“¡Los ladrones perdidos!”, se rio un jefe policial al ver la noticia del arresto, pero la imagen es de una amargura más profunda. El jueves pasado por la tarde, personal de la subcomisaría de La Unión de la Policía Bonaerense en La Plata detuvo a dos hombres en la esquina de 143 y 40 por llevarse el poste de señalización municipal de esa misma esquina.
Cristian B. y Damián A., de 32 y 29 años respectivamente, compartían la misma pieza en la calle 139. El primero nunca había registrado un empleo en blanco, ningún cobro de planes tampoco. El segundo había trabajado en un frigorífico platense, al menos, hasta dos meses atrás. Los delató un llamado al 911 de un vecino que pasaba, que relató cómo Cristian y Damián intentaban arrancar de cuajo el poste para llevarlo en un carrito de supermercado. No les gustó que la Bonaerense los frene. Se pusieron hostiles y se resistieron un poco.
Así, pasaron la noche en una celda.
No fueron los únicos platenses detenidos por hurtar metal para revenderlo en tiempos recientes. Brian F., de 20 años, desocupado, con domicilio en Ringuelet, ni siquiera recordaba su número de DNI cuando los policías de la Comisaría 1° se lo llevaron en septiembre pasado por llevarse dos canillas de la casa de un vecino. Brian fue de hampón. Saltó el paredón de la casa, vestido de negro, con un revólver Pasper calibre 22 con la numeración limada que le colgaba del elástico del jogging. Se resistió al arresto luego de correr unas pocas cuadras.
La Plata es una ciudad marcada por los robos y hurtos, los principales delitos en sus estadísticas criminales. Pero la tendencia es doble. Las bandas ultraviolentas dedicadas a cometer entraderas a punta de pistola -con pesados como Bahiano Ismael Bobadilla, liberado por su pandilla en un ataque de 30 tiros al Servicio Penitenciario Bonaerense- conviven en el mismo segmento con chicos de la calle que entran a kioscos para llevarse golosinas, con detenidos seriales como “El Vampiro”, “Los Hermanos Macana”, inimputables en situación de calle, de 14, 15 años, que acumulan 30 arrestos cada uno. El robo chatarrero, una marca histórica de la pobreza convertida en delito, también comienza.
En el territorio porteño, el problema es de larga data. Hay canillas, manijas de puerta, placas de bronce, chapas de porteros eléctricos, medidores de gas, lo que sea. Todo sirve.
La crisis en 2019 había impulsado a la calle a más personas marginales que cometían robos y hurtos sin armas ni violencia, marcados por la desesperación. Por dos canillas, A.A., de 20 años, un chatarrero de La Matanza, estuvo detenido en la alcaidía de Tribunales durante tres días y fue sometido a un proceso judicial que duró casi un mes. Había robado las canillas en un convento y que, explicó -primero a los policías que lo apresaron y después a la jueza que lo procesó-, eran para vender y juntar 500 pesos de aquel entonces para comprar medicamentos para sus hijos, un caso de tantos en el nuevo esquema de flagrancia, que había llevado a una saturación de detenidos en la alcaidía del Palacio de la calle Talcahuano.
Durante todo este año, según confirmaron fuentes oficiales a este medio. la Policía de la Ciudad arrestó a 500 sospechosos por robar metales. El tema fue preponderante en la cabeza del ahora ex ministro de Seguridad porteño Gustavo Coria, que ordenó investigar el circuito de compra y venta ilegal inspecciones en talleres y metaleras. Un negocio de compra y venta de fierro, ubicado en Constitución, fue clausurado tras una redada con tres volquetes cargados de material.
Hubo tres arrestos la semana pasada, con robabronces hallados en Villa Urquiza, Recoleta y Pompeya. En el caso de Villa Urquiza, una vecina de la calle Bonorino al 3100 llamó al 911 para denunciar el robo de los picaportes de bronce de su domicilio. El posible ladrón fue hallado en la calle Bucarelli al 2400, donde fue requisado e identificado frente a testigos. En su mochila llevaba 22 piezas metálicas entre picaportes y manijas fijas, dos cuchillos, un destornillador tipo Phillips, y iun frasco con porro. El expediente por hurto se encuentra en manos del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°41 de Edmundo Rabbione.
En Recoleta, un joven de 22 años con varios antecedentes por robos de este tipo, terminó detenido por llevarse la chapa de un portero en la calle Guido al 2500. Personal de la Comisaría 2A lo encontró en Alvear y Libertador.
Las detenciones del rubro suelen terminar en condenas, en un panorama judicial endurecido. Elías M., de 36 años, había trabajado en el pasado para dos empresas del rubro hídrico, fue condenado a dos años y seis meses de prisión en suspenso el 29 de noviembre pasado en el Tribunal N°22 por un raid tan triste como caliente.
Le imputaron cinco hechos de hurto agravado y robo simple. Su primer blanco fue una casa en la calle Hicken en Mataderos, un hecho del 31 de mayo de 2022. Allí, se llevó un medidor de Metrogas con dos válvulas y dos caños de bronce. Esa misma noche, intentó meterse en una casa de la calle Fonrouge, donde terminó detenido por la Policía. Salió poco después de la celda. Fue detenido tres veces más entre octubre de 2022 y agosto de 2023 por el mismo delito: robar bronce de Metrogas en Mataderos.
Al momento de la condena se encontraba preso en la Comisaría 8A porteña. Tras pasar casi cuatro meses en una jaula, se dispuso su inmediata libertad.