La increíble fuga de un sicario narco en una salida transitoria y un juicio clave que no arranca

Lino Ademar Moreno, uno de los sicarios del clan Castedo que participó del crimen a puñaladas de Liliana Ledesma en 2006, se fugó de prisión durante una de las salidas transitorias que fueron concedidas el año pasado, pese a que la familia de la víctima había denunciado amenazas y a la férrea oposición de la fiscal Claudia Carreras.

El prófugo había sido condenado en 2010 a prisión perpetua como coautor del homicidio de Ledesma, una productora rural que enfrentó a Delfín Castedo, el capo conocido como “El Patrón del Norte” y que cumple en Ezeiza una pena de 16 años de prisión por narcotráfico y lavado de dinero.

En octubre de 2022, la Justicia habilitó a Moreno salir de la Unidad Carcelaria N°3 de Orán un domingo al mes, con la finalidad de afianzar lazos familiares. Su tío se presentó como tutor. El 18 de julio pasado, el sicario -simplemente- se esfumó.

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La cárcel de Orán está ubicada a menos de una hora del límite con Bolivia, “Las Chalanas”, donde los gomones atraviesan el Río Bermejo con asiduidad y posibilitan una salida exprés del país.

El beneficio había sido otorgado por el juez Edgardo Laurenci, de la Sala I del Distrito Judicial de Orán. ¿En qué se basó? En la opinión favorable del director de la prisión, Cristian Gabriel Rivero Urquiza, y del Consejo Correccional sobre el recluso que ya había cumplido con el tiempo exigido legalmente para acceder al beneficio: 15 años.

Moreno, además, registraba “Conducta Ejemplar 10, Concepto Ejemplar 09, y dictamen Psicológico favorable”. Esa evaluación pesó más que la postura de Carreras, reconocida por los investigadores por enfrentarse a organizaciones mafiosas en la ciudad de frontera.

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“Considerando la opinión desfavorable de la Trabajadora Social y el antecedente de la opinión desfavorable de la víctima, debe rechazar el pedido de Salidas Transitorias, por no reunir los requisitos legales para la concesión del beneficio”, escribió en el dictamen presentado hace un año.

El 18 de julio, se presentó el tío de Moreno en la cárcel y dio la noticia a las autoridades del penal. Les entregó un bolso que habría dejado su sobrino y se fue. 18 días más tarde, el 6 de julio, Laurenci pidió su captura.

“Recibimos un llamado anónimo que nos alertó sobre al fuga de Moreno. Así nos enteramos. Los jefes de la penitenciaria no querían que se haga público. Tampoco nos habían notificado que le habían dado las salidas transitorias”, reveló David Leiva, el abogado de Jesús y Elida Ledesma, hermano y madre de la víctima del crimen sicario.

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La fuga aumentó el temor con el que conviven ambos desde el homicidio. Incluso, en 2021, “Moreno mandó a decir que iba a matar a Jesús y a otro testigo cuando saliera de prisión”, recordó Leiva. “No se sienten seguros”, había remarcado Carreras sobre la familia de la víctima al rechazar a las salidas transitorias.

Jesús Ledesma había solicitado custodia, en caso de que le concedan las salidas a uno de los asesinos de su hermana, un pedido que no fue concedido.

A la trama le falta un capítulo: el juicio contra los hermanos Delfín y Raúl “Hula” Castedo, acusados de instigar el crimen de Ledesma, fue suspendido siete veces. La última, el 8 de agosto.

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Días atrás, la Sala II de la Corte de Justicia de Salta no hizo lugar a una nueva queja presentada por los Castedo y ordenó que el proceso comience. Le toca, ahora, al Tribunal de Juicio de Orán poner una nueva fecha. Laurenci es el presidente de ese tribunal. De todos los involucrados en el crimen, Moreno era el único que estaba bajo su órbita.

De acuerdo a la causa, Lino Ademar Moreno y la banda conformada por María Gabriela Aparicio (hermano del ex diputado Ernesto Aparicio), Aníbal Tárraga y Casimiro Torres habrían sido contratados por Raúl “Hula” Castedo para matar a Liliana Ledesma, una productora rural que se había convertido en una molestia para los planes de expansión del clan.

El grupo de matones, también conocidos como “corajudos”, la emboscaron en una precaria pasarela de madera del Sector 5 de Salvador Mazza o “Pocitos”, a muy pocos metros de Yacuiba, la ciudad espejo en Bolivia. La apuñalaron y le hicieron cortes en la boca para dejar claro un mensaje: el silencio.

Sucede que Ledesma, viuda del boliviano Gilberto Villagómez Arancibia, acribillado en 1999, se opuso al dominio narco sobre las tierras del Aybal y Pajeal, las dos estancias ubicadas en la frontera con Bolivia, que los Castedo habían cerrado con alambre, bloqueando caminos y los montes de Ipaguazú, impidiendo la cría de ganado de la familia Ledesma.

Ante ese panorama, Liliana decidió ser informante de Gendarmería, con el objetivo de hacer caer al narcotraficante que ocupaba sus tierras. También llevó su reclamo a la prensa y puso en evidencia, por primera vez, a una de las estructuras criminales más importantes de la Argentina. De esta manera, se convirtió en la enemiga más peligrosa del clan.

Antes de ordenar el homicidio, “Hula” le habría pedido permiso al jefe, su hermano Delfín, según declaró el comisarío mayor de Gendarmería Carlos “Rengo” Luna, ante el tribunal que condenó a 16 años de prisión al capo.

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