El domingo pasado, a las 15 horas, poco antes del cierre de los comicios en el día de elecciones presidenciales, un hombre en situación de calle encontró un cadáver carbonizado en una vieja casilla derrumbada en Barracas. El lugar, ubicado en la esquina de Luna y Olavarría, se encuentra en lo que fue el predio ferroviario de la ex estación Buenos Aires de la línea Belgrano Sur. En desuso hace décadas, con partes de sus paredes desmoronadas, el pequeño edificio de dos plantas se convirtió en una parada de indigentes, una ranchada, un fumadero de pasta base, entre otras cosas.
Horrorizado, el hombre corrió a avisarle al personal de la Policía Federal que custodia el predio. Comenzó una causa en la Justicia federal, a cargo del magistrado Julián Ercolini, ya que las zonas de trenes son jurisdicción del fuero de Comodoro Py. La División Homicidios de la PFA, luego de una temporada récord de resolución de casos, fue convocada para resolver el hecho.
El Cuerpo Médico Forense analizó los restos. Los patólogos determinaron que, por las características óseas, por lo poco que quedaba, se trataba de una mujer de 40 a 70 años de edad, de 1,50 metros de altura. Su nombre se desconocía y se desconoce hasta hoy. El hombre que alertó sobre el cuerpo no supo decir nada sobre ella, tampoco los otros indigentes y consumidores de base que frecuentaban el lugar.
Por lo pronto, hay un detenido. La División Homicidios -que depende de la Superintendencia de Investigaciones Federales- capturó en la calle Monteagudo al 800 a Exequiel Patricio Suárez, de 24 años, un hombre en situación de calle. Es, en parte, un enigma. No registra empleos previos, un domicilio registrado. Su nombre no figura en fallos de primera instancia en la Justicia porteña. Es un errante. No solo dos indigentes que frecuentaban el edificio derrumbado lo señalaron: la PFA encontró el DNI del sospechoso en el lugar.
Queda, por lo pronto, establecer el móvil del crimen. Los investigadores sospechan de un conflicto relacionado al consumo de pasta base. La mecánica para matar a la mujer habría sido particularmente cruel. La autopsia reveló que Suárez “habría golpeado con un elemento contundente a la víctima en la zona de la cabeza, provocándole un estado de inconsciencia, para luego enrollarla en un colchón y prenderla fuego”, asegura un documento del caso al que accedió Infobae.
El caso remite a otro misterio clásico de la historia policial reciente. En la madrugada del 15 de febrero de 2015, casi un mes después de la muerte del fiscal Alberto Nisman, apareció un cadáver a pocos metros del edificio Le Parc, donde vivía el fiscal junto a una pared de la subestación eléctrica 89 de Edesur en la plazoleta del Paseo de las Mujeres, sobre la avenida de los Italianos casi en su esquina con Marta Lynch. También se trataba de una mujer, También estaba carbonizado más allá de toda posibilidad de reconocimiento.
Durante meses se investigaron distintas hipótesis, todas con resultado nulo. El Cuerpo Médico Forense apenas pudo determinar que se trataba de una mujer, que tenía entre 40 y 50 años y medía aproximadamente 1,65 metro. También se constató que tenía várices en su pierna derecha y, a partir de la porción de vísceras que llegaron a analizar, que había consumido café horas antes. Por el estado que presentaba, ni siquiera se pudieron tomar sus huellas digitales.
El caso sigue irresuelto hasta hoy.