Casi dos meses pasaron desde el día en que Alejo Arias González y su familia comenzaron a vivir una pesadilla que todavía no parece estar cerca de terminar. Fue el pasado 14 de julio cuando el joven de 24 años quedó arrestado en El Salvador —uno de los países con el régimen carcelario más duro de la región— acusado de formar parte de una banda de estafas colombiana. Nadie supo nada de él hasta hace algunas semanas. Y en las últimas horas, cuando la angustia por el paso del tiempo y la falta de soluciones concretas acrecentaba en su entorno, llegó un mensaje del joven argentino al que tuvo acceso Infobae.
“Tengan fe y paciencia”, fueron las palabras que el mendocino pidió que le transmitieran a sus allegados: se las dijo a un representante de Cancillería argentina. El funcionario nacional logró que las autoridades locales le concedieran una visita al penal de Jucuapa, lugar al que el argentino fue trasladado luego de su estadía en el centro penitenciario El Penalito.
El empleado gubernamental fue una de las pocas personas que logró tener contacto con Alejo en este tiempo, debido a que durante los primeros días se encontraba incomunicado. En este sentido —según supo este medio— el joven aprovechó la oportunidad para tener un intermediario directo con sus familiares y así poder contar cómo se siente estando preso en El Salvador. También realizó un pedido especial, el cual —aseguró— lo alentará a pasar el resto de los días que le queden tras las rejas.
“Alejo dijo que está bien y que nos extraña mucho. Pidió que le lleven una foto nuestra, así que estamos viendo cómo se la hacemos llegar. De acuerdo a lo que me explicaron, las imágenes las tendría el encargado del penal y se las darían cuando él las solicite”, detalló a este medio Sandra González, su madre.
La mujer también conoció detalles acerca de cómo es su día a día de su hijo en El Salvador: “Cumple un horario. Se levanta a las seis de la mañana, asiste a misas cristianas y tiene tres raciones de comida durante el día, aunque sé que está un poco más delgado. Me contaron que está haciendo un curso de barbería y que se ha anotado en otro para metalúrgica”.
El dato de que Alejo se encuentre esperanzado a pesar de llevar más de un mes y medio preso, transmitió calma y aliento a la provincia de Mendoza, donde su familia —a pesar de su fe y buena voluntad— se inquieta por la ausencia de novedades significativas en la causa, llevada adelante por el equipo del abogado Miguel Ángel Pierri.
En diálogo con Infobae semanas atrás, el letrado había definido la situación de Alejo como “excarcelable”. Al respecto, dijo que creía que “en menos de un mes debería solucionarse”. No obstante, los avances en el intento de liberación del argentino sucedieron más lentamente y demoraron la resolución del conflicto en Centroamérica.
“Pierri me dijo que tenga paciencia y que esto no es de un día para el otro. Así que seguimos a la espera. No perdemos la esperanza”, remarcó Sandra.
El caso de Alejo en El Salvador
Alejo se mudó a El Salvador en marzo de este año con una propuesta laboral de una financiera. Su objetivo era ir para juntar plata durante seis meses y volver. Con ese dinero iba a pagarse la carrera de Radiología en la universidad.
Sin embargo, la empresa que lo había contratado era ilegal y él no lo sabía, según trascendió. El pasado 14 de julio fue detenido cuando la Policía lo interceptó en la puerta de su condominio: lo acusaron de formar parte de una asociación ilícita de origen colombiana que se dedicaba al lavado de dinero y que era perseguida por el gobierno.
La banda fue desbaratada y, en consecuencia, capturaron a 110 sospechosos. Entre ellos el joven mendocino, el único argentino.