El 31 de enero último, un móvil de la Comisaría 14C de la Policía de la Ciudad llegó a un edificio ubicado en la Avenida del Libertador al 2300, alertado por un robo. Allí, según constó en el sumario posterior, los efectivos se entrevistaron con un empleado de seguridad privada, presente en el lugar. El hombre declaró que, cerca de las 3:30, cinco hombres entraron literalmente por la puerta principal, a gritos y amenazas.
Así, ataron al empleado con precintos, y lo llevaron de gira, por así decirlo. Subieron al octavo piso por el ascensor, el último del edificio. De paso, le robaron el teléfono. Luego, acompañados por el empleado de seguridad bajo más amenazas, comenzaron a probar suerte.
Bajaron a los departamentos, piso por piso, con un objeto que, según su declaración, parecía ser “una llave”. Lograron abrir la puerta de un departamento en el cuarto piso. Allí, sorprendieron a la empleada doméstica del lugar mientras dormía, una mujer de 54 años. También la ataron y le quitaron el teléfono.
Curiosamente, a pesar de todo este esfuerzo, los ladrones no lograron robar nada más allá de los teléfonos. La mujer logró zafarse de los precintos y escapar. Los delincuentes, de acuerdo al sumario, pasaron allí “varias horas”.
La Policía de la Ciudad no encontró ningún delincuente al llegar. Encontraron los precintos. También, hallaron cámaras de seguridad instaladas en el edificio.
El caso, bajo la calificación de robo y privación ilegítima de la libertad, es investigado por la fiscal Mónica Cuñarro, que dispuso una fuerte batería de medidas. La Justicia, por lo pronto, sospecha de un entregador en particular. Entregador o no, el robo sorprende. Primero, por la zona: intentar un asalto así, en una de las zonas más exclusivas de la Capital Federal, requiere, por lo menos, inteligencia previa, un dato preciso, vehículos de apoyo, alguna cobertura.
Luego, sorprende por la modalidad, una que se repite cada vez más. Cuñarro también investiga un hecho similar, una entradera del 17 de febrero ocurrida en una veterinaria en Donato Álvarez al 2000, zona de Chacarita. Se compara, también, con el asalto sufrido esta semana por la periodista Mercedes Ninci en su departamento de Almagro, donde un grupo de cuatro delincuentes armados entraron para encerrar a Ninci y a su familia, mientras exigían dólares y joyas.
“Tenían el dato”, dijo la periodista. Los ladrones -a cara descubierta- forzaron la entrada del garaje, sorprendieron a Ninci, a sus cuatro hijos y a un sobrino y los obligaron a entrar en uno de los dormitorios mientras revisaban toda la propiedad.
En enero de este año, Nahuel Yakubson y Emilio Cisnero, dos delincuentes de 39 y 37 años, fueron detenidos el miércoles pasado por la Policía de la Ciudad, acusados de entrar a robar a un departamento ubicado en el segundo piso de un edificio del barrio porteño de Villa Crespo, de donde se llevaron más de 4 mil dólares y otros elementos de valor, según confirmaron fuentes policiales a Infobae.
Una semana antes, dos delincuentes, de nacionalidad chilena, identificados como Maximiliano Aguilar, de 27 años, y Jair Riquelme Amaro Lobo, de 21, fueron capturados por personal de la Comisaría 14B de la Policía de la Ciudad, mientras huían a bordo de un Volkswagen Suran. Ambos, según la acusación en su contra, hicieron de campana para sus cómplices que intentaron robar un departamento en un tercer piso de la calle Carranza, entrando al lugar por el balcón.