El agente Francisco Waldemar Reddy, el único imputado por la masacre de una familia en la víspera de Año Nuevo en Chascomús, debía reincorporarse a la Policía Bonaerense el día después del que supuestamente mató con una carabina a su padre, Diego Reddy; la pareja de éste, María Eugenia Suárez, y al hijo de 12 años de ambos, Ignacio Reddy.
El efectivo de 20 años tenía carpeta médica desde el 1 de diciembre hasta el 29 de diciembre inclusive, “por un accidente cumpliendo funciones”, indicaron fuentes del caso a Infobae. Sin embargo, se presentó en la estancia Los Pinos, donde su padre trabajaba como casero, para supuestamente matar a sangre fría a las tres víctimas con una carabina 22 que pidió prestada a uno de sus tíos.
Reddy hijo tenía una antigüedad de un año y ocho meses en la fuerza de seguridad, se egresó el 1 de enero de 2023 y desde abril se desempeñaba en la UTOI, la tropa de choque de la fuerza, en el comando de Dolores. La carpeta médica explicaría por qué pidió el arma a un familiar y no utilizó la propia reglamentaria.
El acusado se negó a declarar ante el fiscal Jonatan Robert, que ampliará su imputación esta semana. Sucede que, en el momento en el que era detenido por la DDI de Dolores de la fuerza provincial, Diego Reddy, el medio hermano del supuesto asesino, aún estaba desaparecido, incluso, una de las hipótesis apuntaba al padre de la familia. Esa posibilidad se diluyó cuando encontraron su cuerpo entre los pastizales de la estancia, a pocos metros de los cuerpos de su esposa e hijo.
De acuerdo a la autopsia, Reddy padre recibió dos disparos. Fue el único de los miembros de la familia que tuvo la oportunidad de reaccionar al ataque. Los forenses del caso indicaron en su informe que “las heridas de bala en el antebrazo izquierdo representan lesiones de autodefensa con proyectil que ingresa por región pectoral y se aloja en la axila derecha”.
Un segundo plomo le atravesó el cráneo. “La trayectoria de la herida craneana es de atrás hacia adelante y de abajo hacia arriba”, determinaron los médicos. Ese tiro le provocó la muerte por “destrucción encefálica”. Ninguno de los orificios presenta signos de proximidad.
Francisco Reddy fue detenido luego de que una cámara de seguridad municipal, situada sobre la Ruta N°2, registrara su camioneta Chevrolet S10, a las 17.31 del 29 de diciembre, salir del establecimiento, luego regresar a las 17:59 y volver a salir 19:43.
En ese mismo vehículo, oculta detrás del asiento trasero, la Policía Científica encontró la carabina marca Maheli 22 con la que habría cometido los crímenes. Junto a los cuerpos de Suárez e Ignacio los peritos encontraron una vaina de ese calibre.
Al mismo tiempo, un hermano de Reddy padre declaró que ese mediodía le había prestado a su sobrino el arma hallada en la camioneta. Por otro lado, el fiscal recibió el testimonio de un compañero del uniformado que reveló su coartada: el secuestro extorsivo de su papá por el que, supuestamente, le pedían 7 millones de pesos.
A esto se le suma la declaración de un peón que dijo haber escuchado, cerca de las 18.30, una detonación.
Cerca de las 20.30, el administrador del campo pasó por el lugar y notó que había un tractor con el motor encendido en el galpón. Se acercó, llamó a Diego, pero nadie respondió. Luego, encontró al niño de 12 años agonizando y a su mamá tendida en la cocina de la casa en medio de un charco de sangre.
En las primeras horas, el padre de la familia apareció como sospechoso de un doble crimen, pero los indicios comenzaron a apuntar al hijo, hipótesis que se confirmó con el hallazgo del cuerpo del casero.
En tanto, el motivo de los crímenes continúan siendo un misterio.