“‘No puede ser mi hija. No puede ser que le pase eso’, pensé, y cuando fui... Sí, mi hija estaba tirada en la cama, fallecida”, dice Carlos, papá de Carolina Ledesma, del trágico momento en que encontraron a la joven de 22 años asesinada en su casa de Fernández, Santiago del Estero. Con profundo dolor, recuerda con exactitud el último día que compartieron juntos. Y con esa misma precisión cuenta los días que pasaron desde aquel lunes desgarrador.
“A veces uno no lo cree, pero pasa”, se resigna, mientras repite la escena en que se enteró de la peor noticia. “Caro venía con frecuencia, nuestra casa está a dos cuadras y media. Todos los mediodías comía en casa o venía a la noche. El domingo a la noche había estado y contó que al otro día se iba a anotar en un curso para seguir estudiando. Tenía dos títulos, pero quería seguir. Había estudiado para auxiliar de enfermería y computación, y ahora se iba a anotar para ser asistente de oficina”, comienza a narrar.
Por esta razón, a su familia no le llamó la atención que su hija no fuera ese lunes -día en que encontraron a Carolina-, porque sabían que tenía que hacer trámites para continuar con sus estudios. Sin embargo, con el correr de las horas, comenzaron a pensar que algo podría haber ocurrido.
Recuerda, con el dolor atravesado en la garganta: “Ese día hacía mucho calor. A eso de las siete y media, ocho, como Caro no venía, mi señora decidió ir a ver qué pasaba. Teníamos una copia de la llave y pudo entrar fácilmente. El portón tiene un candado con tres llaves y Sonia (su esposa) pudo entrar, pero creyendo que no estaba o que quizás estaba durmiendo. Pero cuando abre, se encuentra con eso: la vio tirada en la cama y llamó a un vecino que es bombero pidiendo ayuda, y pudieron llamar a la policía”.
“Mi señora viene en moto y me cuenta, y ahí dije ‘no puede ser’”, rememora. Carlos revela que, minutos después, cuando vio a su hija, lo invadieron la bronca y la impotencia. “Ya no se podía hacer nada”, lamenta. “Estaban los peritos ahí y después llevaron el cuerpo de mi hija a la morgue”, cuenta, reviviendo una pesadilla que no tiene fin.
Por momentos, no logra comprender lo que pasó. “Son días muy difíciles. A cada momento, uno se acuerda”, admite. Y recalca: “La forma en que lo ha hecho esta porquería que ha matado a mi hija... El tipo ha ido y se ha metido dentro de la pieza”. Durante los minutos en diálogo con Infobae, Carlos cuenta con frecuencia, y con un dolor inexplicable, la cantidad de días que pasaron desde que no volvió a ver a Carolina. “Era chica buena, dulce, muy amable con todos, siempre alegre. Sobre todo ahora, este último tiempo, que estaba mejor desde que ya no tenía nada que ver con ese tipo porque ya no eran novios, no eran más una pareja. Ella andaba más contenta”.
La familia no da lugar a dudas: sostiene que se trató de un femicidio. De hecho, todos los recuerdos de su padre hacen que su teoría sobre el presunto asesino de Carolina, cierre. A pesar de que la policía sigue buscando intensamente a Matías Loto (22) sin lograr dar con su paradero, las investigaciones apuntan a él. De acuerdo al relato del padre de la víctima, siempre había problemas con quien se convirtió en el principal sospechoso.
“Lo primero que esperamos es que lo encuentren. Aparentemente anda por acá nomás, cerca de Fernández. Espero que lo pillen y pague por lo que ha hecho”, desea con total impotencia, mientras destaca que varios vecinos admiten haberlo visto. “Pero son versiones. No pueden dar con él”, continúa.
Cada momento del calvario que vivió la joven está rondando en la cabeza de quienes la conocían. Tal como desarrolla su papá, “siempre había problemas” con Loto, también conocido como “Pato”. “Cuando estaba en pareja con Matías, ella andaba medio mal. Han convivido casi 4 años y casi siempre andaban con problemas. De hecho, era raro que anden bien. A cada rato la llamaba. Pasaban uno o dos días y se arreglaban, y esto seguía así todo el tiempo”, recuerda. Y prosigue: “Matías la molestaba por mensaje, la amenazaba. Ya hacía meses que no estaban juntos, pero insistía y seguía molestando”.
El papá de la víctima recuerda uno de los últimos episodios en que Loto empleó su violencia contra Carolina. “Se había enojado porque mi hija no quería abrir y rompió la puerta”, narra.
“Por eso Caro la llamó a mi señora diciendo que Pato estaba haciendo problemas. Mi señora fue enojada y le dijeron que se vaya, eran como las once de la noche”, recuerda, y repite: “Siempre la molestaba por mensaje”.
A pesar de que la joven vivía muy cerca de la casa de sus padres, Carlos no había vuelto a cruzar a Loto, pero sabía que siempre andaba por la zona. Atravesado por el dolor, la bronca y la angustia, tanto su papá como toda la familia aguardan a que la policía logre encontrar al asesino. “Tiene que pagar por lo que hizo”, exige.