Cinco días antes del femicidio de María Alejandra Abbondanza, Agustín Chiminelli, el principal acusado del crimen y con quien la víctima mantenía una relación sentimental “ocasional”, había sido denunciado por violencia de género y tenía una restricción perimetral que le impedía acercarse a una ex pareja. La lista de antecedentes —que incluye agresiones físicas, abusos sexuales y amenazas— es extensa y, además, involucra a sus padres, Carlos Rubén Chiminelli y Liliana Ester Sánchez.
Los tres podrían ser juzgados por el delito de “homicidio agravado criminis causa” y recibir la pena de prisión perpetua en el marco del crimen de Abbondanza. Además, la misma fiscal Ana Laura Brizuela, titular de la UFI N° 2 del Departamento Judicial de Zárate-Campana, que busca llevar al banquillo al grupo familiar; elevó a juicio otra causa contra Chiminelli hijo por el delito de “abuso sexual”.
La decisión de la funcionaria judicial se basó en las declaraciones de las tres ex novias del imputado, que ahora permanece detenido en la cárcel de Sierra Chica. Los relatos, a los que accedió Infobae, son escalofriantes. Para Brizuela, exponen “un patrón” de comportamiento con “un alto grado de violencia psicológica y sexual hacia la mujer” y dejan en evidencia la complicidad que había entre Chiminelli y sus padres.
Según consta en el expediente, una de las mujeres llegó a denunciarlo por “violencia de género” en el Juzgado de Familia de Campana. Fue el 11 de septiembre de 2022. Ese mismo día, la madre del (ahora) imputado, se presentó en casa de la joven con un ramo de flores. Al no ser recibida, más tarde le envió un mensaje de texto diciendo que “solo había pasado a saludarla”.
“Al principio era agradable y divertido”
De los relatos de las ex parejas de Agustín Chiminelli se desprende que al comienzo de la relación era todo “muy normal” y que él se mostraba como “agradable y divertido”. Pero con el correr del tiempo, se ponía “controlador y violento”. Revelaba “su verdadero ser”, dijeron.
Una de ellas aseguró que el joven, con quien mantuvo una relación en 2016, “rompía todos sus celulares” y que narró sobre lo que sucedía cada vez que le decía que ‘no’: “Se enojaba y rompía todo, después me pedía perdón, me decía que era el amor de su vida”. También confió que “en el sexo era muy pesado cuando tomaba alcohol”, y que ella, en esas situaciones, “accedía por miedo”.
Además, recordó que se dañaba a sí mismo y que cuando le planteó que quería separarse, “comenzó a golpearse la cabeza, se tornó muy violento, corría de esquina a esquina, hacía movimientos frente a los vehículos, como queriendo que lo atropellen”.
No terminó ahí: tras la ruptura, la joven recibió un mensaje amenazante de Liliana Sánchez: “Me dijo que yo ‘la iba a pagar’ porque Agustín había perdido un dedo y que estaba herido por culpa mía. Que yo, en verdad, no lo quería porque cuando hay amor todo se perdona”.
“Me dejaba violar porque tenía miedo de que me mate”
Otra mujer que declaró haber mantenido un vínculo amoroso con Chiminelli durante 2017, lo describió así: “Agustín al principio era muy detallista, educado, muy compañero, hasta que empezó con celos simples; luego era violento con él mismo, buscaba que le hagan daño, golpeaba persianas en la calle para que le peguen”.
Al igual que la otra ex pareja, planteó que tenía relaciones sexuales forzadas. “Me dejaba violar porque tenía miedo de que se ponga peor y me mate. Le excitaba tener poder sobre mí, la dominación, me obligaba”, afirmó. Según dijo, todas estas situaciones de abuso y violencia ocurrían con los padres de Agustín dentro de la vivienda: “Escuchaban lo que estaba pasando y nunca hicieron nada para ayudarme”.
Las declaraciones de las ex parejas, sumadas a las entrevistas realizadas al padre y a la madre del imputado, permitieron a la fiscal concluir sobre la dinámica familiar de los Chiminelli, “caracterizada por un control y sobreprotección materna, donde la convivencia estaba bajo el monitoreo constante por parte de ella”.
Según Brizuela, este rol activo de Liliana Sánchez, en ocasiones, era iniciado por su hijo. Como describió una de las declarantes: “Él mandaba a la madre, y la madre mandaba al padre. La madre le arreglaba todos sus problemas. La llamaba siempre y ella lo cubría en todo”.
En tanto, los informes psicológicos hicieron referencia a un “evidente patrón de comportamiento que se retroalimenta, al menos, entre Agustín Chiminelli y su madre”. Y exponen: “Ella adquiere un rol protagónico en las relaciones sentimentales de su hijo; por un lado, pareciendo impulsarlas, pero a tal punto que consiente y contribuye la violencia que el mismo ejerce hacia sus parejas, llegando incluso a tomar un rol protagónico y esencial; por ejemplo, impidiendo que las mujeres se vayan de su casa y terminen sometidas a los ataques sexuales de su hijo”.
El crimen
Según la fiscal, María Alejandra Abbondanza fue asesinada en la casa de los Chiminelli “entre las 17.30 del 16 de septiembre de 2022 y las 8 del 17 de septiembre de 2022″. Todo ocurrió en el marco de una discusión con el detenido.
“A las 18.23, arribó al lugar Carlos Rubén Chiminelli (padre del imputado) y a las 19.20 lo hizo Liliana Esther Sánchez (madre del imputado), quienes vivían allí, mientras Alejandra aún se hallaba con vida, presentado heridas de gravedad”, reza la requisitoria de elevación a juicio oral que se encuentra en la Cámara por un recurso de la defensa.
En ese contexto, siempre según la acusación de Brizuela, el grupo familiar realizó “diversas maniobras tendientes a eliminar los rastros del hecho, con el fin de ocultar el accionar desplegado por su hijo y procurar su impunidad”.
Alejandra recibió golpes en su cabeza con un elemento contundente, presumiblemente, una mancuerna de dos kilos, que le causaron la muerte. Después, siempre en base a la investigación, la subieron a la terraza y colocaron partes del cuerpo en la parrilla. Y la quemaron.