El emprendimiento inmobiliario “Renacer” de la localidad de General Rodríguez es un lugar clave en la causa por el asesinato de Fernando Pérez Algaba. Según la reconstrucción de los hechos de los investigadores, la muerte de “Lechuga” ocurrió allí entre las 18 del martes 18 de julio y las 3 de la madrugada del miércoles 19. Cabe recordar que el comerciante se había dirigido al lugar para reunirse con Maximiliano Pilepich —el principal sospechoso del caso— con motivo de saldar una deuda económica. En la hipótesis, además, se planteó si una casa que fue demolida pudo haber sido la escena del crimen. Esta línea de investigación surgió a partir de la declaración de uno de los ocho detenidos.
En este marco, la Justicia ordenó una inspección en el lugar. Este viernes, personal de la DDI de Lomas de Zamora y de la División Casos Especiales Oeste de la Superintendencia de Policía Científica trabajaron en la zona con la colaboración de un grupo de rescate de bomberos, de perros rastreadores y de máquinas retroexcavadoras. Fuentes judiciales comunicaron a Infobae que el procedimiento arrojó el hallazgo de rastros y de algunos objetos que fueron secuestrados para ser peritados.
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De acuerdo a lo que pudo saber este medio, en el operativo se encontró una hoja de sierra para amoladora. También un clavo con manchas hemáticas y tres guantes de nitrilo. Además, se recolectaron otras cinco muestras para laboratorio en un pedazo de escombro que, se presume, correspondería al piso de la edificación derrumbada.
El allanamiento se llevó a cabo luego de la declaración de Nahuel Vargas, uno de los detenidos y acusados del crimen. En su indagatoria, el sospechoso relató cómo acompañó a Pérez Algaba hacia ese predio General Rodríguez. Fue el 18 de julio pasado, es decir, la última vez que se vio con vida al comerciante que luego apareció descuartizado en un arroyo de Ingeniero Budge.
En relación a aquel encuentro, Vargas señaló que llegaron junto a “Lechuga”, estacionaron la camioneta en la que se movilizaban y, entonces, “Maxi (Pilepich) le pide (a la víctima) que ponga una lamparita afuera en la galería del lugar”. “Posteriormente ingresaron los tres a la casa. En la segunda habitación a la izquierda la luz que había que cambiar estaba alta, entonces Fernando (Pérez Algaba), que era el más alto de los tres, toma una silla y se para en la silla para cambiar la luz”, reconstruyeron los investigadores.
En ese momento, según el relato de Vargas, Pilepich le pide que “abra la ventana porque estaba oscuro así podría cambiar la luz Fernando”. “La casa poseía las ventanas ubicadas en la parte de atrás y las mismas se abrían desde afuera”, continúo y detalló que para abrir la ventana, Vargas salió de la habitación y toma la galería hacia la izquierda: “Sale de la galería hacia afuera de la casa, rodea la camioneta que estaba estacionada justo allí, luego rodea una construcción contigua a la casa y luego unas vigas que había junto a la misma y cuando estaba a mitad de camino a estas últimas vigas, dirigiéndose hacia la parte trasera de la casa para abrir la ventana, escucha dos disparos”.
El detenido señaló que, al oír las detonaciones, se asustó, se paralizó y observó hacia la casa, más específicamente hacia la parte trasera. Advirtió entonces que “Maxi estaba asomado por una ventana”. A continuación, lo llamó con un gesto con la mano para que fuera hacia allí. Entonces, Vargas se acercó “asustado y le preguntó qué es lo que había hecho”.
“Cuando ingresa a la habitación (Vargas) le pregunta a Maxi qué es lo que había hecho y este le dice: ‘Ya está, no aguantaba más, hay límites’”, se lee en el escrito de la declaración del acusado. Vargas, entonces, hizo referencia a que Pilepich estaba enojado porque Pérez Algaba había agregado a Instagram a su hija de 13 años y le escribía: luego realizaba capturas de pantalla y se las enviaba a Pilepich para provocarlo.
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En ese contexto —tal como detalla en sus palabras— Vargas “ve la ventana abierta de la habitación y mira hacia la izquierda en la parte de afuera en diagonal y observa que estaba tirado en el suelo aproximadamente a 8 o 10 metros de distancia levemente en diagonal a la ventana”. Allí, aseguró, vio que Pérez Algaba “estaba boca arriba y no se movía”.
Respecto del desmembramiento del cadáver, Vargas afirmó que, a partir de dichos de uno de los imputados, escuchó que se produjo en la casa de otro de los detenidos. En la investigación se concluyó que cada uno de los ocho acusados colaboró en diferentes roles para matar a Pérez Algaba con dos tiros en la espalda, mutilarlo y luego abandonarlo en una valija en el arroyo de Ingeniero Budge.
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