“Mamita, ven la pintura que tiene, el brillo, y ya no la quieren. Dicen directamente “sintética”. Jorge Adalid Granier Ruíz, alias “Jorgito”, “Nono” o “Chuleta”, nacido en Bolivia, poderoso empresario y capo narco, dueño de varias avionetas, solía quejarse en los audios enviados a Adelaida Castillo, la encargada de distribuir sus cargamentos que le llovían del cielo a bandas locales.
La cocaína que ofrecía “El Nono” tenía una pureza poco vista en los ladrillos que circulan por Argentina. Castillo, también conocida como “Reina Titi” -investigada durante años por los fiscales de la PROCUNAR como una proveedora fuerte en Santa Fe, ligada al clan Loza, condenado por exportar droga a España- le había pasado un mensaje de los compradores. “Hola, ya estoy con las personas. Ya lo miraron todo, son sintéticos. ¿Qué hacemos?”
“Yo tengo de exportación”, insistió el hombre de las avionetas. “O sea, cómo me van a decir que son sintéticos si son de Perú. O sea, lo mismo que nada”, completó el narco ante la vacilación de su socia salteña.
La mujer fue detenida en septiembre de 2020, en Ibarlucea, con 389 kilos de la droga de la que se jactaba Granier. “El Nono” fue detenido en marzo de este año, cuando cayó en un control de tránsito en la localidad de Campo Grande en Brasil, con una identidad falsa.
“El Nono” no mentía: la cocaína que trasportaba desde Bolivia, con escala en Paraguay, tenía una excelente calidad. El peritaje químico al secuestro arrojó un grado de pureza promedio de 93,29%, sin sustancias de corte y contaba con la capacidad de obtener más de dos millones de dosis umbrales, un grado de pureza que solo es visto en microenvíos de contrabando por correo a Asia.
A la fecha de hoy, en Rosario el kilo del polvo blanco tiene un valor de 4200 dólares, si se paga en el momento; el precio sube a 4700 “fiado”, es decir, a pagar. “Puesta en la calle”, es decir, vendida a los jefes intermedios, sube a 5000, incluso a 5500. En tanto, la dosis de un gramo -compuesta por la droga estirada con diferentes sustancias- se comercializa a 6500 pesos.
Los investigadores que le siguieron el rastro a Adalid Granier, por su parte, no tienen dudas que la droga que conseguía el magnate boliviano tenía como destino el mercado exterior, polvo for export. Sus negocios parecen ir más allá de Rosario o las tramas mayoristas. Un informe de la DEA advirtió sobre sus vínculos con el Primer Comando Capital, la poderosa organización brasileña.
“Cada banda tiene una especie de catador de calidad. Algunos son profesionales como bioquímicos o ingenieros, otros solo cuentan con experiencia. Si ven la droga muy brillosa, creen que pudo haberse pasado de componentes -de por sí la cocaína es producto de un proceso químico- o que es sintética -que se obtiene combinando el clorhidrato de cocaína con analgésicos, entre otras sustancias. También la llaman “plástico””, explicó un investigador a Infobae. El brillo en la cocaína, por otra parte, también puede deberse al uso del levamisol, un desparasitante para vacas empleado en el mercado colombiano, que puede generar necrosis en los tejidos humanos.
Aunque la captura de la “Reina Titi” lo puso en jaque, el nombre de Granier surgió en los registros de Interpol tras el triple crimen sobre el final de la resonante boda narco en la localidad ubicada en las afueras de Rosario, en enero de 2022.
En la causa por el homicidio de Iván Maximiliano Giménez, Erica Romero y su beba de un año, Elena, quedaron involucrados su principal cómplice, Fabián “Calavera” Pelozo y el ladero de éste, Ignacio Quintana, quienes estaban destinados al acopio, entrega y cobro de la cocaína del boliviano, quien los llamaba “mis muchachos”.
Adalid Granier ofrecía un servicio de “taxi aéreo”, por el que cobraba una comisión de 320.000 dólares. Las únicas condiciones que imponía era un adelanto de 50 mil dólares y que las aeronaves salgan cargadas a su máxima capacidad (unos 400 kilos), razón por la cual algunos capos locales debían aunar esfuerzos y dejar afuera cualquier rivalidad para poder traer los cargamentos.
Días atrás, luego de su extradición desde Brasil, “El Nono” fue procesado y embargado por 30 millones de pesos por el juez federal de Salta Julio Bravio. Los fiscales Diego Iglesias y Eduardo Villalba de la PROCUNAR sostuvieron que desde el 2017, el empresario, comenzó “a montar una estructura tendiente a crear una “pantalla” que le permitiera ocultar su real actividad ilícita.
Ese año constituyó la sociedad anónima Agro San Jorge, de la que participa en calidad de accionista junto a sus hijos Jean Carlo Alexis Granier Molina y Jesús Martín Granier Ruíz. Sospechan que su actividad en el país comenzó en 2013, cuando fue identificado como supuesto proveedor de Esteban Alvarado, el archirrival de Los Monos.
El narco se negó a declarar pero hizo un descargo, donde negó toda acusación, se declaró inocente y dijo no haber tenido nunca un antecedente penal en ningún país. Luego, expuso cuestiones relacionadas con su estado de salud: expresó haberse sometido a una cirugía bariátrica y que por ello necesitaba se le provea un tipo especial de alimentación, lo que lo llevó a bajar de peso considerablemente. Por pedido de su defensa, en tanto, el tribunal ordenó la realización de un examen mental.
La vida narco de “El Nono”
Granier, nació el 11 de diciembre de 1979 en Santa Cruz de la Sierra. Sus registros migratorios llevan a inferir que sus vínculos en Argentina se comenzaron a forjar desde el año 2013, cuando se lo vinculó a Alvarado, “oportunidad en la que manejaba un laboratorio de cocaína en el Estado Plurinacional de Bolivia junto con un primo conocido con el alias de “Pochoclo”, según informaron en su momento autoridades de la DEA.
El último procesamiento en su contra resalta una causa instruida por Bavio en 2017, en la que se secuestraron 1166 kilos de cocaína que serían transportados desde Salta hacia Tapiales, en la provincia de Buenos Aires.
Al analizarse el teléfono de Valdemar Loza, miembro del clan que compró la Ferrari de Maradona, se determinó que estaban agendados los teléfonos de Jorge Adalid Granier Ruiz y su hijo Jean Carlo, que es, como su padre, aficionado a los aviones.
Ese megaoperativo conjunto de Gendarmería y PFA fue bautizado “Ave Rapaz” por la figura que llevaban los ladrillos. Sin embargo, en ese momento, los investigadores no lograron profundizar sobre la actividad del magnate boliviano dedicado, en teoría, a la actividad agrícola ganadera.
En 2020 la PROCUNAR se abocó a la investigación de la posible existencia en el país de una organización criminal presuntamente involucrada en actividades de logística y coordinación para el tráfico y exportación de estupefacientes y en el blanqueo de capitales, conformada por “el grupo Granier”, con nexos familiares entres sí y vinculación con el PCC.
El vínculo surgió tras una extensa investigación de la Policía Federal de Brasil, la DEA y el Servicio Nacional de Investigación Criminal de la Policía de Mozambique (SERNIC). En Mozambique, el 13 de abril del 2020, se detuvo a Gilberto Aparecido dos Santos, alias “Fuminho”, uno de los principales referentes y hombres de confianza de Marcos Williams “Marcola” Herbas Camacho, líder del PCC.
“Fuminho” usó, durante 21 años, varias identidades falsas. Entre ellas, la de Gomes de Jesús, con la que ingresó en dos oportunidades a la Argentina: el 28 de abril de 2016 desde Perú y egresó el 20 de junio de ese año con destino a Bolivia; y el 27 de diciembre de 2017 desde Bolivia y salió el 19 de marzo de 2018 con destino a Alemania.
Los investigadores no ven como una causalidad que el financista narco haya declarado como domicilio, al ingresar al país una dirección en Barrio Norte. Se trata de la misma dirección que estableció Jean Carlo Alexis Granier Molina, el hijo de “El Nono”, en la constitución de Agro San Jorge S.A., la sociedad creada junto a su padre dedicada a actividades ligadas al campo.
El 28 de marzo de este año, Granier, fue capturado en Jaraguari, a 47 kilómetros de Campo Grande, con el documento a nombre de “Jorge Mendes Ardaia” que habría comprado en Pará por 5 mil reales, según confesó él mismo a los efectivos. También habría adquirido un documento falso en Bolivia por US$200 y un pasaporte boliviano por US$500.