El jefe de la barra brava de Rosario Central, Andrés “Pillín” Bracamonte, fue imputado este jueves por el fiscal Miguel Moreno por varios hechos delictivos. Uno de ellos fue haber sido uno de los presuntos líderes de una asociación ilícita en coordinación con dirigentes de la UOCRA para sacar provecho en negocios millonarios. Otro, haber amenazado a un sindicalista opositor a Carlos Vergara, secretario general de la delegación Rosario del gremio. Pero también se le amplió una acusación por lavado de dinero –aunque las maniobras las dará a conocer en la reanudación de la audiencia el próximo lunes– y por haberse quedado con dinero de la venta del defensor Gastón Ávila del club canalla a Boca en 2019.
El fiscal explicó ante el juez penal de primera instancia Facundo Becerra que en junio de 2019 Bracamonte se comunicó con Jorge Andrés Bilicich, el representante de Ávila, y lo citó en un bar ubicado en la galería Paseo Peatonal, ubicada en Mitre entre Córdoba y Rioja, frente a la sede de Rosario Central del centro de la ciudad.
Al día siguiente, cuando se concretó el encuentro, “Pillín” le exigió a Bilicich un porcentaje del pago que había acordado por la venta del jugador al alegar, según afirmó Moreno, “una falsa e inexistente recomendación” que habría realizado Bracamonte con los dirigentes de Central en favor del representante para que el contrato se celebrara.
“Yo hablé bien de vos. Averigüé quién eras y sé que sos buen pibe”, le comentó Bracamonte al agente, lo que fue interpretado por el fiscal como una presunta ostentación de influencia sobre los dirigentes del club de barrio Arroyito.
“Aún con conocimiento de que no había tenido influencia alguna en el éxito del contrato, Bilicich decidió ceder y hacer entrega del 20 por ciento de las ganancias que hacen a su medio de vida. El móvil que llevó a resignar dos cheques por más de 1.300.000 pesos encuentra explicación en el temor que infundió Bracamonte: consiguió su teléfono, lo llamó, lo convocó a una reunión y finalmente le exigió parte de la ganancia obtenida por su trabajo”, destacó el fiscal en la extensa audiencia realizada en el Centro de Justicia Penal.
Según amplió, el representante del defensor entregó dos cheques a Bracamonte. Uno de ellos, por el monto de 660.030 pesos, fue secuestrado en el allanamiento al domicilio del “Pillín” que tuvo lugar el 8 de abril de 2020, en la causa en la que el mismo fiscal Moreno imputó al jefe de la barra brava de Central por lavado de dinero.
El segundo cheque fue cobrado por el hijo del barrabrava, que tiene el mismo nombre. “Pero no fue a través del banco donde debía depositarse, ya que se trataba de un cheque de pago diferido cruzado. Bracamonte hijo se presentó ante el Club Atlético Rosario Central y cambió el cheque por dinero en efectivo, conforme fue informado por el mismo club”, detalló.
Si bien Bilicich no denunció a “Pillín” por la extorsión, Moreno expresó ante el juez que la intimidación “no se limita solo al empleo de medios físicos o uso de armas, sino que bastan palabras o actitudes conminatorias o amenazantes, idóneas según las circunstancias de la persona intimidada, como ocurrió en el caso en cuestión”.
El fiscal también reprodujo una escucha telefónica que tuvo lugar el 15 de agosto de 2020, después de la detención por lavado de activos del jefe de la barra brava. Dicha conversación fue entre el –por entonces– presidente de Rosario Central, Rodolfo Di Pollina, y el vicepresidente, Ricardo Carloni. “Yo recién hablaba. ¿Qué le voy a decir? Que ese cheque lo tiene la barra, que nos lo da la barra para cobrar porque nos aprietan? Si yo digo eso vamos a tener tiros en nuestras casas. Nos cagan a tiros”, indicó Carloni a Di Pollina, que respondió: “Es así. Es así”.
“No deja dudas que la intimidación no solo fue sobre Bilicich, sino también sobre los directivos del club”, concluyó Moreno, quien continuará con la acusación este lunes desde la tarde, cuando amplíe la imputación por lavado a Bracamonte y a uno de sus socios comerciales.