Una banda dedicada a asaltos millonarios y a secuestrar empresarios y familiares de empresarios fue desbaratada el pasado martes, cuando la División Antisecuestros de la Policía Federal llevó a cabo 16 allanamientos en San Isidro, Wilde, Martínez, General Savio y San Nicolás.
Según una investigación conjunta entre la Justicia federal de Rosario y de San Nicolás, la estructura está sospechada de haber protagonizado al menos tres raptos entre junio de 2021 y octubre de este año. En uno de los casos se pagó un rescate de 600 mil dólares, en otro 80 mil dólares y 1.200.000 pesos, y en el último no se llegó a entregar dinero porque se frustró el plan.
De acuerdo a una minuciosa investigación coordinada entre los fiscales Javier Arzubi Calvo –titular de la Fiscalía Nº 1 de Rosario–, Matías Di Lello –de San Nicolás– y Santiago Marquevich –a cargo de la UFECO–, se trata de una organización que realiza cotidianamente tareas de inteligencia y se mueve con un alto nivel de profesionalismo a la hora de concretar un golpe.
La estructura tiene por lo menos ocho integrantes, y dos de ellos están prófugos. Claudio Daniel Coto, sospechado de ser el cabecilla, fue detenido este martes en la localidad de Béccar. Tiene un fuerte prontuario por robos en distintas ciudades y por falsificación de documentación vehicular. Su supuesta mano derecha, Néstor Adrián Santabaya, con domicilio registrado en Wilde, estaba preso al momento de los operativos por haber protagonizado el 21 de octubre pasado un robo de 700 millones de pesos de una empresa porteña de apuestas. Huyó del asalto en una ambulancia que después prendió fuego. Su hijo Nicolás Adrián también fue aprehendido.
Los otros detenidos fueron Silvia López y su pareja Sebastián Ezequiel Pugliese, sindicado como el conductor de uno de los vehículos utilizados para uno de los secuestros y encargado de supervisar el pago de uno de los rescates que se concretó en Avellaneda. El último de los detenidos fue Emiliano Andrés Acuña, cuyo rol era custodiar a las víctimas durante el cautiverio.
Los ocho sospechosos están investigados por tres secuestros: el de un empresario en Rosario, ocurrido el 20 de junio de 2021, el de un empresario de San Nicolás el 24 de enero pasado, y el de la pareja y el hijo de 13 años de un empresario rosarino, cometido el 10 de octubre de este año.
Los investigadores de la División Antisecuestros -que depende de la Superintendencia de Investigaciones Federales- conectaron los hechos cuando detectaron que en esos tres ataques se había aplicado la misma modalidad. Los atacantes conocían en detalle a las víctimas y a sus familiares, sus movimientos económicos y a la hora de ejecutar los secuestros ponían en marcha el mismo sistema de comunicación. Y al menos en el ataque de San Nicolás y el último de Rosario usaron una misma línea telefónica.
El modo era particularmente cruel. En un bolso, dejaban seis celulares para las familias de las víctimas, a los que llamaban de manera aleatoria desde diferentes números. Uno solo tenía pantalla táctil y los otros cinco eran analógicos y tenían la siguiente característica: les sacaban la pantalla para que no se pueda ver desde qué línea se mantenían las conversaciones, en cada aparato pegaban el chip, al que previamente limaban y pintaban de color rojo. Además, rompían los pin de carga para que, en caso de ser incautados por la Policía, no pudieran ser recargados para una eventual pericia.
En los dos secuestros que perpetraron en Rosario también aplicaron una misma lógica: los vehículos que usaban eran generalmente una camioneta Renault Trafic y un auto de apoyo, los cuales cambiaban de patente al ingresar a la ciudad de destino, que en ambos casos fue San Nicolás, donde fueron retenidas las víctimas.
Así fue cada uno de los secuestros
El primero de los ataques tuvo lugar el 20 de junio de 2021, cuando se llevaron a un empresario que en ese momento afrontaba una causa penal por una estafa inmobiliaria. El hombre había salido a trotar por la zona del Monumento a la Bandera, y fue frenado por dos personas que se bajaron de un auto con una falsa cédula con un logo del Poder Judicial de Santa Fe por la que debía de manera urgente debía ser trasladado por una citación en el marco de la investigación en la que estaba imputado.
El empresario, una vez que subió al vehículo, fue trasladado hasta San Nicolás. Mientras tanto, desde la banda se pusieron en contacto con el socio del empresario, a quien le encomendaron el trabajo de juntar plata para pagar el rescate.
Después de recolectar dinero de distintos amigos de la víctima, el socio del empresario –que sufrió extorsiones por parte de los secuestradores, que brindaron datos de familiares suyos– entregó todo el dinero que había podido reunir. El empresario nunca radicó la denuncia por el hecho. Ahora la Justicia federal investiga de oficio el caso y el empresario fue citado a declaración testimonial.
El siguiente golpe tuvo lugar el 24 de enero pasado en Villa Ramallo, cuando un empresario del rubro del combustible salió de su casa –situada en una zona rural– rumbo al trabajo y fue interceptado por varios vehículos que le cortaron el paso y lo obligaron a subir.
Mientras el hermano de la víctima recibía las llamadas de la banda, el padre de ambos se puso a buscar fondos para pagar el rescate: los captores le exigieron 600 mil dólares.
El empresario declaró ante la Justicia recordar que, una vez que lo liberaron, lo bajaron de un vehículo utilitario, aunque no recordaba mayores detalles. Se cree que lo mantuvieron cautivo en una casa de alquiler temporal de San Nicolás.
El último de los secuestros ocurrió el 10 de octubre pasado, también a escasos metros del Monumento a la Bandera de Rosario. En una trafic blanca y en un auto de apoyo fueron hasta la cochera de un edificio de barrio Martin, donde ingresaron después de haber clonado el control remoto de un vecino, y allí atacaron a la pareja y al hijo de 13 años de un empresario que se desempeña en el rubro de las droguerías.
La mujer y el chico fueron obligados a subir a la Trafic. Los hampones que los abordaron lo hicieron con guantes puestos para no dejar huellas en ningún lugar. Así, trasladaron a las víctimas hasta una casa de alquiler temporal de un barrio semiabierto de San Nicolás, que se cree que pudo haber sido el mismo lugar en el que estuvo cautivo el empresario atacado en enero pasado en Villa Ramallo.
Con las víctimas ya retenidas, se comunicaron con la pareja de la mujer, a quien le exigieron 3 millones de dólares y le dieron información muy precisa de su rutina, la de sus hijos y de sus movimientos económicos. El hombre, que al comienzo pensó que se trataba de un secuestro virtual, después se comunicó con la Justicia federal, lo que motivó que dos helicópteros de la Policía Federal aterrizaran en la base de Prefectura Naval que está a pocas cuadras del domicilio de las víctimas. Al notar ese accionar a través de algún miembro de la organización que vigilaba todo de cerca, la banda liberó en Campo Salles a la mujer y al adolescente.
“Preferiste la plata y no a tu hijo. Esto no queda así”, le dijeron en la última llamada al empresario.