Condenaron a nueve años de prisión a dos soldados de la banda de Chuky Monedita en Rosario

Los condenados tenían la misión de asesinar a un testigo protegido de la causa por asociación ilícita contra el líder narco Esteban Alvarado

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Los jóvenes habían sido detenidos por presuntamente tirotear la casa de otra banda de Tablada (Versión Rosario)
Los jóvenes habían sido detenidos por presuntamente tirotear la casa de otra banda de Tablada (Versión Rosario)

Dos jóvenes que eran soldaditos de la organización criminal liderada por el preso Alejandro “Chucky Monedita” Núñez en Rosario fueron sentenciados a cumplir nueve años en prisión luego de que los encontraran culpables de varios delitos. Ambos habían sido detenidos en 2020 por presuntamente haber tiroteado el aguantadero de una banda rival.

Los detenidos fueron identificados como Nahuel Agustín Papiri (23) y Nahuel Sebastián Riveros (24), quienes fueron imputados por el fiscal Pablo Socca por los delitos de portación ilegítima de arma de fuego de guerra y miembro de asociación ilícita agravado por participación de menor de edad. Frente al juez Pablo Pinto, los dos reconocieron haber sido responsables y Papiri admitió los cargos que le agregaron por encubrimiento y desobediencia.

A pesar de que los soldaditos habían sido detenidos el 2 de noviembre de 2020, tras ser señalados como los sospechosos de haber tiroteado una casa del barrio Tablada que pertenecía a una banda rival. Ese día, los dos se trasladaban en una camioneta Citroën Berlingo que tenía pedido de captura desde el 10 de octubre de ese año, cuando fueron interceptados por la policía en la calle Ayacucho al 4200.

De acuerdo a la información proporcionada por Rosario 3, los efectivos encontraron una pistola 9 milímetros cargada en su poder, por lo que fueron relacionados con la balacera, puesto que esta había ocurrido minutos antes de que fueran detenidos. Además, incautaron los teléfonos celulares de los acusados, los cuales permitieron descubrir el vínculo con Chuky Monedita a través de los peritajes realizados.

El líder de la banda, Chuky Monedita, dirigía a los soldaditos desde la cárcel
El líder de la banda, Chuky Monedita, dirigía a los soldaditos desde la cárcel

De esta manera, los peritos determinaron que ambos recibían información y tareas a cumplir por parte del preso que se encuentra alojado en la cárcel de Piñero. Una de las más llamativas se trataba de un encargo para asesinar al mecánico, Carlos Argüelles, quien se había transformado en un testigo protegido de la Justicia al proclamarse como un ex miembro arrepentido de la banda de Esteban Alvarado.

No obstante, la situación procesal de ambos se complicó con los resultados de las pericias realizadas al celular de otro de los tiradores del líder de la banda, identificado como Jonatan Ribles, quien también estaba implicado en la misión de asesinar a Argüelles y había sido detenido el 28 de octubre de ese año. “A ese hay que caerle. Hay una buena paga por ese, Nahuel”, le aseguró Ribles a Riveros en una conversación que habían tenido días antes por WhatsApp.

“¿Qué onda? ¿Vamos a matar a alguien?”, decía uno de los mensajes que Riveros le había enviado a Ribles el 18 de octubre de 2020, previo a que efectuaran el ataque fallido contra Argüelles. En este sentido, Ribles le comentó: “Ahora me tengo que encontrar con un tachero que es el que lo va a mirar”, en referencia a Jorge Inocencio Ojeda, quien fue condenado en abril a cuatro años de prisión por realizar tareas de inteligencia en la causa por el homicidio del testigo.

En torno a la investigación de los fiscales sobre el papel que cumplió Ribles, los funcionarios públicos establecieron que éste también estaba encargado de matar al mecánico, pero su primer intento falló. El testigo sufrió otro ataque fallido en enero de 2021, hasta que en septiembre de ese año fue baleado frente a su familia por dos hombres y una mujer en el taller mecánico que tenía en Garay al 3500, según los datos recabados por el diario La Capital.

Por otro lado, las fotografías y videos que encontraron de Papiri y Riveros en sus celulares sirvieron como pruebas para la causa levantada en su contra, debido a que tenían la costumbre de fotografiarse con armas de fuego.

En el caso del dispositivo que le pertenecía a Riveros, el detenido le había enviado una serie de grabaciones a una joven que se trataría de su novia, en donde enseñaba una pistola, una ametralladora con mira telescópica y varios fajos de billetes. Además, el acusado había simulado disparar a la cámara en forma de amenaza hacia sus rivales.

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