En un hermético operativo, la División Antidrogas de la Policía Federal de Rosario detuvo este jueves por la tarde al jefe de la Unidad Operativa de Investigaciones Especiales de su delegación local.
Se trata de un subcomisario que está sospechado de haber recibido un monto de 20 mil pesos por cada celular que hacía ingresar al lugar de detención que tiene la fuerza de seguridad federal en 9 de Julio al 200, en barrio Martín.
El operativo, además del arresto del subcomisario federal, tuvo como dato relevante el secuestro de seis celulares en las celdas de los detenidos de la delegación local de la Policía Federal de Rosario. También se incautaron otros tres en el escritorio del agente sospechado, a quien además se le secuestró el teléfono que tenía.
La investigación es llevada adelante por la Fiscalía Federal N° 2 de Rosario a cargo del fiscal Claudio Kishimoto y los fiscales coadyuvantes Franco Benetti, Julieta Militello y Matías Mene, que contaron con la autorización del Juzgado Federal N° 4, cuyo titular es el juez Marcelo Bailaque.
El disparador del operativo fue una línea telefónica que estaba intervenida y que, en sus comunicaciones, mantuvo diálogos con una interna que estaba detenida en la delegación local de la Policía Federal, quien explicó de manera detallada que necesitaba que le diera dinero en efectivo “para vivir bien” durante el encierro.
En las llamadas, la reclusa de 19 años –que cayó en marzo pasado en un megaoperativo contra la presunta banda de Leonardo “Leo Rey” Saravia– contó que debía entregar 5 mil pesos a un agente para que le permitiera tener “beneficios” en la vida diaria, como salir al patio cuando lo quisiera, recibir visitas fuera de horario o elementos que lleven sus visitantes.
La línea que usó esa interna fue utilizada por muchas detenidas el pasado 30 de octubre. Los investigadores detectaron una particularidad en las comunicaciones: todas solicitaban a personas de su entorno un teléfono y la suma de 20 mil pesos, que era el peaje que debían abonar para que se permita el ingreso al lugar de encierro. El dinero, de acuerdo a las intervenciones telefónicas, debía ser llevado personalmente hasta la plaza Bélgica, situada en Zeballos y Colón –a la vuelta de la delegación local de la Policía Federal de Rosario–, a un hombre al que las presas apodaban “Viejo o Jefe”, que iba a ir vestido de azul.
La operación se concretó y quedó registrada en cámaras de videovigilancia de la zona. Allí no quedaron dudas para la Fiscalía Federal N° 2 y la División Antidrogas de la Policía Federal –fuerza a cargo de las tareas investigativas– que el apodado “Viejo o jefe” era el jefe de la Unidad Operativa de Investigaciones Especiales de la delegación local de la PFA, que llegó al lugar con jean y suéter azul, tal como lo habían anunciado las reclusas.
Después de esa secuencia, el mismo 30 de octubre el subcomisario se dirigió a las celdas de mujeres, mantuvo charlas con las internas y, posteriormente, fue al sector de calabozos donde están los varones detenidos, de acuerdo a las actuaciones en la causa.
El 7 de noviembre, según la investigación, el subcomisario fue visto nuevamente hablando con reclusas que estaban en sus celdas. Minutos después, una de ellas envió un mensaje de texto a un allegado, al que le dijo: “¿Para mañana podés conseguir el celu? Porque el jefe no va a estar hasta la semana que viene. Avisame porque ahora va a volver para decir la hora”. Esa situación, infieren desde el Ministerio Público Fiscal, es la que habían dialogado el policía con las internas.
Ese 7 de noviembre, pasadas las 16, el agente de rango jerárquico fue nuevamente a la plaza Bélgica, donde recibió otro teléfono y el dinero en concepto de coima, de acuerdo a las tareas de inteligencia.
Al ampliar las medidas que se hicieron en el expediente, desde el Ministerio Público Fiscal concluyeron que este tipo de maniobras se habrían llevado a cabo “por lo menos desde marzo de 2022″ en adelante.
Dentro de las presuntas irregularidades, se sospecha que el preso Iván Tripi, presunto jefe de una banda narco alojado en la delegación local de la Policía Federal, recibió visitas fuera de horario, que no fueron requisadas y que no tuvieron límite de tiempo. Incluso, una de ellas se concretó el 26 de marzo del año pasado en horas de la madrugada, cuando una mujer fue a la celda de Tripi, al que usualmente iban a visitarlo mujeres, según las actuaciones.