Lucila Yaconis tenía 16 años aquel 21 de abril de 2003. Iba a la casa de su abuela, pero nunca llegó. En el camino fue golpeada y asfixiada al resistirse a una violación a metros del paso a nivel de la estación de trenes del barrio porteño de Núñez, donde actualmente hay una plazoleta que la recuerda. Su crimen sigue impune y su madre, Isabel, se mostró “indignada” con el caso del ataque a la empleada de la panadería de Las Cañitas, sobre todo porque hace cuatro años cometió otro abuso sexual a diez cuadras de donde mataron a su hija y estaba en libertad.
“Es tan indignante que me ha dejado sin aliento. No puedo creer que con los violadores los jueces sean tan benevolentes”, dijo Yaconis, cofundadora de la asociación Madres del Dolor, al conocer el antecedente de Paulo Antonio Díaz.
Díaz (35), detenido por haber violado durante un robo a una empleada de la panadería del barrio porteño de Palermo, cuenta con un extenso historial de antecedentes que data desde 2010. De hecho, había salido en libertad hace 19 días y, en su largo prontuario, se incluye una condena por un hecho similar por el que ahora fue detenido: el abuso sexual de una adolescente de 15 años en el barrio de Núñez.
Aquel episodio, en manos del fiscal José María Campagnoli, ocurrió el 8 de abril de 2019, cuando la víctima se dirigía al colegio. Al llegar a la calle Iberá al 1900, antes de cruzar el paso bajo nivel de las vías del ferrocarril Mitre, en dirección a la avenida Cabildo, fue interceptada por Díaz, quien le pidió una moneda. Como la estudiante se negó, el hombre se le abalanzó con violencia, extrajo un cuchillo que tenía oculto en uno de los puños de su buzo, la arrinconó contra la pared y la amenazó. Pudo zafarse del agresor y salió corriendo del lugar.
“El lugar donde atacó en 2019 es a 10 cuadras de mi casa, en el mismo corredor ferroviario. De ahí a la estación Núñez son tres cuadras para el lado de Belgrano y el hecho de mi hija fue a tres cuadras para el lado de Núñez”, explicó Yaconis en diálogo con la agencia Télam. La mujer aún busca al asesino de Lucila.
“Este chacal, o como lo quieran llamar, se aprovecha de la vulnerabilidad de las niñas. Seguramente, esta nena que fue víctima en 2019 iba a la misma escuela en la que cursaba Lucila, el Instituto General San Martín, que queda en Iberá y Cabildo”, afirmó.
Yaconis recordó: “Este año, en ese túnel de Iberá, entre O’Higgins y Grecia, hubo un intento de robo de celular, con un hombre en situación de calle que le golpeó a la víctima la cabeza. Los vecinos siempre reclamamos allí por las luces y las cámaras que están y a veces no funcionan”.
Díaz tiene 35 años y al momento del asesinato de Lucila tenía 14. Por eso, Yaconis consideró “poco probable” que haya estado involucrado en el crimen de su hija: “Era muy joven”.
“¿Por qué por una violación le dan dos años y medio de prisión? ¡No es nada ante semejante delito! Porque a las víctimas, por más que queden con vida, el dolor y las secuelas las deja muertas en vida, porque yo las escucho”, concluyó la mamá de Lucila.
Impune
La causa por el crimen de Lucila, en la que nunca hubo un solo acusado a pesar de que hay ADN del agresor, sigue a cargo de la Fiscalía de Distrito Núñez-Saavedra y del Juzgado de Instrucción 15 porteño de Karina Zucconi.
Tras el crimen, Isabel fue cofundadora de Madres del Dolor y desde la asociación fue una de las principales impulsoras del Registro Nacional de Datos Genéticos de violadores, creado mediante la Ley 26.870, en julio de 2013.
En el asesinato de Lucila, el violador dejó su ADN en la escena del crimen y ese fue precisamente el primer registro en ser incorporado formalmente al banco de datos, pero hasta ahora se hicieron cotejos con 60 sospechosos y todos dieron resultados negativo.