Business Email Compromise, o BEC, es un fraude digital de tantos. Se practica, a veces, en altos niveles corporativos, con víctimas que lidian con información sensible. El sitio web de Microsoft explica la mecánica. Define al BEC como “un tipo de cibercrimen donde el estafador usa un email para engañar a alguien para que envíe dinero o para divulgar información empresarial confidencial”. El atacante “se hace pasar por una figura de confianza, luego pide que se pague una cuenta ficticia o intentan obtener información sensible para usar en otro engaño”. Los BEC, continúa la definición, se encuentran en alza gracias al teletrabajo. “Hubo más de 20 mil denuncias sobre BECs realizadas el año pasado”, concluye.
La clave está en la dirección de mail misma. Tiene que parecer creíble, ser directamente robada. O el estafador puede ser un amigo, un conocido, un traidor.
Esta semana, la División Delitos Tecnológicos de la PFA -que depende de la Superintendencia de Investigaciones Federales- realizó seis allanamientos en zonas como Canning, San Isidro y -curiosamente- un supermercado chino llamado Ariel, ubicado en la calle Emilio Castro en Liniers. Se detuvo a un sospechoso, con otros cuatro investigados, entre ellos el supermercadista detrás del local, un comerciante asiático de 34 años.
La sospecha del fiscal Alejandro Musso, titular de la Unidad Fiscal Especializada en Investigación del Ciberdelito de San Isidro, es que el grupo atacó a una conocida empresa de pagos digitales que opera en el Reino Unido, para quitarle, al menos, 500 mi de dólares en criptomonedas mediante diversos BECs. El dinero fue convertido en criptomonedas y luego pasado a efectivo.
El supermercadista, precisamente, está sospechado de ser un intermediario. “Recibía el dinero. Luego, los imputados lo pasaban a criptomonedas y lo giraban”, asegura un investigador clave del caso. En los allanamientos se incautaron más de 300 mil dólares, continúa la misma fuente.
La figura principal en esta historia es una mujer de 35 años, con domicilio fiscal en Villa Luro, ex empleada de una reconocida multinacional del rubro industrial. Dejó de trabajar allí a mediados del año pasado, cuando la empresa supuestamente detectó que había invocado el nombre de la empresa para realizar el engaño. Su pareja, empleado bancario, que a fines del año pasado integró el directorio de una empresa mendocina dedicada al negocio del transporte, también está involucrado en la causa.
D.M, un contador y empresario de 49 años, que fue encontrado en San Isidro. Según investigadores, es un conocido de la pareja de la mujer -con quien había trabajado en el mismo banco- que habría intervenido como asesor en el manejo de billeteras virtuales. El fiscal Musso pidió arrestarlo, pero el juzgado de Garantías del caso rechazó los pedidos de detenciones. En base a las pruebas obtenidas, como los más de 300 mil dólares incautados,
No es la primera vez en tiempos recientes que un supermercado de la comunidad china se ve involucrado en una maniobra clandestina de grandes números. En diciembre pasado, la PFA allanó un supermercado chino en la calle Nazca, donde funcionaba una financiera, a la que dos hampones del capo narco “Mameluco” Villalba llevaban bolsos con dinero. Allí se hallaron 7 mil euros, 45 mil dólares y casi cinco millones de pesos en efectivo.