“Hay un know how que corre de boca en boca. Se lo van transmitiendo entre ellas”, deducen los investigadores que van tras los pasos de las viudas negras que operan, principalmente, en la Ciudad de Buenos y alrededores.
Desde el fin del confinamiento por la pandemia de coronavirus, el modus operandi se expandió tanto que ya se registra al menos un caso por semana y en la Justicia se apilan las fichas policiales de mujeres dedicadas al arte de la seducción con fines de robo, usualmente drogándole el trago a sus víctimas. El modus operandi en sí, es viejo y repetido, un clásico del delito que se repite a lo largo de los años. Sin embargo, y sorprendentemente, siempre hay nuevas víctimas que caen en la trampa.
La Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja (UFECRI), a cargo del fiscal José María Campagnoli, identificó a más de 60 posibles viudas negras, aseguraron fuentes judiciales a Infobae. Sus víctimas suelen ser hombres mayores de 40 años y turistas extranjeros. Los detectives notaron que, cada vez más, estudian a los hombres que harán caer en la trampa. “Hacen inteligencia antes de seducirlos, porque buscan botines en dólares”, detallaron.
Se cree que el número real de casos es más elevado, pero muchos hombres no denuncian por vergüenza o para no aumentar la herida en su ego. Se trata de una cifra negra en las estadísticas. Ellas, mujeres de entre 19 y 25 años, nunca usan su nombre verdadero, pero eligen un apodo del que no se despegan, si no es necesario.
De esta manera, evitan confundirse de alias en las diferentes citas.
Usan redes sociales (principalmente Instagram y, ahora, TikTok) y aplicaciones de citas (Tinder y Badoo), como “coto de caza”. Pero la virtualidad no es el único método que utilizan para acercarse a los hombres que desvalijarán. También es posible encontrarlas en boliches, la histórica forma de encontrar víctimas, atentas a los gastos de los hombres que marcan y a los acentos foráneos.
La regla es que el seducido se sienta el seductor y que invite voluntariamente a la ladrona a su casa. Puede haber una instancia previa, si el contacto se dio por redes sociales, en un bar. Ellas aparecen muy maquilladas y con ropa ajustada, tal como se muestran en fotos.
Una vez dentro de la propiedad comienza la segunda etapa del plan: “dormir “ a la víctima. En ese punto, se ofrecen para preparar cocteles para continuar la cita en una atmósfera romántica, sin despertar sospechas mientras arroja clonazepam líquido al vaso. El seducido se deja llevar y, pese al sabor amargo que siente, toma la bebida para no incomodar a la invitada. Lo que sigue son mareos y pérdida de consciencia.
Aunque unas pocas actúan solas, generalmente, un cómplice o dos se encuentran en la zona, a la espera del llamado de la viuda para ingresar al domicilio y así comenzar a desvalijar.
Una mujer detenida en los últimos meses cometió el error de olvidarse el celular en el departamento de su víctima. “Este viejo no se duerme más”, escribió por chat a una persona que esperaba ese momento para poder entrar en escena.
Clarisa C., de 24 años, fue capturada en mayo en la Villa Zavaleta de Barracas por el Departamento Investigaciones Especiales de la PFA, que depende de la Superintendencia de Investigaciones Federales. En el allanamiento en donde fue capturada le encontraron las tarjetas de crédito y un reloj de una de sus víctimas, comprimidos de alprazolam y ampollas de fenol, una droga inyectable comúnmente empleada como antiséptico que puede producir temblores musculares. La causa en su contra, investigada por el fiscal Gabriel López de la UFI N°8 de Moreno.
Una vez que la víctima se queda completamente dormida, solo tiene que tomar la llave y abrirle la puerta a sus cómplices, si es que los tiene. Generalmente, se trata de uno o dos hombres que toman el recaudo de llevar guantes y el rostro cubierto, para no ser identificados por las cámaras, una precaución que la “mujer anzuelo” no puede darse el lujo de tomar.
Una vez que la víctima es maniatada, entre todos, revuelven la propiedad en busca de elementos valiosos como billetera, tarjetas de crédito, computadoras, relojes, alhajas, electrodomésticos pequeños y dólares. Es usual, además, que tomen una valija y se lleven ropa. Sobre todo, en el caso de los turistas.
Los detectives que las investigan encontraron una coincidencia: gran parte de las mujeres identificadas son de Barracas. Además, hallaron fotos en redes sociales que muestran a viudas negras, que actuaron en diferentes casos, posando juntas.
En algunas oportunidades, el robo se torna muy violento: los delincuentes golpean al hombre engañado hasta despertarlo con el objetivo de arrancarle el sitio en el que esconde dinero. Esas brutales golpizas pueden terminar en un crimen.
En caso de que la víctima no abra un ojo durante el asalto, puede despertarse hasta tres días más tarde, desvalijados y con la imposibilidad de moverse por las ataduras. Para eso, el cálculo de la dosis arrojada en la bebida debe ser el adecuado, de lo contrario, de ser encontrada, la viuda negra enfrentaría una figura penal con una condena mucho más grave: el homicidio.
Fue lo que le sucedió a “La Peque”, una joven capturada a fines de agosto en Avellaneda por un asesinato cometido dos años atrás: tenía 17 años al momento de los hechos, lo que le valió que el expediente sea enviado al Juzgado de Menores N°2. siguió todos los pasos, pero desconocía que el hombre al que había drogado y abandonado en un departamento de Palermo tenía problemas cardíacos. La víctima nunca despertó. Lo encontró un compañero de trabajo al día siguiente, echado sobre la cama, con bajos signos vitales.
Antes de retirarse de la escena del robo, las viudas negras intentan borrar toda evidencia que delate su identidad, pese a que saben que pueden haber sido grabadas por cámaras de seguridad. En primer lugar, se llevan el teléfono de las víctimas, para que no sea tan sencillo llegar a las charlas, fotos e intercambios que tuvo con la víctima (aunque queden registradas en la nube del aparato). También se llevan el vaso en el que tomaron y tratan de borrar sus huellas dactilares. Si el gabinete de criminalística demora en llegar, es probable que logren salir impunes.
En ese caso, el golpe criminal tiene una autora ignorada o NN (nomen nescio, en latín; no name, en inglés) y allí entra en juego la Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja (UFECRI), a cargo del fiscal José María Campagnoli. El equipo de la unidad abocado a desenmascarar a las viudas negras releva cada detalle encontrado en la escena y en los videos y fotografías que aportan las víctimas que fueron enviada por la viuda negra o que ellos mismos sacaron.
Si no existe este material, se basan en los dibujos de identikit realizados a partir de su descripción.
Diferentes causas con llamativas similitudes forman parte del rompecabezas a armar para ponerle nombre a las estafadora.s Los detectives bucean en los expedientes y redes sociales y anotan rasgos comunes, coincidencias, como tatuajes, cadenitas, rasgos, hasta prendas de vestir o accesorios como una gorra. De a poco, se van acercando al comparar. Utilizan, a la vez, la tecnología: un software de reconocimiento facial, que utiliza patrones matemáticos, es clave para dar con la identificación. En tanto, llegar al un número de línea que usó la viuda negra puede ser la llave para encontrarla.
“Algunas se hacen millonarias”, remarca un investigador y recuerda el caso de Marta Beatriz Moré, una experimentada viuda negra que abrió un centro de estética con lo robado a víctimas que citaba en el casino del Hipódromo de Palermo. Uno de ellos, se despertó sin sus dos relojes importados, sin su anillo de oro y con 20 mil dólares menos, tras degustar un fino champagne.
Marta Beatriz Moré, vecina de Victoria, hoy de 52 años, también compraba autos, o los vendía. Sus papeles muestran que nunca tuvo un empleo en blanco. Cobraba una pensión en ANSES y acumulaba deudas de manera serial en forma de microcréditos, préstamos rápidos. Hasta aquí, nada fuera de lo común. Para la Justicia, su caja era otra. Marta Beatriz, alias “Bety”, alias “Verónica”, o el nombre que inventara para la ocasión, terminó detenida en octubre de 2022, arrestada por la División Robos y Hurtos de la Policía de la Ciudad, procesada con prisión preventiva por diez hechos de robo que le costaron un embargo de 30 millones de pesos, bajo la firma del juez Martín Yadarola.