En 2008, Rodolfo Corsolini halló en la zona de Pilcaniyeu, Río Negro -ubicada a 60 kilómetros de Bariloche- un objeto notable: el fósil de una flor de la familia de las Asteraceae, una margarita del período eoceno. El fósil de la flor databa, al menos, de 47 millones de años. Corsolini aseguró que encontró el ejemplar en el área del río Pichi Leufú, mientras acompañaba a su hijo Julián en una misión de estudios paleontológicos. “Mientras caminábamos por la zona nos llamó la atención la hoja que estaba fosilizada en una laja suelta. El ejemplar estaba en muy buenas condiciones”, afirmó Corsolini al diario Río Negro. Su valor, desde ya, es incalculable.
El hallazgo fue una cuestión internacional: el ejemplar fue analizado en un paper publicado en la revista científica Annals of Botany en 2012, publicado por Oxford Press, donde un equipo de científicos analizó sus implicancias ecológicas, evolucionarias y biogeográficas.
Hoy, esa margarita, la más antigua del mundo según Corsolini, pasa a manos del Estado argentino. La Aduana a cargo de Guillermo Michel la entregó junto a una colección de 6400 fósiles a las autoridades de la provincia de Río Negro, donde fueron hallados. La colección incluye un esqueleto completo de hadrosaurio, huevos de dinosaurio, un amonite de 20 centímetros. También, gran cantidad de piezas de ámbar con insectos en su interior, tal como en la película Jurassic Park.
“Estamos ante el mayor secuestro de bienes culturales de la historia argentina”, afirmó Michel en el acto de entrega, realizado en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia: . Por su parte, Luis Cappozzo, director del Museo, resaltó “el aporte, cuidado e investigación del equipo de científicos y científicas del Museo en la restitución de este material totalmente valioso”, en un operativo en el que intervino, por ejemplo, el área de Interpol de la PFA.
En efecto, la Aduana asegura que el lote proviene de un caso de tráfico de fósiles. La familia Corsolini está en el centro de la polémica. Corsolini padre controló durante años el Museo de Geología y Paleontología del Lago Gutiérrez en Villa Los Colihues, hoy cerrado, una reconocida atracción turística.
En 2019, la Municipalidad local intimó a Corsolini padre y le puso fecha para la clausura. Le exigen que debe habilitarlo como un comercio; “¡pero esto no es un comercio!”, afirmaba. “Entonces lo cierro y se termina el problema. No quiero que se humille mi museo con una clausura. No me quiero amargar la vida, ni discutir con nadie, ni que me traten de mentiroso. Las melodías tienen un principio y un fin, y el museo es una melodía que lamentablemente también”, aseguraba Corsolini a Infobae en ese entonces.
Hoy, una causa penal complica a su hijo, Julián, que habría intentado retirar fósiles de la colección familiar de la Argentina con la excusa de realizar una mudanza a Murcia, España, en septiembre de 2020. Según la Aduana, habría apelado a “sofisticados métodos de ocultamiento para sacar la colección paleontológica del país”.
Así, la Aduana local alertó a sus pares españoles, que realizó una revisión de contenedores en el puerto de Valencia. Para esconder los fósiles en un container que partió desde Bariloche, Julián Corsolini supuestamente montó un sistema de dobles fondos y revestimientos de yeso y otros materiales, de manera que no fueran discernibles a simple vista.
La causa en contra de Corsolini está en manos del Juzgado federal de Bariloche, subrogado por Gustavo Villanueva. Hay un pedido de procesamiento en la Justicia federal rionegrina contra Julián Corsolini, de 43 años, firmado por el fiscal Rafael Vehils Ruiz por “la exportación ilegal de piezas pertenecientes al patrimonio arqueológico y paleontológico argentino, protegidas por la Ley Nacional 25723 y la Ley provincial 3041″, afirma un documento judicial al que accedió este medio. “En particular, se corroboró que en la lista de empaque se omitió intencionalmente la mención de todas aquellas piezas cuyo traslado fuera del país se encontraba prohibido por no contar con las autorizaciones correspondientes”, continúa el texto.
“Acá no hubo intención de llevarse nada escondido”, aseguró Corsolini hijo en su descargo al comienzo de la causa. Afirmó que varios fósiles fueron cubiertos con yeso para protegerlos del deterioro. A lo largo del texto, intentó exculpar a su padre, al que comenzó a acompañar en sus búsquedas de fósiles a lo largo de la Patagonia desde sus doce años.
A pesar de que se le reclamaba una habilitación comercial al Museo Lago Gutiérrez, la causa de la Justicia federal recuerda que Corsolini hijo era “un empleado dependiente de la Secretaría de Estado de Cultura rionegrina que prestaba funciones en las instalaciones de la misma institución”. Efectivamente, los registros previsionales de Julián consultados por Infobae muestran un paso por la nómina de pagos de la provincia.
El tráfico de fósiles es una pequeña constante en el sistema penal argentino. En marzo de este año, Gendarmería incautó ostras fósiles de más de 12 millones de años. Los ejemplares eran transportados dentro de una bolsa en un camión que partió desde Santa Cruz y tenía como destino final a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: las piezas pesaban entre 4 y 6 kilos cada una.