Las mafias saben bien que cada asesinato por encargo es un mensaje. Solo hay que elegir bien qué decir y cómo decirlo. Históricamente, las organizaciones criminales de cualquier cultura entendieron que no se mata a un enemigo frente a su familia. Hacerlo implica un odio total a la víctima. El mensaje, desde ya, solo puede ser terrible.
Yucheng Chen, oriundo de China, fue acribillado de un tiro en el cráneo el 2 de julio pasado por la mañana. El crimen ocurrió frente a su mercadito, ubicado sobre la calle Pichincha, en el barrio porteño de Balvanera. La bala calibre .38 en su cabeza ingresó por el parietal izquierdo y se partió en dos al golpear contra el hueso, según determinó la autopsia posterior. Un parte penetró en la cavidad craneal y provocó una fractura que le hundió el hueso, quedó allí dentro. El otro trozo escapó por el cuero cabelludo.
Yucheng no estaba solo al momento del crimen. Lo acompañaba no sólo su mujer; también su hija menor de edad. Decir que ambas vieron todo es poco menos que una redundancia. El asesino mató a Yucheng a quemarropa. Se paró frente a su blanco a menos de un metro de distancia. Su mujer fue quien llamó al 911 tras el ataque. El hombre fue trasladado al hospital Ramos Mejía, donde se determinó que había sufrido la muerte cerebral. Falleció 48 horas después.
Hoy, tres hampones se encuentran detenidos y procesados con prisión preventiva por el crimen, tras una investigación de la Fiscalía N°15 con el fiscal Santiago Marquevich y Emiliano Beola, con una decisión del juez Alejandro Ferro. El crimen es una rareza. Al contrario de Rosario, donde pasan a diario, los hechos de sicariato en territorio porteño son sumamente infrecuentes.
Qué mensaje quiso enviar quien decidió la muerte de Yucheng es algo que queda por ser descubierto.
Jeremías Cardozo, acusado de ser el autor material del crimen, está lejos de ser un asesino profesional. Un lumpen oriundo de una zona de ranchos de Mercedes, provincia de Buenos Aires, había sido condenado a dos años de prisión en 2016 por los delitos de resistencia a la autoridad en concurso real con tenencia ilegal de arma de guerra y encubrimiento. En 2022, otro tribunal de su zona le dio otros dos años, en una causa por lesiones graves y amenazas armadas. En ambas sentencias, Cardozo salió de la cárcel con condena cumplida.
Cardozo declaró tras su arresto: “Yo siempre ando en Capital buscando gente que me dé cosas, ropa, plata y me ayude. Tenía un grupo de personas que me llamaban para que los acompañe, no sabría decirle para qué. Ellos me daban plata. Así, varias veces. Una vez me pidieron que les dé el número de documento y el nombre completo y me decían que era para cosas buenas, me daban dinero y carne o me compraban cosas. Yo hace varios meses tuve una recaída y me agarran varias presiones en el cerebro”
Así y todo, mató a Yucheng -si es que es culpable- con la sangre fría de un profesional. El sicario, que llegó al lugar a bordo de una camioneta Kia Sportage, enfrentó a Yucheng a cara descubierta. Lo ejecutó en plena calle y siguió a pie, para descartar el arma, un revolver Smith and Wesson, en una boca de tormenta de la calle Matheu. Sin embargo, no fue muy discreto en su descarte. Una cámara de seguridad del Centro de Monitoreo Urbano lo filmó sin que lo supiera. El video ilustra esta nota.
La viuda de Yucheng declaró en la Justicia que un desconocido había merodeado la zona de su departamento en la avenida Rivadavia el día anterior al crimen. Lo cierto es que merodeaban hace tiempo Ya habían intentado matarlo dos meses antes. El 2 de mayo último, un pistolero a bordo de una moto le disparó varias veces mientras se dirigía en un auto de aplicación al casino de Puerto Madero. Yucheng salió ileso. Una versión que sobrevoló el caso indicaba que el hombre asesinado se dedicaba a prestarle dinero a compatriotas en el casino.
Para la Justicia, el crimen tiene el obvio tinte de una muerte por encargo. El procesamiento del juez Ferro dice: “También ha quedado evidenciado que el homicidio se iba a materializar a requerimiento o por encargo de otro, pues así fue prácticamente admitido en las escuchas por Marcos Andrés Soruco, quien parecería haberse tratado de la persona que tenía contacto directo con aquel”.
Soruco es uno de los tres detenidos, al parecer, el de mayor capacidad intelectual. Una de las claves que llevaron a identificarlo fue el teléfono incautado en una causa por robo que tramitó en Mercedes. Al ser abierto, el aparato reveló el siguiente chat de Soruco:
“¿Sabés lo que pasa? Que nosotros le dijimos que este laburo hay que asegurarlo. Porque si no lo aseguramos, la gente para la que nosotros trabajamos puede tener muchísimos problemas”.
Esa “gente” es, precisamente, el misterio central del expediente. No hay menciones, no hay pistas. Soruco no dice si actuó a pedido de un tercerizador de sicarios, como suele haberlos en la lista de contactos de la mafia china, o para un capo chino directamente. El golpe contra Yucheng es ilustrado con una serie de verbos de la jerga como “vacunar” y “trapear”, eufemismos para un homicidio.
Las conversaciones de Soruco dan a entender que Yucheng había sido seguido por sus asesinos por lo menos tres semanas antes de su muerte.