Ayer por la mañana, la División Delitos Cibernéticos contra la Niñez y Adolescencia de la PFA -que depende de la Superintendencia de Investigaciones Federales- allanó y arrestó por distribución de material de abuso sexual infantil a M.N, un joven de 26 años sin un alta en la AFIP a su nombre o un empleo en blanco en su historia, que vive en Moreno junto a su padre. Le encontraron su fetiche privado: casi treinta prendas de ropa interior para niñas y preadolescentes, corpiños y bombachas de algodón, que podrán ser peritadas.
Luego, los detectives fueron por su computadora, que estaba encendida. El material pedófilo estaba perfectamente a la vista. Allí, encontraron más de cien fotografías explícitas que mostraban situaciones de tocamientos y violaciones cometidas por adultos. Había imágenes de larga data, que parecían tomadas años atrás. También había fotos recientes. Todas las víctimas en estas imágenes eran claramente menores de trece años.
Así, fue trasladado a una celda, a la espera de su indagatoria. Como la mayoría de los pedófilos detenidos en Argentina, arrestados luego de fuertes pruebas en su contra, es altamente probable que pacte un juicio abreviado con la Justicia, aceptando su culpa.
M.N no cayó solo, por otra parte: fue parte de una redada basada en información internacional. La “Operación Kami”, tal como la rotuló la PFA, incluyó otros cinco detenidos capturados entre CABA, Neuquén y Tucumán, en un expediente en donde interviene la fiscal Daniela Dupuy. Se secuestraron más de 20 dispositivos digitales, que podrán ser peritados. La alerta del caso vino de la Policía española. El detenido en Moreno, así como los otros imputados, componían una mega red de pedofilia en Argentina donde se compartían imágenes y videos mediante la app Signal de mensajería privada, similar a Telegram. La semana pasada, 32 sospechosos fueron detenidos a lo largo de Europa por compartir material en la misma aplicación: diez de ellos cayeron en España. Un hombre en el Sur de Francia tenía, según diversos medios europeos, al menos 200 mil archivos comprometedores en su computadora.
El fetiche de la ropa interior infantil es una figura que se repite entre los consumidores de material prohibido. En marzo de 2018, un extrabajador del Distrito Escolar 21 de Villa Lugano fue encontrado en su casa por la PFA luego de que compartiese por cuatro meses una filmación de una violación grupal sufrida por una nena de 5 años: una alerta de Interpol Alemania lo delató.
El sospechoso, de poco más de 40 años, vecino de una de las torres en el barrio, lo descargó de una fuente desconocida para la Justicia argentina en algún momento de 2017 para compartirlo desde una conexión a Internet en su departamento durante al menos cuatro meses. Lo hizo a través de la red eDonkey, un viejo sistema peer to peer como lo fue Napster, en desuso a gran escala, pero que todavía funciona.
Pasaba tiempo con un hobby anacrónico: recortar y pegar en álbumes. Las mujeres de aspecto adolescente eran su preferencia. Tomaba fotos de revistas de actualidad de conocidas modelos en sus comienzos, en poses sugerentes, también modelos de revistas porno comerciales, en collages un poco bizarros.
El sospechoso, tal como el joven de Moreno, tenía su propia colección de ropa interior, principalmente bombachas, todas ellas de niñas: una con la cara del canario Tweety, algunas en encaje, otras de algodón. Las piezas de ropa interior quedaron incautadas para estudios criminalísticos de ADN.