Feroz golpiza en Mendoza: un adolescente de 18 años sufrió una fractura de cráneo

Un adolescente de 18 años terminó internado con fractura de cráneo tras una pelea que mantuvo con otro de 17 en la localidad mendocina de Rivadavia. El brutal episodio, que se conoció en las últimas horas, sucedió el domingo cerca de las 7.30 en el cruce de calles Agustín Aguado y Alem, a 260 kilómetros de la capital provincial.

Según pudo reconstruir Infobae, los dos adolescentes estaban en estado de ebriedad y mantuvieron una discusión a la salida de un boliche que terminó con uno de ellos hospitalizado y el otro detenido.

Fueron varios llamados a la línea de emergencia 911 los que alertaron acerca de lo ocurrido. De inmediato, un móvil policial se trasladó hasta el lugar y encontró al joven de 18 años, golpeado y en estado de ebriedad. Rápidamente, se solicitó la intervención del Servicio de Emergencia Coordinado (SEC), que decidió trasladarlo al hospital Saporitti.

Allí, los médicos determinaron que presentaba “politraumatismos, traumatismo facial y hematomas en cara y boca”. Luego, según indicó el medio local Los Andes, lo derivaron al Hospital Alfredo Ítalo Perrupato, en la localidad de San Martín, donde se le realizó una tomografía que detectó la “fractura de cráneo” y quedó internado bajo observación.

Mientras la víctima era asistida, el personal policial logró dar con un joven de 17 años señalado como el responsable de la agresión. Lo ubicaron a pocas cuadras del lugar del hecho, gracias al testimonio de algunos vecinos.

Según supo este medio, tenía escoriaciones en los nudillos, secuelas de la riña. Pero eso no fue todo: tras una requisa le secuestraron dos teléfonos celulares y una billetera, propiedad del lesionado. Quedó a disposición de la Justicia. El caso es investigado por la fiscalía de Jurisdicción de Rivadavia.

Al respecto, una fuente que investiga el caso advirtió a Infobae acerca de este tipo de episodios que se dan a la salida de los boliches y dijo que “se están poniendo de moda”.

“Fue un hecho muy violento. Mientras uno estaba tirado en el piso, el otro le seguía pateando en la cabeza encarnizadamente. Además, le robó sus pertenencias”, agregó.

No es la primera vez que un joven es atacado a las piñas en Mendoza. Hace diez días, un chico de 25 años quedó internado en terapia intensiva tras haber sido golpeado por una patota en San Rafael.

De acuerdo a la reconstrucción efectuada por los investigadores, la riña comenzó alrededor de las 6.50 frente a una estación de servicio ubicada sobre avenida Yrigoyen. Fue el playero quien avisó al 911 que Juan José era golpeado por cuatro jóvenes que iban a bordo de un Volkswagen Gol.

Según pudo saber este medio de fuentes del caso, el empleado de la estación de servicio, de 42 años, les contó a los policías que él intentó detener la agresión, pero que también resultó lesionado por quienes atacaban al joven. Sufrió un traumatismo en el labio inferior.

Los agresores lograron darse a la fuga antes de que llegara la Policía, mientras que la víctima fue trasladada en una ambulancia al Hospital Schestakow. Allí quedó internado en la Unidad de Terapia Intensiva. “Fue diagnosticado de TEC (Traumatismo Encéfalo Craneano) no recuperado”, detallaron las fuentes.

La violencia juvenil vuelve a escena cada fin de semana. El viernes pasado, falleció Lautaro Alvaredo, de 19 años, luego de 11 días de internación con un cuadro irreversible de muerte cerebral. Lo habían atacado a golpes a la salida de un boliche en la localidad bonaerense de Gregorio Laferrere.

A pesar de que la adolescencia es una etapa relativamente sana desde el punto de vista biológico, casi el 60% de adolescentes y jóvenes fallece por causas evitables: la mayoría de ellas asociadas a la violencia. De ese total, el 70% ocurre en varones y masculinidades, indican desde la Dirección de Adolescencias y Juventudes del Ministerio de Salud de la Nación.

Al respecto, el juez de Cámara de Responsabilidad Penal Juvenil de Catamarca, Rodrigo Morabito, sostuvo: “Los varones históricamente han querido probar su masculinidad a través de la violencia. A eso hay que sumarle el consumo de alcohol y drogas que potencian el efecto de no limitación y la introducción de armas impropias, como piedras, ladrillos o hierros”.

Y agregó: “Hoy, el temor generalizado de los padres es que sus hijos sean víctimas, pero también pueden ser victimarios. En el primer caso, hay que prepararlos para escapar de la violencia. En el segundo, enseñarles que las diferencias se pueden resolver a través del diálogo y que hay que involucrarse y pedir ayuda”.