Melina Gigli, profesora de la Escuela de Educación Secundaria Orientada Nº 569 “Carlos Fuentealba” de Rosario, escribió en sus redes sociales un sentido mensaje dedicado a uno de sus ex alumnos, Ezequiel Francisco Curaba, el joven de 21 años que murió con el 90% de su cuerpo quemado luego de que intentó robar cables de alta tensión.
La mujer, docente de Lengua, Literatura y Comunicación Social, aprovechó la red social para recordar al joven desde un lado desconocido hasta ahora, más allá del hecho policial que lo tuvo como protagonista. “No quiero que lo recuerden así: él era Eze, mi alumno. Nuestro alumno. Él era muy dulce y andaba con un carro. Tuvimos muchas mañanas de mates y risas. Se medía en todo, pero siempre sonreía”, escribió Melina.
Ayer por la mañana, luego de sufrir la descarga eléctrica que le quemó casi todo el cuerpo, Curaba finalmente murió internado en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (HECA). Según la subdirectora del centro médico, sus órganos vitales habían empezado a fallar.
Las imágenes de Curaba recorrieron el país. Vecinos de avenida Juan Domingo Perón al 6100 lo filmaron mientras salía caminando de intentar robar los cables de alta tensión. Su cuerpo, casi por completo, había sufrido quemaduras y su ropa había quedado rota producto de la explosión e incendio. Quienes estaban al momento del hecho lo increparon por haber dejado sin luz al barrio.
El joven ladrón había cumplido 21 años el 1 de febrero y estaba en situación de calle. Tras el incidente, fue internado en la cama N°8 de la unidad de terapia intensiva, intubado, con soporte vasopresor, en estado crítico y con custodia policial.
“Los últimos tiempos han sido difíciles para nuestros pibes, él tiraba de su carro. Andaba cirujeando. Le gustaban los cuentos, pero no leer. Era bueno. Tiraba de su carro. Leyendo comentarios en notas de diarios, veo que festejan su muerte tan dura y cruel. Él tiraba de su carro. Quizás, la posibilidad de unos pesos más para el morfi... No lo sé. Era tan dulce y siempre sonreía. Yo no quiero que lo recuerden así”, agregó la profesora.
“Es increíble que este chico esté vivo”, había dicho a Radio 2 la subdirectora horas antes, cuando dio el parte de salud matutino, en el que anticipaba que su cuadro de salud había empeorado con respecto al de lunes, día del hecho.
“La piel está quemada y adentro, sus órganos se inflaman y empiezan a fallar. Está conectado a un respirador porque tiene los pulmones inflamados”, sostuvo. No era la primera vez que Curaba incurría en un delito. En abril de 2023, según información poliicial, fue detenido por encubrimiento simple. Cuatro meses después, el 29 de agosto del mismo año, se le imputó una tentativa de robo.
Cuando salió del pozo de la Empresa Provincial de la Energía (EPE) de Santa Fe, Curaba estaba totalmente desorientado, se tambaleaba de un lado a otro y apenas podía mantenerse en pie. Pero no estaba solo: tenía un cómplice que robaba cables junto a él.
“Estamos en deuda. Qué crueldad. Él tiraba de su carro, andaba cirujeando. El hambre no espera. Era tan dulce, tiraba de su carro. Y el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Cuánto dolor”, finalizó Gigli, quien además acompañó su escrito con dos fotos: una del joven antes de la tragedia y otra con la del cuerpo quemado luego de sufrir la descarga.
Una modalidad que se repite
El robo de cables en Rosario creció en los últimos cuatro años: hubo 95 detenidos por este delito en enero último, según fuentes oficiales. Con ello, también aumentaron las internaciones de quienes sufren quemaduras en este tipo de hurtos. La subdirectora del HECA afirmó que la suba de pacientes por ese motivo quedó evidenciada el año pasado, donde incluso hubo casos repetidos.
“Recuerdo un caso de un paciente que entró con quemaduras severas. Se le dio el alta y a los dos meses volvió a ingresar por lo mismo, pero con quemaduras aún peores. Lo vemos con más frecuencia. Vienen muchos pacientes con estas quemaduras”, concluyó.
Taljame contó que trabajó en la unidad de quemados del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez y aseguró que estos casos antes no existían. “Ha habido pacientes que por robar paltas de un árbol, que sin querer se electrocutaban, pero no recuerdo casos de estos, que están en franco ascenso y van a seguir aumentando. No usan ninguna protección. Van y arrancan los cables”, insistió.
El kilo de cobre, que hoy se paga 7 mil pesos en metaleras en el conurbano, se triplicó en un año.