A casi un mes de que la empleada de una panadería de la zona de Las Cañitas, en el barrio porteño de Palermo, fue violada por un indigente que entró a robar, la Justicia procesó con prisión preventiva a Paulo Díaz, de 35 años, acusado de asaltar y abusar sexualmente de la joven de 20. En la resolución, a la que accedió Infobae, se conoció por primera vez el testimonio de la víctima: “¿Cómo voy a seguir con esto que me pasó?”, se pegunta.
El relato de la empleada surge a partir de una entrevista mantenida con profesionales de la brigada de “Acompañamiento a víctimas de violencia familiar y sexual” (Línea 137). Según indica el informe posterior que presentaron las expertas, y que forma parte de la resolución judicial, la joven manifestaba su preocupación de cómo será su vida de aquí en más. También aseguraron que continúa en “shock”.
“Todavía no puedo entender la gravedad de todo esto; que me haya pasado a mí, yo siempre miro la serie La Ley y el Orden y me pasó a mí”, recalca el escrito sobre las palabras de la víctima, quien se cuestionaba sobre la serie estadounidense que se emite desde 1990.
Acerca de las secuelas en su salud, la joven abusada manifestó que “no volvió a trabajar ni piensa en hacerlo”. También aseguró que “no está yendo a lugares sola y, mucho menos, a baños públicos, porque le traen recuerdos; que le agarró rechazo a la gente de la calle y que duerme entrecortado porque tiene pesadillas”.
En su testimonio, la víctima dio detalles de cómo se inició la agresión, lo que le dijo el violador para intimidarla, las simulaciones realizadas para sostener que estaba armado y todo lo otro que sucedió en el baño para abusar sexualmente de ella por un tiempo prolongado. “Fue eterno”, aseguró.
De acuerdo con la joven, Díaz entró al local alrededor de las 7.30, la agarró “de sorpresa” y ella pensó que le iba a robar. Luego, sustrajo dinero de la caja registradora, unos cuatro mil pesos, aproximadamente y, tras ello, la forzó a dirigirse al baño, donde la violó.
“Era muy violento. Me decía que tenía un arma. Yo no sabía qué hacer. Él era más bajo que yo; pensé que lo podía empujar, pero él tenía mucha fuerza. Me tuvo ahí como media hora”, recordó y destacó que, en un momento dado, escucharon llegar a un proveedor con mercadería, al cual ella estaba esperando cuando ingresó el agresor. En ese entonces, el agresor la amenazó: le dijo que si gritaba o si decía algo “se iba a morir”.
Díaz quedó procesado como presunto autor de cuatro delitos, todos en concurso real: “robo”, “abuso sexual agravado por el acceso carnal y por haber ocasionado un grave daño a la salud de la víctima”, “privación ilegal de la libertad doblemente agravada por haberse cometido con violencia y por el daño ocasionado a la salud de la víctima” y “lesiones leves agravadas por haber sido cometidas por un hombre contra una mujer con violencia de género”.
La medida fue dispuesta por el juez nacional en lo Criminal y Correccional N° 5, Manuel De Campos, en una resolución en la que también trabó para el imputado un embargo de 10 millones de pesos.
”Las pruebas acumuladas, y la valoración efectuada, permiten recrear los hechos investigados y también la intervención criminal de Díaz en aquellos, de modo que se habilita la etapa para que este proceso pueda avanzar hacia otras etapas ulteriores y, primordialmente, la central; del juicio oral”, señaló el juez en uno de los párrafos de su resolución.
A nivel probatorio, De Campos destacó la gran cantidad de videos de cámaras de seguridad del propio local y de domos de la Ciudad y otras privadas, con las que se pudo individualizar al delincuente y sobre todo, al trabajo de la Policía Científica sobre las huellas dactilares levantadas en la escena.
Es que la clave de la investigación por la que se logró identificar a Díaz, fueron las huellas dactilares que el abusador dejó en un envase tipo tetrabrik de litro de jugo “Cepita del Valle”, sabor naranja. Sobre este detalle, también hizo hincapié la víctima, quien dijo que el agresor “llegó con un jugo de litro en la mano, que creo que dejó apoyado en el mostrador”.
En la resolución, se destaca que la División Papiloscopía y Patronímica de la Policía de la Ciudad levantó cuatro rastros papilares aptos para cotejo y tanto el “Sistema de Identificación Multibiométrico” (MBIS), como la base de datos del “Sistema Federal de Identificación Biométrica para la Seguridad” (Sibios) concluyeron que una de esas huellas se correspondía “de manera categórica y fehaciente” con la impronta del “dígito meñique derecho” del imputado Díaz, en ocho causas registradas en la Policía Federal Argentina (PFA).
Con las imágenes de los videos, la División Individualización Criminal de Policía Científica de la PFA estableció que la fisonomía del delincuente captado por las cámaras presenta características faciales semejantes a Díaz y que también coincidían algunas de sus señas particulares como tatuajes y cicatrices.
Asimismo, De Campos le otorgó un valor probatorio primordial al testimonio en sede judicial de la víctima, cuya identidad se resguarda para preservarla.
Hacia el final, el juez hizo una mención especial a los antecedentes penales de Díaz, enumeró seis de sus condenas y aseguró que “registra un frondoso prontuario que nos advierte sobre su conflictividad permanente con la ley penal”. A su vez, señaló que los delitos por los que fue condenado “constituyeron serios atentados contra la integridad sexual y propiedad de las personas” y destacó que “todas las víctimas de los delitos cometidos por el nombrado son mujeres”.