Luego de un mes y cuatro días finalmente apareció el cadaver de Franco Mena, el pescador de 23 años que habría desaparecido cuando salió a pescar y lo sorprendió una tormenta en el Río Paraná.
Tras una intensa búsqueda, su cuerpo fue hallado en un islote frente a la localidad santafesina de Pueblo Esther, al sur de Rosario.
Ante el hecho la familia tuvo que reconocer el cuerpo y efectivamente tanto sus allegados como la policía confirmaron que era Franco, el muchacho que fue visto por última vez el 6 de julio cuando se fue a trabajar por la mañana en la canoa de su padre.
Según pudo averiguar Télam mediante fuentes policiales, sus familiares dijeron a la prensa y Prefectura Naval que el chico se había perdido “en un sector de islas ubicadas en línea recta, frente al Monumento Nacional a la Bandera” cuando se abatía una tormenta de lluvia y viento en la zona.
48 horas más tarde fue que un grupo de pescadores colegas salieron a pesar y se toparon con la canoa extraviada que estaba hundida en ese sitio de islas, según pudo detallar el diario local La Capital.
Mientras tanto, se sumaron a la búsqueda embarcaciones menores, una de ellas conducidas por el propio padre del difunto. Con el correr de las horas se intensificó el operativo y sus seres queridos guardaban la esperanza de que el joven se hubiera refugiado en alguna isla de las inmediaciones. Sin embargo, el desenlace fue desgarrador.
Este martes por la tarde, personal de la Prefectura Naval finalmente halló el cuerpo del pescador en un islote ubicado frente a la localidad de Pueblo Esther, unos 18 kilómetros al sur de Rosario.
Según contó su hermana al medio local Rosario3, Mena se habría ido a pescar con un grupo de gente, pero llegado el momento de terminar la jornada, el muchacho respondió: “levanto y voy”.
“De ahí no supimos más nada”, expresó la chica en referencia al último momento que se anoticio del paradero de su hermano.
“Por el tema de que la canoa estaba quieta y el viento estaba fuerte, se pudo haber dado vuelta la canoa o una vez ya levantado el tejido capaz que cuando quiso bajar el motor, se pudo haber dado vuelta la canoa”, relató la joven horas antes de saber cual iba a ser el fatal desenlace.
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El joven era un experto en la materia ya que llevaba pescando 10 años. Fue a sus 13 que tomó la caña por primera vez, junto a su padre y fue a pescar, pero el problema es que según fuentes allegadas no sabía nadar.
En sus días no faltaba la rutina de pesca. Tomaba los utensilio necesarios y se iba por la mañana para regresar recién cuando caía el sol o inclusive al día siguiente en la madrugada.
“Generalmente pesca todo el día y toda la noche”, contó Lara, su hermana, sobre la cotidianidad que tenía el joven cuando salía a hacer dicha actividad que tanto lo apasionaba y que además le daba el sustento para vivir.
“Trabaja un día él y un día un amigo de mi papá. Se turnan para pescar con la canoa de mi papá. Esta vez le tocaba a él”, relató la hermana.
La búsqueda también había sido intensamente ejecutada a través de redes sociales con un posteo en el que se podía ver una foto del muchacho, el nombre y un número de teléfono. Inclusive se había alertado a la gente que vivía del otro lado de la isla para también contar con su colaboración y mantener la esperanza de que aparecería vivo.
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