Crece el misterio del crimen en el country de Pilar: el ingeniero recibió una golpiza antes de morir, pero no se sabe dónde ni cuándo

Roberto Wolfenson (71) fue hallado estrangulado en un cuarto de su casa del barrio La Delfina, En el lugar no hay rastros de lucha ni de la golpiza que recibió antes de morir. El día del crimen sólo ingresó el profesor de piano. Los vigiladores y vecinos, bajo la lupa

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Roberto Eduardo Wolfenson tenía 71
Roberto Eduardo Wolfenson tenía 71 años (Facebook)

A Roberto Eduardo Wolfenson (71) lo mataron el viernes pasado en una de las habitaciones de su casa del barrio La Delfina, del partido de Pilar. Según la autopsia, el crimen ocurrió entre las 13 y las 17 de ese día. Pero el informe de los forenses, además de constatar que fue golpeado en la nuca y ahorcado, arrojó que al ingeniero le dieron una paliza feroz antes de asesinarlo. Lo que no saben los investigadores es dónde ocurrió ese ataque: no hay rastros en la propiedad. Tampoco hay sospechosos: no hay registros de que recibiera visitas. El misterio en torno al homicidio del country crece.

Según pudo saber Infobae de fuentes del caso, la víctima presentaba un corte de 7 centímetros en la nuca. “Algo nunca visto, era muy grande. No se sabe con qué elemento se lo produjeron, porque en la casa no se halló nada. Tampoco lo que utilizaron para ahorcarlo, ni siquiera se conoce qué material usaron”, describieron investigadores del caso en base al informe forense que recibió el fiscal Germán Camafreita, de la UFI N°3 de Pilar.

Además, el cuerpo tenía un tajo en la frente de 3 ó 4 centímetros, otro en un pómulo, un corte en la parte interna de la boca, en la mejilla izquierda; hematomas en el pecho, una lesión en el dedo pulgar, las yemas con lesiones compatibles con su intento para que no lo ahorquen, y una marca en el meñique, como también de contusiones en las manos. “Sospechamos que tenía el tabique nasal roto”, deslizaron. Fue bestial cómo lo agredieron.

Sin embargo, las mismas fuentes consultadas confirmaron que “no hay rastros en la propiedad de semejante ataque, ni en el cuarto donde estaba el cuerpo ni en ningún rincón de la vivienda”. Todo estaba en perfecto orden y nada había sido limpiado. El móvil del crimen, por qué mataron a Wolfenson, también sigue siendo un enigma.

El barrio privado La Delfina
El barrio privado La Delfina

El cuarto dónde fue hallado el cuerpo es grande, pero por el mobiliario queda poco espacio. Allí no se encontró un rastro de lucha ni de sangre producto de los golpes, nada fuera de lugar. Solo estaba el cuerpo con la cabeza debajo del radiador que calefacciona la habitación. Para los investigadores, por ende, la víctima no podría haber sido golpeado en ese ambiente.

En el resto de la casa tampoco había señales de una pelea, menos de sangre. Los ingresos no habían sido violentados. En cuanto a si la víctima sufrió un robo, solo faltaba un parlante Bluetooth pequeño y el celular del ingeniero electrónico. No se llevaron sus relojes, ni computadoras... Nada.

Según los registros del barrio cerrado, el ingeniero no salió del predio ese día, al menos no en su auto y no consta en los registros. Sólo una persona fue a verlo, según está asentado en el libro de visitas: el profesor de piano que descubrió el homicidio. El jardinero fue el viernes pasado por la mañana a limpiar la pileta, pero no ingresó a la casa.

Por ello, la lupa además se posa en la seguridad de La Delfina, en el estado del perímetro del country y, por supuesto, en sus vecinos. Así, se pidió a la Policía Bonaerense un registro exhaustivo a la periferia del barrio, como también las incidencias que se hayan reportado a la guardia: ya sea de la alarma o de conflictos con propietarios e inquilinos, incluso con los empleados de seguridad y denuncias de robos intramuros.

“Las fallas en el caso del crimen impune de María Marta García Belsunce sobrevuelan este asesinato como un alerta de todo a lo que hay que estar atento y dejar documentado”, aseguraron fuentes en el centro del expediente.

La parcela donde hallaron asesinado
La parcela donde hallaron asesinado a Roberto Eduardo Wolfenson

Con el antecedente del caso de la socióloga asesinada en 2002, sin condena hasta hoy, se pidió el registro de visitas de ese viernes fatal. Del estudio de las cien planillas de quienes ingresaron ese día a La Delfina, sólo una correspondía a la casa del ingeniero: efectivamente, era el profesor de piano, quien luego hallaría el cuerpo cuando ingresó a la casa con la ayuda del personal de seguridad y un vecino.

La esposa de la víctima y la hijastra, según se pudo comprobar por triangulaciones de antenas de sus celulares, estaban al momento del crimen en Villa Devoto. El hijo del ingeniero daba señales en el barrio de Palermo, pero no puede ingresar a La Delfina sin pedir permiso y anunciarse en la puerta de entrada. Tenía pensado ver a su padre el sábado pasado, aclararon.

La coartada de la mucama, que 24 horas antes del crimen había recibido la orden de su patrón de limpiar toda la casa porque iba a recibir visitas, fue corroborada por los investigadores. Hicieron con ella el trayecto de regreso a su casa tomando el tiempo y también chequearon la antena de su celular, ya que llamó a su esposo cuando llegó a la estación de tren cercana a su casa para que la vaya a buscar. No hubo grietas en su relato.

Roberto Eduardo Wolfenson tenía 71
Roberto Eduardo Wolfenson tenía 71 años

Lo mismo sucedió con los albañiles que habían trabajado en el lugar.

“A todos, absolutamente a todos, incluso se los revisó para ver si tenían lesiones en sus cuerpos o golpes en las manos. Nada”, se sinceran los investigadores, que apuestan al análisis que se hará en un laboratorio de Junín al pelo negro y largo hallado debajo de la cama del cuarto donde encontraron asesinado al ingeniero y de los restos que retiraron de las uñas. En esa fibra, buscarán el ADN del presunto asesino. También realizarán cotejos en las sábanas que fueron halladas en el lavarropas.

La vida de Roberto, la víctima

Roberto Wolfenson, experto en baterías de litio, ejecutivo de una reconocida empresa del rubro energético, estuvo la semana pasada unos días solo en su casa, ya que su esposa, con la que llevaba 18 años casado, se había ido de viaje con amigas y al regresar fue a lo de su hija a Villa Devoto. Marido y mujer incluso conversaron por teléfono sobre comprarles alfajores a los albañiles porque no les habían querido cobrar el último arreglo.

Según los registros de línea de la víctima, su teléfono tuvo actividad por última vez el viernes alrededor de las 14. No saben si fue lo activó Wolfenson o el homicida.

Sin embargo, desde el entorno familiar solicitaron que se analicen las cuentas bancarias para poder establecer si allí hubo algún movimiento de dinero, ya que es por el momento lo único que no pudo ser revisado.

Además, desde la fiscalía se pedirán explicaciones sobre la actuación del médico del Cuerpo Médico de San Isidro a las autoridades de la Superintendencia de Policía Científica de la Policía bonaerense en La Plata por determinar que la víctima falleció por una muerte natural y haber perdido tiempo valioso.

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