Durante casi 15 años, al menos según la acusación en su contra, el clan Cala-Alemán se dedico a traficar droga a lo largo de las rutas del noroeste argentino, hacia el sur del país. Previsiblemente, se hicieron ricos haciéndolo. A fines de la semana, siete miembros de la organización cayeron, en 16 allanamientos a cargo de la Dirección Antidrogas de Gendarmería realizados en Salta, Córdoba y Santiago del Estero, tras una investigación por los delitos de narcotráfico y lavado a cargo de los fiscales Eduardo Villalba y Diego Iglesias de la PROCUNAR, bajo la firma del juez federal Julio Bavio, con asiento en Salta.
Así, les encontraron siete vehículos, 58 teléfonos celulares, más de 60 mil dólares, más de 1,2 millones de pesos argentinos, pesos chilenos. Pero eso es solo el comienzo de la historia.
Emmanuel Gabriel Cala, de 48 años, fue identificado como el patriarca. Fue detenido en los allanamientos, prófugo durante largo tiempo gracias a la identidad falsa que empleaba. Registrado en los rubros de transporte automotor en la AFIP, con domicilio en Salta Capital, tiene una ficha comercial casi virgen, con apenas una vieja deuda con 8 mil pesos de un banco a su nombre. Melisa Alemán es su histórica pareja, de 42 años Estuvo presa años atrás en un penal federal, donde trabajó por el sueldo tumbero para tareas menores. Le siguen sus hijos Kevin. Alex y Dalci, que llevan el apellido de la madre. Iris Ibañez, madre de Melisa, es otra de las imputadas. Hay novios de los hijos, operadores varios. A uno, al que investigadores apodan “El Hacker”, detenido en las últimas redadas, lo acusan de haber borrado de forma remota los datos en aparatos de la organización.
Queda, por otra parte, un prófugo por detener.
La hipótesis de la Justicia, de acuerdo a documentos a los que accedió Infobae, es que la banda “funcionaría desde el año 2011 y hasta la actualidad, en las provincias de Salta, Santiago del Estero, y Córdoba, entre otras, la cual está dedicada principalmente a la comisión de maniobras de narcotráfico y actividades de lavado de activos”, con nexos en Bolivia. Entre sus principales negocios, se encontraría ser los proveedores mayoristas de la banda liderada en Santiago del Estero por otro presunto narco, Juan Guerrero, investigado desde 2020 por la Justicia federal santiagueña. Se detectaron giros por, al menos, 1,5 millones de pesos entre la banda y este supuesto traficante.
Emmanuel y Melisa tienen un largo prontuario. En 2008, Melisa fue condenada en el TOF N°1 de Salta a cuatro años de jaula junto a su madre Iris por transporte de estupefacientes. Cuatro años más tarde, en una causa todavía abierta, madre, hija y yerno enfrentaron otra imputación por mover 70 kilos de pasta base. En 2013, Gendarmería encontró 41 bultos con porro en un auto de Cala que iba camino a Chile.
En 2018, Cala fue encontrado otra vez con su familia, trasladando tres kilos de cocaína en un convoy liderado por Melisa. Por esa maniobra, el TOF N°2 salteño le dio cuatro años al padre del clan.
El nuevo expediente, que, a grosso modo, detallaba las maniobras de la banda, comenzó por un delator anónimo. Un arrepentido incluso dio el nombre y el alias del mayor proveedor de Emmanuel.
Se hicieron escuchas durante más de dos años, conversaciones donde hablan de mucho dinero. Un hombre de la familia llega a hablar de un negocio de “28 millones”. Otra conversación revela la forma un poco impúdica con la que se manejaban.
La siguente conversación entre Melisa y su hija Dalci Gabriela fue captada el 14 de julio de 2022.
“Pregúntale al Papá cuanto tenía que darle a Doña Blanca, porque creo que mandó de más”, le dice la madre: “Te estoy mandando WhatsApp ¡Gabríela no me llames de llamada”.
“No no hay señal, no hay señal, así que respóndeme ahora Melisa, no puedo estar esperando”, dice la hija. “¿Cuánto hay que dale a Doña Blanca?, es que no te voy a decir por teléfono Gabí”, replica la madre.
En ese momento interviene Emmanuel Cala de fondo, y grita “Cinco millones”. Melisa, entonces, le explica a su hija: “Cinco, veinte era cinco y veinte más que era para la escribana”.
Hubo, al menos, tres escribanas identificadas en la investigación judicial. Se sospecha que fueron un engranaje clave en el blanqueo de papeles de los Cala-Alemán para uno de sus mejores negocios: la compra y venta de propiedades.