El pasado lunes por la noche, dos efectivos del Comando Patrullas Norte de La Matanza llegaron tras una alerta al 911 a un domicilio en la esquina de Necochea y Perdriel, zona de La Tablada. La alerta comunicaba la posibilidad de una violenta discusión familiar.
Allí, los recibió Débora Marín Romero, nacida en 1981 en Trujillo, Perú, una persona transgénero. El problema era mucho más grave que una discusión familiar. Débora dijo cuando le preguntaron: “Mi marido se mató. Sacó un arma y se disparó en la cabeza”.
Los dos efectivos observaron el salón del lugar. Había sillas en el suelo, vasos rotos, un parlante hecho pedazos. Luego, llegaron a la habitación principal. Allí estaba Javier Esteban Bertotto, de 26 años, oriundo de Ciudadela, el marido de Débora. Lo hallaron apoyado junto al armario, con el torso desnudo, jean azul, zapatillas blancas y un gran charco de sangre a sus pies, ya muerto con un tiro en la cabeza, con una pistola Beretta a pocos centímetros.
Sin embargo, algo no encajaba.
Así, la Bonaerense convocó a Adrián Arribas, de la UFI de Homicidios de La Matanza, el fiscal de turno en la jurisdicción para crímenes violentos y uno de los fiscales más experimentados de la zona oeste del Conurbano.
Bertotto tenía antecedentes penales, descubrió Arribas. Infobae comprobó que estuvo preso en un penal federal, al menos, hasta marzo de este año. En 2019, el Tribunal N°27 porteño lo había condenado a cinco años de prisión por robarle a una mujer a punta de cuchillo en 2016. Su pareja también tenía antecedentes, una causa previa por tráfico de drogas, aseguran fuentes judiciales a este medio.
Los vecinos hablaron de constantes peleas. Además, le informaron al fiscal otro punto inusual: el departamento de la pareja tenía cámaras de seguridad, al igual que el edificio. Una vecina aportó una grabación que mostraba a Bertotto entrando al edificio con el torso desnudo debido al calor y con un casco de moto. Posteriormente, se ve en las imágenes a Débora bajando por la escalera, con algo en sus manos.
Arribas intentó inspeccionar las cámaras él mismo. Se encontró con algo sorprendente: el DVR, que almacena los datos, no estaba allí. El fiscal corrió hacia el contenedor en la esquina. Allí, precisamente, estaba el DVR. Lo incautó junto con la Policía, ante dos testigos.
Después, Romero admitió otro dato curioso. Dijo que le habían robado el teléfono ese mismo día, pero que no había hecho la denuncia. También, inexplicablemente, afirmó que Bertotto rompió su propio teléfono y que lo echó a la basura. Justamente, el teléfono de la víctima estaba en la basura.
En la habitación donde se encontró el cadáver de Bertotto se encontró la prueba que finalmente determinó la acusación en su contra. No había un agujero de bala en el lugar, sino dos, con dos vainas servidas calibre 9 milímetros halladas por un equipo de peritos. Así, Romero fue detenida.
Romero fue trasladada a una celda policial. Sus manos fueron preservadas para un dermotest. Arribas se dispone a interrogarla en el transcurso de la mañana de hoy, acusada por los delitos de homicidio y tenencia ilícita de arma de guerra.