El cuerpo de Roberto Eduardo Wolfenson yacía boca abajo, sobre el piso de una de las habitaciones de su casa del country La Delfina de Pilar, ubicada en el lote 498. Pero esa habitación no era la del dueño del lugar, sino otra de las tantas que hay en la propiedad. El dato no pasó inadvertido para los investigadores del caso. ¿Qué hacía allí Wolfenson con su asesino?
El detalle de la cabeza de la víctima también llamó la atención: había quedado por debajo del radiador que calefacciona el cuarto. Esto daba la pauta de que a Wolfenson, ingeniero electrónico, no le habían dado margen de maniobra cuando lo atacaron. La autopsia concluiría luego que primero recibió un corte en la nuca y luego fue ahorcado con un cable o una soga fina hasta matarlo. El ataque fue por la espalda, afirmaron a este medio fuentes del caso.
“En las manos de la víctima quedaron los surcos del arma homicida. Intentó con todas sus fuerzas que no lo ahorcaran, se defendió”, detallaron los investigadores sobre los últimos momentos de Roberto. La muerte de Wolfenson, insólitamente, había sido marcada por el médico de policía que analizó el cuerpo como una muerte natural. Así, con el nuevo informe tras la autopsia, la casa donde ocurrió el hecho fue nuevamente revisada por los peritos de la DDI local bajo las órdenes de la UFI N°3 de Pilar. La búsqueda de rastros era diferente: ahora escudriñaban cada rincón para ver si había huellas del asesino.
Mientras tanto, las tareas fuera de la casa también se intensificaron. En seguida se pidieron a la seguridad privada del barrio las cámaras de seguridad de la entrada de ese viernes fatal, además del libro de visitas. Pero hallaron un inconveniente. Los guardias de La Delfina no anotan qué lote recibe a qué invitado, sino que el listado es por nombre y apellido de la persona que ingresa.
Por ello, decidieron llamar al técnico del sistema de ingresos de La Delfina para ver si podría mejorar los parámetros de búsqueda y enfocar a quiénes ese viernes entraron para ir al lote de 498.
El fiscal Andrés Quintana -el primero en encargarse del caso, con la experiencia de investigar el crimen de María Mara García Belsunce a cuestas- también le pidió a la Policía Bonaerense que haga un relevamiento de los otros habitantes del barrio, sobre todo, de sus antecedentes. ¿Por qué no pensar que el asesino podía ser un vecino en lugar de un extraño?
Más allá de ello, se encontró una sábana en el lavarropas que la empleada de limpieza niega haber puesto a lavar. En su testimonio, también afirmó que Roberto le indicó que limpiara porque tenía visita. La costumbre constante del hombre de tener invitados son detalles que no han pasado por alto los investigadores.
La vida de Roberto y lo que no se encontró hasta el momento
Mientras tanto, el fiscal Germán Camafreita, ahora a cargo de la causa, pudo reconstruir que Roberto estuvo la semana pasada unos días solo en su casa, ya que su esposa, con la que llevaba 18 años casado, se había ido de viaje con amigas y al regresar se fue a lo de una hija en el barrio porteño de Villa Devoto.
La víctima, por su parte, tenía dos hijos de un primer matrimonio. Uno de ellos, el que vive en Palermo, le había avisado que este sábado lo iba a visitar y que se quedaba.
En tanto, según los registros de línea de celular de la víctima, el viernes alrededor de las 14 fue la última vez que su celular tuvo actividad. Se determinó que lo único que se llevaron de la casa de la víctima fue su teléfono. Luego, los ingresos no estaban violentados y no faltaban objetos de valor en general: el homicidio en ocasión de robo está lejos de ser una principal hipótesis.
“Sólo se fueron con el teléfono. Había una caja fuerte con dinero, relojes de marca reconocida y otros elementos de valor al alcance, que no tocaron”, remarcó uno de los investigadores. Tampoco se determinó qué se usó como arma homicida o si el cable o soga fina que usaron también se la llevaron.
Sin embargo, desde el entorno familiar solicitaron que se analicen las cuentas bancarias para poder establecer si allí hubo algún movimiento de dinero, ya que es por el momento lo único que no pudo ser revisado, según la agencia de noticias Télam.
Además, desde la fiscalía se pedirán explicaciones sobre la actuación del médico del Cuerpo Médico de San Isidro a las autoridades de la Superintendencia de Policía Científica de la Policía bonaerense en La Plata por haber dado como muerte natural el caso y haber perdido un tiempo valioso.
“Parece que después de los de María Marta no aprendieron nada, tampoco la gente de seguridad del country”, se quejaron ante este medio los investigadores.
El caso
La muerte de Roberto fue descubierta el pasado viernes por la tarde en su casa del barrio cerrado La Delfina, en la localidad de Presidente Derqui, Pilar.
La víctima, un ingeniero electrónico jubilado de 71 años experto en baterías de litio que trabajaba como ejecutivo para una importante empresa local, fue hallado muerto por su profesor de piano, a quien tenía que recibir a las 17, pero cuando llegó, nadie le contestó.