La Justicia condenó a prisión perpetua a un boxeador por el femicidio de su pareja embarazada. Le dio una brutal golpiza, por la que debió ser intervenida quirúrgicamente, perdió el embarazo y murió horas después debido al grave estado en el que se encontraba.
Se trata de Renzo Andrés Pancera, de 28 años, quien fue encontrado culpable del delito de “homicidio doblemente agravado por cometerse en perjuicio de la persona con la que mantiene una relación de pareja y por ser el autor un hombre mediando violencia de género en concurso real con aborto”. Su víctima fue Micaela Zalazar, de 28 años.
La sentencia estuvo a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 2 de Mercedes, conformado por los jueces Jorge Pablo Vieiro, Juan Manuel Tillet y Juan Manuel Renaud. Los magistrados coincidieron con el pedido del fiscal Adrián Landini.
Los hechos que se le acusan sucedieron entre el 11 de septiembre de 2020 y el domingo 13, en una vivienda ubicada en la calle Joaquín V. González al 200, de la localidad de 9 de Julio.
Ese domingo el padre de Zalazar recibió un llamado perturbador de su hija, que estaba embarazada de cinco meses de su tercer hijo. En ese momento, solo llegó a pedirle ayuda porque no se sentía bien.
Para cuando el hombre llegó a la casa donde ella vivía con su pareja, se encontró con su hija en el piso en terribles condiciones: había sido brutalmente golpeada. Mientras su padre pedía una ambulancia, Panacera lloraba y aseguraba que él no le había hecho nada.
Los servicios de asistencia médica acudieron al lugar y la joven fue trasladada al hospital zonal Julio de Vedia, donde llegó inconsciente y con pérdidas.
Tras ser evaluada, los médicos de la guardia descubrieron que la joven tenía además el bazo completamente destrozado y una hemorragia abdominal importante, por la que luego perdió el embarazo. Micaela tuvo que ser intervenida de urgencia y quedó internada en grave estado, pero su cuerpo no logró soportar las consecuencias de los golpes y murió cerca de las 18 del 13 de septiembre.
Uno de los médicos que la atendió fue el que dio aviso a la Policía de la situación. En consecuencia, un grupo de efectivos de la policía de la provincia de Buenos Aires se dirigió a la vivienda que ambos compartían por orden del fiscal Luis Carcagno, a cargo de la UFI N°6 de Mercedes. Allí, encontraron a Pancera, no se había movido de la casa en todo ese tiempo, como tampoco se resistió a que los efectivos lo trasladaran a la sede policial.
Días después, el fiscal lo imputó por el femicidio de Micaela en concurso real con el aborto del primer hijo que tenían en común. Los otros dos hijos de la mujer, un nene de 12 y una niña de 3, eran de parejas anteriores.
Para eso, los resultados preliminares de la autopsia realizada al cuerpo de la joven tuvieron un rol clave, puesto que aportar los elementos necesarios para avanzar con su imputación. Según el informe, Micaela recibió golpes en distintas partes de su cuerpo, a excepción de su cara, entre el viernes 11 y el domingo 13 de septiembre. Los forenses señalaron que los golpes provocaron serias lesiones internas que, entre 48 y 72 horas después, derivaron en la pérdida de su bebé por una hipoxia materna grave y luego su muerte.
La autopsia reveló además que las heridas de su cuerpo eran compatibles con la agresión de un tercero en un claro hecho de violencia y no podían adjudicarse a una caída o a una falla orgánica, tal como afirmaron en su momento fuentes de la investigación a Infobae.
Amigos y familiares de Micaela, además, revelaron a los investigadores que esta no era la primera vez que Pancera la golpeaba o la agredía físicamente en sus dos años de relación. Todos ellos describieron una trama de maltratos y violencia detrás de la muerte de la joven que de alguna manera condujeron a su trágico final.
De hecho, el hombre tenía denuncias previas por violencia de género, radicadas por Zalazar: una fue presentada en octubre de 2019 y otra en febrero de 2020. La primera fue por “amenazas, daño y coacción” en un episodio ocurrido cuando la pareja estaba separada, por la que se le dictó una orden de prohibición de acercamiento que se venció en diciembre de ese año.
De igual forma, la causa se archivó porque la propia víctima desistió en continuar con el proceso, dejando asentado que se trató de un conflicto que ya estaba solucionado.
La segunda denuncia, por otro lado, estuvo relacionada con que el boxeador había violado la perimetral, pero esta causa no prosperó porque la orden ya había vencido.