos del ómnibus. También llevaban el diseño del delfín.
Horas antes, en Córdoba, el Escuadrón Seguridad Vial Villa María de GNA, que inspeccionaban vehículos a la altura del kilómetro 13 de la Ruta Provincial N° 1, registraron la carga de un camión, que llegaba desde Orán. Vieron un brillo llamativo entre los listones de madera que transportaba: eran panes de cocaína. Entre ellos, había varios amarillos también.
El 25 de marzo, a diez días del primer secuestro, el Ministerio de Seguridad de la Nación anunció el hallazgo del lote más grande de la historia reciente: 861 kilos de cocaína ocultos en calabazas que transportaba un camión sobre la ruta 9, en Córdoba. Gran parte del cargamento estaba compuesto por panes amarillos
¿Qué descubrieron al abrirlos? La figura del delfín.
Investigadores al tanto de los casos indicaron a Infobae que entre los paquetes hallados en el vehículo de Bomberos y dentro del camión de calabazas hay una sutil diferencia: el tamaño. El pan promedio encontrado en Salta es más chico que el hallado en Córdoba. Resta conocer el grado de pureza y si hay algún vínculo entre los jugadores involucrados en ambos casos y el resto.
Lo cierto es que los investigadores, según revelaron a Infobae, buscan puntos en común entre todos estos secuestros. Siguen el proverbial camino amarillo, como Dorothy en El Mago de Oz.
Incluso, hubo un caso previo que alimenta las sospechas. A principios de febrero, una mujer policía, efectivo de la Bonaerense, fue detenida también en Orán, cuando su auto explotó en una estación de servicio. El estallido hizo volar por los aires los 20 kilos de cocaína que oculta en el tubo de GNC, con su hija de trece años a bordo. La mujer policía continúa detenida hasta hoy. La Justicia federal salteña todavía intenta determinar quién era el dueño de la droga.
Los panes, sí, eran amarillos y tenían el logo del delfín.
¿Qué pasa con el envoltorio amarillo? “Ese color en los paquetes suelen marcar el grado de pureza de la droga: son de alta calidad, arriba del 90% y de producción peruana, de mayor concentración y firmeza. Ese código lo comenzó a usar un clan en Perú y otro lo llevó a Bolivia”, explica un investigador de vasta experiencia en el campo. “La diferencia de tamaño es claro indicio de que provienen de dos laboratorios diferentes”, aclara.
Sin embargo, está la posibilidad que el dueño de la droga sea el mismo.
Por otro lado, varias fuentes aclaran que el dibujo del animal no está necesariamente ligado a Delfín Reinaldo Castedo, el capo condenado a 16 años de cárcel, uno de los mayores traficantes del NOA, al que la ministra Patricia Bullrich mencionó en su cuenta de la red social X tras uno de los hallazgos.
“Los logos se usan para distinguir al proveedor de la cocaína, es decir, del laboratorio en el que se produce. Hay algunos indicios que indican que, además de distribuidor, Castedo podría ser dueño de un laboratorio, pero no pudo ser comprobado. Él distribuía a España, Bélgica e Italia, no abastecía el mercado local”, indican. Tanto la corona como el delfín son garantía de calidad de origen.
“La cuña la pone el productor, no el intermediario. Y el que pone la cuña está pensando en otro negocio, no en abastecer Argentina”, agrega otro detective en ese sentido.
Sin embargo, otras fuentes en la Justicia federal aseguran que el hallazgo de un cuño en un pan de droga no es una verdad definitiva. Podría ser un caso de robo de marcas, o una pista falsa plantada por los narcotraficantes para confundir las autoridades.
Una tercera fuente suma sobre la temática: “En realidad todo suma: el packaging y los logos. Pero el nivel superior es tener el análisis que te permita determinar la firma química de la cocaína. Con esto tendrías nivel de certeza para comparar con otras cargas y establecer hipótesis de mayor nivel. La concentración y pureza se determina con cromatógrafo y con espectrometría”.
“Parece como si se tratara de distribución random que nunca llega a destino. Si se trata del mismo distribuidor, la está perdiendo por todos lados”, aporta otro ávido conocedor de la materia. “Es muy llamativo, ¿quién tiene hoy la capacidad de comercializar tanto y, a la vez, tener tanta espalda para continuar con el tráfico pese a las pérdidas?”, se pregunta.
Qué pasa en Bolivia
Del otro lado de la frontera puede haber más pistas. En el mismo periodo de tiempo, en Bolivia, hubo hallazgos casi idénticos. El 18 de marzo, en un allanamiento en un domicilio de Santa Cruz, en Bolivia, la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico incautó 45 paquetes del mismo color, acopiaos en cajas de cartón. Al abrirlos, notaron que llevaba la figura de un delfín.
Lo mismo ocurrió ese día durante un operativo en La Paz, donde incautaron más de 42 kilos: otra vez, paquetes amarillos con figura del cetáceo.
El 20 de marzo, la misma fuerza de seguridad comunicó otro secuestro en Beni: fueron 86 paquetes en forma del ladrillo amarillo con la forma del delfín.
Esos secuestros, ¿también estarán ligados a los hallazgos en las rutas de Córdoba y Salta? ¿Indican acaso la existencia de un megaproveedor que golpeó con fuerza al mercado? La unidad de color, desde ya, es sugestiva. Los 400 kilos vinculados a la Embajada de Rusia en 2018 tenían una variedad cromática de al menos cinco envoltorios distintos, lo que indica un acopio hormiga de diversas fuentes.
El camino amarillo, por ahora, es un misterio.